EDITORIAL

Brasil, mediador entre Estados Unidos y Cuba

El próximo 14 de marzo la futilidad de la diplomacia argentina quedará expuesta. Ese día, Lula da Silva, presidente de Brasil, tendrá el primer encuentro oficial con Barack Obama, mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica.

El traspié argentino no es porque Obama priorice la reunión con la potencia emergente en Sudamérica, algo lógico, sino porque un punto central de la agenda internacional entre ambos mandatarios es la cuestión cubana.

Lejos quedaron aquellas ínfulas cortesanas, según las cuales el reciente viaje de Cristina Kirchner a La Habana erigía a Buenos Aires como la escala ineludible de consulta diplomática, antes de decidir los pasos a seguir con el régimen comunista de la isla.

Por si fuese poco, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el aliado más íntimo de la Argentina, dijo el pasado jueves en Caracas que Lula le había comentado que deseaba hablar con Obama sobre “el caso venezolano”, y afirmó que el líder brasileño tiene “luz verde” para eso. Nota al margen, el caudillo caribeño está intentado que las petroleras norteamericanas regresen.

En las cancillerías latinoamericanas se da por cierto que los recientes desplazamientos en la cúpula del poder cubano responden, entre otras cosas, a un reacomodo para enfrentar negociaciones Brasil mediante- que suavicen las duras condiciones del embargo.

Un tema ríspido, donde la presencia del ex canciller cubano Pérez Roque, de discurso encendido y accionar individualista (con llegada directa a Fidel Castro), era una molestia. Su reemplazo por Bruno Rodríguez, de menor perfil político, garantiza a Raúl Castro una búsqueda controlada de acuerdos.

Posiblemente nunca se sepa cuánta influencia ejerció Itamaraty para propiciar los cambios en Cuba, cuánto argumentó ante Chávez, cómo logró la aquiescencia de Obama y Hillary Clinton, ni cuantos días de cabildeo insumió con los demócratas de EE.UU.

Pero lo cierto es que esa recurrencia más la contundencia de Lula, pidiendo el fin del embargo- fructificó en febrero, cuando la Cámara de Representantes de los EE.UU. votó a favor de un proyecto de ley que permitirá levantar, de manera parcial, la restricciones de viajes y algunas sanciones económicas a la isla.

La legislación aprobada no elimina el embargo, pero anula la exigencia de pago por adelantado para las ventas de alimentos. Los analistas creen que el comercio de comestibles hacia Cuba se disparará, incluso desde EE.UU., si la disposición se convierte en ley cuando sea aprobada por el Senado.

Lula le prometió a Raúl Castro que no le faltarían alimentos. Y por financiamiento, siempre estará a mano el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil, que en 2009 tiene una disponibilidad de 70.550 millones de dólares.

Mientras tanto, el embajador argentino en EE.UU., Héctor Timerman, se mostraba preocupado por responsabilizar, desde Washington, a la oposición política por el descrédito del Indec. Parecería una broma, si no fuese un despropósito.