Apuntes de política provincial

País que lleva a revisar posturas e ideologías

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La presidenta de la Nación se retira de la reunión con la Mesa de Enlace. Una participación que fue más que un gesto de cortesía.

Foto: DyN

Teresa Pandolfo

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La presencia de la señora Cristina Fernández en la reunión del gobierno con los integrantes de la Mesa de Enlace cambió el clima de intemperancia en el país.

Ello habrá sido porque se necesitaba tener esperanza o porque imperiosamente deben comenzar a reconstruirse nexos de confianza entre autoridades y población.

Las razones pueden ser muchas, pero lo que se mantiene invariable como opinión es que el conflicto con el campo no debe prolongarse más.

Decir que concluyó sería una falacia. Algunas decisiones se tomaron y se espera que su instrumentación no pase de esta semana. Para el martes, se ha fijado un nuevo encuentro con una agenda en la que, entre otros temas pendientes, figuran cuestiones tributarias relacionadas con las economías regionales y la asistencia a los productores perjudicados por la sequía.

“Las retenciones a la soja no se bajan”, reiteró la presidenta, que cifra en la próxima cosecha gruesa -que será mucho menor que la anterior- sus deseos de recuperación de los ingresos públicos.

Los productores sojeros siguen enojados y han puesto su mira en el Congreso. En la Casa de las Leyes todavía es incierto el destino de un proyecto para bajar los derechos aduaneros. Al término de la semana, la oposición en la Cámara de Diputados no contaba con el número de legisladores necesarios para imponer su propuesta. Sin embargo, por ejemplo, la diputada Susana García, del ARI, mantenía su optimismo.

La coyuntura que pega

Algunas actitudes valen más que las palabras. La presencia de Cristina en la reunión obedeció a que la presidenta está preocupada. El efecto en cascada del colapso financiero internacional, ¿es lo que la hizo cambiar de posición y buscar el entendimiento que negó durante un año? ¿Entendió que el mundo sólo nos comprará alimentos porque no hay resto para nada más en ninguna parte?

Más allá del análisis que “Apuntes...” haga del desenvolvimiento del gobierno nacional, lo real es que el mundo cambió desde el segundo semestre del año pasado y hoy se encuentra en una crisis de la que, después de meses, se desconoce cuáles serán sus límites.

En este país, el campo es el que nos puede ayudar a sortearla mejor que en otros lugares del mundo. Pero hay que ayudarlo.

Detrás de lo que llamamos sector agropecuario, también están pendientes de su destino las industrias que procesan la producción primaria, el comercio afín y también el no vinculado directamente, los servicios tecnológicos y de transportes, la vida de los pueblos, el movimiento de los puertos. Cuántos puestos de trabajo, cuántas caras expectantes, se podrían sumar en una red sin fin de actividades de todo tamaño. Todas esperan que “al campo le vaya bien”.

Para la Argentina, las medidas que paulatinamente recompongan la rentabilidad del productor y de los sectores conexos son mucho más que una cuestión ideológica. Son una necesidad que como nunca debe asumir. Es la gran disyuntiva que la crisis internacional les ha impuesto a los Kirchner y, quizás, a pesar de ellos.

Algunas opiniones

La mayor fábrica en Latinoamérica de productos terminados de acero es Ternium Siderar y esta empresa, entre septiembre y diciembre de 2008, tuvo una caída del 49 % de las ventas en el mercado local. Su director general Martín Berardi, en declaraciones que publica Clarín Rural de ayer sábado, señala que no cree que a nivel mundial “haya ya pasado lo peor”.

En tanto, dentro de la Argentina, el entrevistado se pregunta qué tiene el país para atravesar la crisis, y sin vueltas responde: la producción agropecuaria.

“Uno de los factores para dinamizar la economía, además de la obra pública, es permitir que el campo se largue a producir. La competitividad del sector es infinita”, dice Berardi, para expresar luego que “la demanda, tal vez con precios más bajos, continúa firme”.

El ejecutivo agrega que, si en el corto plazo “el agro es importante”, en el largo plazo, “campo e industria” serán claves para la Argentina.

A dicha opinión, esta periodista la escuchó dos veces más en esta semana. La primera, por parte del presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña, doctor Jorge Rodríguez Aparicio, a quien al preguntársele cuáles podían ser los productos que más fácilmente podíamos colocar en Brasil, país al que la crisis ha golpeado fuertemente, no dudó en responder “alimentos”. A éstos, juntamente con la creatividad, los consideró como las dos grandes ventajas que presenta la Argentina.

Rodríguez Aparicio tiene una dilatada relación profesional y comercial con Brasil y en la capital provincial firmó un acuerdo de complementación con la Asociación de Dirigentes de Empresas. Junto con la Cancillería está preparando la Semana de Argentina en San Pablo, que tendrá lugar a partir del 16 de este mes.

A la segunda alusión la hizo el gobernador Hermes Binner durante la cena que precedió la apertura de Expoagro, llevada a cabo en Theobald, en el sur santafesino. El mandatario indicó que el futuro pasaba por “ la integración entre la industria y el campo”.

La muestra ha sido un enorme esfuerzo que ha tenido sus frutos en la cantidad de visitantes locales y extranjeros que la recorrieron. Juan José Bertero, ministro de la Producción, había señalado que, dadas las circunstancias, sobre todo para el sector de la maquinaria agrícola, se la debería ver como una oportunidad de negocios.

Por todo lo expuesto, por toda una tradición de incorporación tecnológica a la producción primaria, por la cantidad de puestos de trabajo que del sector dependen, el gesto de la presidenta Fernández de Kirchner debe convertirse en hechos palpables para los bolsillos del productor. El país hoy necesita producir más.