ANOTACIONES AL MARGEN

Chaplin en la fábrica de burbujas

Estanislao Giménez Corte

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I

La exacerbación del capitalismo respecto del tiempo como uso y la decisión de “maximizar” su utilización a límites inverosímiles tiene su mejor representación en una caricatura cinematográfica. Charles Chaplin la escribió, dirigió y actuó, en la década del ‘30. “Modern Times” (“Tiempos Modernos”, 1936) muestra brutal, irónicamente -y con el peso denso de verdad que tiene toda ironía- los abusos en el campo laboral, las exigencias sobrehumanas a los empleados y el control “mecánico” de las actividades del trabajador en el occidente desarrollado. Con la desmesura que conmina a la reflexión, un perplejo obrero (Chaplin) es hundido en el afán desequilibrado por elevar los índices de producción, a como dé lugar.

II

El film también representa, a su modo, una referencia a dos corrientes o conceptos vinculados con la organización industrial -y a la necesidad de que los tiempos de producción sean establecidos, regulados más bien, con precisión de laboratorio-: el taylorismo (en referencia Frederick Taylor, que esencialmente exigía una división de tareas como norma para la mejora), y el fordismo, sucedáneo o “evolución” de la anterior corriente. Al poner el énfasis en la producción en cadena o en serie, impulsada por Henry Ford, la misma dinámica industrial decantaría en un supuesto beneficio recíproco, como resultante de que, al tiempo que la producción en serie hace disminuir dramáticamente el costo por unidad (un mismo “master” u original da lugar a cientos de copias), “acerca” los bienes o productos de consumo a aquellos sectores que se encontraban imposibilitados de adquirirlos. Según este principio, finalmente todos serían beneficiados, obrero y capitalista, productor y consumidor. Las cosas, ya vemos, no son tan sencillas.

Fordismo y taylorismo se observan, aún hoy, como emblemas del avance del capitalismo de inicios del siglo XX; y son una metáfora de la forma en que surgieron, por imperio de la fuerza de los hechos, los movimientos sociales tendientes a disminuir la jornada de trabajo y obtener beneficios sociales y laborales para “humanizar” las condiciones laborales. Es decir, originaron en parte su propia resistencia.

III

Es importante señalar que los logros vinculados con los “derechos del trabajo”, desde el siglo XX en adelante, encuentran en su desarrollo ulterior una cierta paradoja: aquellas sociedades que necesitaban imperiosamente la fuerza de trabajo de los obreros para constituirse, habrían de dejar de considerar a los trabajadores como poco menos que esclavos. Ese estado de cosas desapareció. Hoy, vemos con estupor la implosión de lo que los entendidos llaman la “burbuja especulativa”, y leemos que enormes firmas, otrora símbolos pletóricos del capitalismo, echan de a cientos y a de miles y cierran sus plantas y se derrumban o nacionalizan. ¿Qué haría Chaplin para mostrar esta economía intangible y la desaparición de puestos de trabajo y de fondos que quizás nunca existieron? Quizás haría pases de magia y trucos con títulos, acciones y contratos, empujado por trasnochados jefes, y trataría de asirlos, con la desesperación del que pretende manipular burbujas que se le escapan y que ve en ellas algo real.