Concientización para tener instalaciones médicas seguras

Acciones para reducir la vulnerabilidad

de los hospitales frente a los desastres
 

 

Acciones para reducir la vulnerabilidad de los hospitales frente a los desastres

La inundación de 2003 dejó su marca en el edificio del hospital de Niños Dr. Orlando Alassia.

Foto: Amancio alem / archivo El Litoral

Mariana Rivera

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Hoy se conmemora el Día Mundial de la Salud -como cada 7 de abril- para recordar el día de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1948.

El enfoque para este año se centra en la necesidad de hacer que los hospitales e instalaciones de salud estén seguros frente a los desastres y otras emergencias, motivo por el cual este organismo internacional ofrece en su página web variada información sobre la factibilidad y urgencia de construir hospitales y centros de salud seguros frente a desastres, y da sugerencias para la acción individual y de organizaciones.

Los santafesinos tenemos mucho para pensar en este sentido, ya que un desastre natural -como el desborde del río Salado ocurrido en abril de 2003- fue el motivo por el cual el hospital de Niños Dr. Orlando Alassia se inundó y tuvo un metro y medio de agua en su planta baja, a cuatro años de su inauguración. Más allá del debate sobre su emplazamiento, desatado en su momento por el lugar elegido para la construcción de este nuevo y moderno establecimiento de salud, cerca del río Salado, hoy aquella discusión está superada ya que la catástrofe hídrica demandó a las autoridades provinciales reforzar las defensas de la ciudad por el borde oeste.

El trabajo coordinado de directivos y del personal de ese establecimiento de salud -referente del centro norte de la provincia- junto a organismos encargados de esta emergencia y personas que voluntariamente colaboraron en estas tareas permitió evacuar el hospital íntegramente, sin inconvenientes para los pacientes que estaban internados.

Posteriormente, el Alassia se organizó para seguir funcionando en el ex hospital Italiano, precariamente, en salas que se iban acondicionando para la internación y la asistencia de los pacientes ambulatorios. Siempre estuvo la decisión política de “rehabilitar a pleno” aquel nuevo edificio para que volviera a funcionar luego de esta catástrofe.

Nunca faltó la buena voluntad y predisposición de todos sus trabajadores para continuar con su tarea asistencial. Además, paralelamente, debieron encargarse -una vez que el agua del río se retiró del interior del edificio- de rescatar y recuperar todos los elementos que todavía servían, que el agua no hubiera deteriorado definitivamente. Las tareas específicas de limpieza y desinfección del edificio -fundamentalmente del material contaminante que había quedado en su interior- estuvieron a cargo de una empresa que fue contratada a tal efecto.

Para ello, se tuvieron en cuenta las recomendaciones del Instituto Malbrán y del Instituto Nacional de Epidemiología de Mar del Plata, tras lo cual se volvió a equipar el edificio remesas de muebles y otras máquinas nuevas para su puesta en funcionamiento. También debieron ser repuestos costosos equipos, como el tomógrafo con que contaba el Alassia, que fuera dañado por la inundación.

Para salvar vidas

El año pasado, se inició una Campaña Mundial para la Reducción de Desastres, cuyo tema era “Hospitales seguros frente a los desastres: reducir el riesgo, proteger las instalaciones de salud, salvar vidas”.

Durante estos dos años, la Secretaría de la Estrategia Internacional de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (ONU/EIRD) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el apoyo del Fondo Global del Banco Mundial para la Reducción de Desastres y la Recuperación, se asociaron con diversos gobiernos, organismos regionales e internacionales, organizaciones no gubernamentales y personas de todo el mundo para incrementar la conciencia acerca de cómo y por qué se deben redoblar los esfuerzos para proteger las instalaciones de salud y velar por su funcionamiento durante y después de la ocurrencia de desastres y situaciones de emergencia.

La propuesta apunta a prestarle especial atención a las amenazas naturales, en esta ocasión no aborda temas más generales sobre la seguridad hospitalaria y médica, tales como infecciones del personal y los pacientes, la reducción del margen de errores médicos o la capacidad de encargarse de epidemias masivas. En este sentido, la ONU/EIRD aclaran que “aunque todos estos temas son de por sí muy importantes y contribuyen a la seguridad hospitalaria en general, van más allá del aspecto central de la campaña mundial”.

Pero ¿qué es un hospital seguro frente a los desastres? Según explicaron, éstos pueden ser de diferentes formas y tamaños, además de urbanos o rurales, pero su seguridad frente a los desastres abarca más que la simple protección de la infraestructura física. Los hospitales son seguros cuando los servicios de salud son accesibles y funcionan, a su máxima capacidad, inmediatamente después de la ocurrencia de un desastre o de una emergencia.

Por eso, advierten que un hospital seguro no se desplomará durante un desastre, lo cual cobraría la vida de los pacientes y del personal; puede continuar funcionando y suministrando sus servicios esenciales cuando más se necesitan, ya que es una instalación de suma importancia para la comunidad; y, es organizado, cuenta con planes de contingencia establecidos y personal de salud capacitado para mantener la red en funcionamiento.

Para lograr que nuestros hospitales e instalaciones de salud sean seguros frente a los desastres -plantean- es necesario contar con un sólido compromiso al más alto nivel político, al igual que con el apoyo y la colaboración de todos los sectores de la sociedad.

Integridad física y funcional

Por otra parte, la OMS plantea que “en tiempos normales, los hospitales, las instalaciones médicas y los servicios de salud representan un recurso vital para las comunidades; en tiempos de crisis, éstos son especialmente cruciales. Aún así, han resultado severamente dañados o han dejado de funcionar después de la ocurrencia de un desastre. Existe un sinfín de ejemplos sobre infraestructuras de salud -desde sofisticados hospitales hasta pequeños pero vitales centros de salud- que han corrido esta suerte”.

La importancia de los hospitales -continúa- y de todos los tipos de instalaciones de salud va más allá de su función directa de salvar vidas. Éstos también son poderosos símbolos del progreso social y un prerrequisito para la estabilidad y el desarrollo económico. Por ello, se debe prestar atención a su integridad física y funcional en situaciones de emergencia.

La buena noticia es que con el conocimiento actual y con un sólido compromiso político, los países pueden reducir el riesgo existente en los hospitales y las instalaciones médicas, y lograr que sean más seguros frente a los desastres al reducir su vulnerabilidad ante las amenazas naturales.

Posteriormente, este organismo internacional recuerda que la Campaña Mundial para la Reducción de Desastres busca sensibilizar y efectuar cambios conducentes a proteger la vidas de los pacientes y de los trabajadores de salud, reforzando la estructura de las instalaciones médicas; velar porque las instalaciones y los servicios de salud puedan funcionar después de una situación de emergencia o de desastre, que es cuando más se necesitan; y, mejorar la capacidad de los trabajadores y de las instituciones de salud para reducir el riesgo, lo que incluye la gestión de emergencias.

Lo que hay que hacer

Por eso, insiste en remarcar que se pueden lograr estos objetivos al mantener un alto nivel de atención en torno de tan importante tema; al aprovechar todas las oportunidades para incrementar el grado de conciencia al respecto, mediante la inclusión de este tema en las agendas de las cumbres de alto nivel y las reuniones técnicas, y a través de la documentación y la socialización de las buenas prácticas existentes para que los hospitales sean seguros frente a los desastres.

Por último, agrega que también se logran al tomar en consideración todos los componentes más importantes de las redes de atención médica, como centros de servicios básicos de salud, bancos de sangre, laboratorios, depósitos y servicios médicos de emergencia; al fomentar la participación de la gama más amplia posible de profesionales en la identificación y en la reducción del riesgo, al igual que en el aumento de la resiliencia de las comunidades; al identificar la seguridad de los servicios de salud como un objetivo específico para que se tomen acciones en el marco de las políticas; y al facilitar la formulación de planes estratégicos de acción que incluyan a los gobiernos, al sector de salud y a otros actores importantes para abordar este tema.

 

 

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EL DATO

El Vera Candioti, también

El hospital de rehabilitación Carlos Vera Candioti de nuestra ciudad también se vio severamente afectado por la inundación. Cincuenta y dos días después de que se retirara el agua que lo invadió y permaneció durante 72 horas, volvió a sus actividades con normalidad, tras ser reacondicionado ediliciamente porque había sufrido severos daños.

El por entonces ministro de Salud, Fernando Bondesío, explicaba que este establecimiento de salud “se encuentra en una zona de alta peligrosidad y en su interior han quedado muchos elementos contaminantes”, al tiempo que aclaraba que “sólo después de una limpieza y un diagnóstico veremos qué haremos con este efector”. Mientras tanto, los pacientes continuaron sus tratamientos de rehabilitación en Alpi, institución que ofreció sus instalaciones para colaborar con el Vera Candioti.