Efectos en animales

Recopilan casos de malformaciones en ecosistemas agrícolas

Investigadores de la UNL evidenciaron las malformaciones que produce el glifosato y la muerte de las células nerviosas que la cipermetrina provocaría en los anfibios. Ahora están por publicar la primera recopilación en Sudamérica sobre malformaciones en agroecosistemas.

(C) Prensa UNL - El Litoral

Nuevamente se disparó el acalorado debate sobre los agroquímicos y sus efectos en la salud humana. La difusión de informes que relacionan la actividad rural con una mayor incidencia de cánceres y malformaciones: la disputa que incluye tanto la legislación vigente como su efectivo cumplimiento, o no: y, sumado también, el fantasma del dengue y la demanda social de fumigar para controlar la enfermedad: todo esto contribuye para que hoy los plaguicidas estén en el centro de la tormenta, otra vez.

Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) realizan evaluaciones ecotoxicológicas relativas a la incidencia de agroquímicos en las especies de anfibios regionales.

“En el caso del glifosato, hace 8 años hicimos uno de los primeros estudios en la Argentina que mostraba las malformaciones que podía producir sobre anfibios anuros, y algunos problemas en el sistema branquial, al actuar sobre el esqueleto en formación de estos animales”, detalló el Dr. Rafael Lajmanovich, docente e investigador de la UNL y el Conicet.

Las investigaciones también analizaron los efectos de otros insecticidas muy usados en el país: como la cipermetrina y el endosulfán. “Los anfibios expuestos a estas sustancias sufrieron apoptosis (muerte celular programada) de células nerviosas y genotoxicidad en células sanguíneas, respectivamente”, indicó el investigador.

Algunos compuestos fosforados también están siendo investigados en el Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB-UNL), pero de modo más reciente. “Estamos trabajando con algunas enzimas que son indicadoras y cuantifican la exposición a agroquímicos fosforados. En este caso estamos hallando distintas evidencias a nivel de campo porque encontramos animales cuyas enzimas están inhibidas. Esto indicaría que pueden estar potencialmente expuestos a plaguicidas fosforados”, continuó.

Dentro de esta misma línea de trabajo que surgió hace unos 15 años, los expertos reúnen información referida a malformaciones en agroecosistemas con el fin de publicar una recopilación al respecto, la primera en Sudamérica.

Los trabajos tuvieron lugar en la Escuela Superior de Sanidad de la UNL, el Instituto Nacional de Limnología (Inali) y la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y fueron desarrollados por la Dra. Paola Peltzer, Biol. Andrés Attademo, Bioq. Mariana Cabagna, Lic. Celina Junges y Agustín Bassó, bajo la dirección de Lajmanovich.

Del laboratorio al campo

Los anfibios son indicadores ambientales muy sensibles que están expuestos a diferentes tipos de sustancias. “Son animales que están en riesgo ecológico lo que quiere decir que tienen alta probabilidad de ponerse en contacto con sustancias químicas porque habitan en pequeños cuerpos de agua asociados o inmersos en sistemas agrícolas”, señaló Lajmanovich.

Pero a su vez, el investigador aclaró que el trabajo no trata sólo de evaluar el efecto que se puede llegar a obtener desde un ensayo de laboratorio “Después hay que tratar de buscar un correlato de ese efecto supuesto que uno logra en el laboratorio con una situación real a campo, eso es mucho más difícil”, explicó el investigador. Lo que se encuentra en el trabajo de campo es algún tipo de evidencia, pero es muy difícil de relacionar con un efecto de un agroquímico en particular. “Lo que uno hace en el laboratorio es una simulación, para poder tener un modelo de estudio de cuál sería el efecto que se produce, pero eso en la realidad no es tan así porque ningún producto actúa solo”, aclaró.

En el ambiente hay una sinergia tanto de compuestos como de factores ambientales -como puede ser el pH, distintos niveles de nitrógeno y otros- que hacen al ecosistema en su conjunto. “Es aventurado extrapolar ensayos de laboratorio a situaciones reales de campo. Pero si se debe, luego, interpretar cuáles son las tendencias tanto poblacionales como de la comunidad en su conjunto”, afirmó.

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Radiografías dorsales de los miembros posteriores de Leptodactylus mystacinus, mostrando la extremidad posterior anormal.

Foto: Gentileza UNL

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ADEMÁS

Aunque técnicamente es un ácido, se usa comúnmente en forma de sales, siendo la más común la sal isopropilamina (IPA) de N- (fosfonometil) glicina, o sal isopropilamina de glifosato, altamente soluble en agua y prácticamente insoluble en solventes orgánicos.

Su nombre comercial más conocido es el Roundup, del cual existen varias formulaciones, que se caracterizan por contener 480 g/l de sal IPA de glifosato y el surfactante POEA (polioxietil amina). Generalmente, esos surfactantes son los que confieren altas dosis de toxicidad.

Investigaciones han advertido que el surfactante Poea causa daño gastrointestinal y al sistema nervioso central, problemas respiratorios y destrucción de glóbulos rojos en humanos.

El principal metabolito en la degradación del glifosato en ambientes terrestres es el ácido aminometilfosfónico (Ampa), que es tóxico.

El glifosato puede contener cantidades de N-nitroso glifosato; este compuesto también puede formarse en el ambiente al combinarse con nitratos (presentes en saliva humana o fertilizantes). La mayoría de los compuestos N-nitroso son cancerígenos.

El formaldehído también es cancerígeno, y es producto de descomposición del glifosato. La agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ha encontrado que exposiciones a residuos de glifosato en aguas de consumo humano por encima del límite máximo autorizado (0,7mg/l) pueden causar respiración acelerada, congestión pulmonar, daño renal y efectos en el sistema reproductivo humano.

¿Qué es el glifosato?