Según Chavela Vargas
“Voy a pasar de los 90,
porque así está escrito”
La afamada intérprete de canciones memorables y dueña de un particular estilo dice en una entrevista que deja “un legado muy grande”.
De la redacción de El Litoral
En puertas del homenaje que le dedicó Ciudad de México y embozada en su eterno poncho rojo, la leyenda inmortal en que se ha convertido Chavela Vargas se muestra decidida a superar los 90 años que acaba de cumplir, por orden del destino.
“Noventa años se dice pronto, ¿verdad? Póngase a hablar consigo misma, repetir un año, otro año, otro año, hasta llegar a noventa”, se emocionó en una entrevista con EFE en la capital mexicana.
“Dejo un legado muy grande, de todo mi amor hacia México, las cosas que he vivido, con las gentes que he estado, todo eso lo tengo guardado”, apunta detrás de sus gafas oscuras, con un hablar trabajoso y reposando en su silla de ruedas.
Y confiesa: “Tengo miedo ya de rebasar los noventa, posiblemente lo haga porque así está escrito”.
Chavela, cuya voz es un paradigma de la tristeza y la soledad en decenas de clásicos musicales de Iberoamérica desde hace más de medio siglo, recibió el martes 21 ppdo. la medalla de Ciudadana Distinguida otorgada por Ciudad de México, en uno de los teatros más antiguos de la metrópoli.
“Estoy muy emocionada, muy contenta y siento que va a estar conmigo el corazón de México, (país) que amo, esta tierra, aquí me quedé para siempre”, apunta, inmóvil, lúcida.
Amor por la parranda y el tequila
Nació en Costa Rica y emigró a México en su adolescencia. Conoció a Frida Kahlo, Diego Rivera y un sinfín de figuras de la época. Su amor por la parranda y el tequila, su hechizo sobre los maestros compositores la hizo legendaria. Lleva más de veinticinco años sin beber un trago del alcohol, que casi la destruyó.
“Yo pienso que cada ser tiene lo que merece. Si yo la he merecido (la medalla), ahora la tengo, justamente por merecimiento”, argumenta, consciente de dejar tras de sí “un legado muy grande”.
Las perlas amargas escritas para ella por José Alfredo Jiménez y Agustín Lara, entre otros, adoptaron en el tributo a su figura la voz de varias compatriotas ilustres.
La delicadeza alegre de Julieta Venegas, el trueno melódico de Eugenia León y el arrojo cabaretero de Astrid Hadad -todas ellas mexicanas- tomaron las canciones que han roto corazones desde los labios de Chavela.
Otros amigos, como los españoles Joaquín Sabina y Miguel Bosé, estuvieron presentes a través de la magia del video.
El año pasado, pese a haberse retirado de los escenarios en 2006 -con 87 años-, protagonizó un memorable concierto en el Auditorio Nacional, en el que hizo gala de un aguante considerable y de que su voz, frágil como un riachuelo cuando habla, es todavía un furioso torrente sobre el escenario.
“Esas noches se recuerdan siempre, las lleva uno en el alma, esa cosa intangible”, recuerda.
Su música ha conquistado la frontera de las generaciones: “Yo les pregunto (a los jóvenes) qué es lo que sienten, cómo mi música los hace llorar”.
Y especula: “(En ella) se ocultan una serie de cosas sentimentales, maravillosas, que son las cosas que ayudan a vivir”.
Con nueve décadas a sus espaldas, Chavela sigue su camino. Lo tiene claro. “Me voy a divertir mucho”, sonríe.