alimentos transgénicos

“La oposición es ideológica”

Es lo que plantea el español Francisco García Olmedo, referente mundial en biotecnología. También dijo que hay que intensificar la producción para atajar la demanda alimentaria.

Gastón Neffen

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Enviado Especial (Rosario)

El Dr. Francisco García Olmedo, reconocido experto español en biotecnología, estuvo esta semana en Rosario para disertar sobre cultivos y cambio climático. Pero en realidad destinó su conferencia a pensar el triple desafío que está asumiendo la agricultura. Producir más alimentos, acompañar la diversificación de la matriz energética (con los biocombustibles) y ser más sustentable ambientalmente.

García Olmedo es licenciado en química y se doctoró en ingeniería agronómica. Es docente de Biología Molecular en la Universidad Politécnica de Madrid y es un apasionado defensor de la biotecnología. “La oposición a los transgénicos es ideológica”, insistió una y otra vez, en una entrevista exclusiva con Campolitoral.

“En 25 años de investigación científica no hay una sola contraindicación a los granos y verduras que se producen así”, afirmó convencido, unos minutos después de hacerse cargo de la conferencia inaugural del “VII Simposio Nacional de Biotecnología (REDBIO Argentina)”, que se realizó esta semana en la Bolsa de Comercio de Rosario.

Este catedrático parece haber perdido la fe en la discusión pública sobre los organismos genéticamente modificados (OGM), a pesar de que escribió dos libros recientes sobre el tema: “La tercera revolución verde” (1998) y “El ingenio y el hambre. De la revolución agrícola a la transgénica” (2009).

— ¿Por qué existe temor a los alimentos genéticamente modificados?

— Los científicos que no han comunicado al público estas cuestiones tienen la idea de que si se informa la gente se convence. Yo soy más escéptico. Pienso que se trata de un debate ideológico. La publicidad de algunas ONG ecologistas, como Greenpeace, es desleal y desacredita la producción convencional de granos, frutas y verduras. Se vende el miedo a los alimentos y a los científicos nos acusan de cobrar de las multinacionales. Yo he llegado a mi casa, luego de participar de estos debates, sintiendome muy mal.

En artículos y entrevistas periodísticas, García Olmedo ha ido todavía más lejos. Afirmó que existe “un aparato represor de los transgénicos” y planteó que “la agricultura ecologista” (orgánica) no sólo es menos eficiente, sino que causa un mayor daño al medio ambiente.

“El mayor impacto ambiental de la agricultura es el uso del suelo —sostuvo—. La agricultura ecológica está atrasada tecnológicamente y necesita ocupar más tierras para generar la misma cantidad de alimentos”.

En el mundo, la superficie cultivable se está achicando. “Hace treinta años teníamos media hectárea por persona de suelo laborable, y ahora tenemos un cuarto”, advirtió este experto, en una entrevista reciente. El problema es que la población mundial sigue creciendo y reduce todavía más esa brecha.

Ante este dilema, García Olmedo piensa que la agricultura debe intensificarse para disminuir la presión sobre las selvas y bosques naturales que son grandes almacenes de dióxido de carbono. “Cuando más torpe es la agricultura el impacto ambiental es mayor. Si queremos conservar el Amazonas hay que producir más intensivamente, sino que es lo que van a comer los brasileños”, se preguntó.

No es la primera vez que la humanidad enfrenta esta encrucijada. En sus libros, el profesor español recuerda que en la prehistoria el hombre dejó de ser “cazador y recolector” —e incorporó las técnicas agrícolas y ganaderas— porque con ese estilo de vida no lograba producir la cantidad de alimentos que necesitaba.

A comienzos de la modernidad, el crecimiento demográfico europeo volvió a “superpoblar el mundo”. En este caso, la respuesta fue la revolución industrial. García Olmedo cree que las semillas transgénicas y las nuevas técnicas agrícolas (la siembra directa, la agricultura de precisión, etc.) —en sus palabras “la revolución verde”— son la respuesta actual a un escenario poblacional que complica el acceso a los recursos alimentarios y energéticos.

— ¿Por que Europa rechaza los transgénicos?, insistió Campolitoral.

— Las barreras son ideológicas y se usan mentiras flagrantes para descalificarlos. Los transgénicos no tienen ninguna contraindicación que no tenga la agricultura. De cara a los retos alimentarios que enfrentamos no es viable generar alimentos sin el aporte de la biotecnología.

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“Se vende el miedo a los alimentos y a los científicos nos acusan de cobrar de las multinacionales”.

Francisco García Olmedo

Universidad Politécnica de Madrid

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Polémica. García Olmedo afirma que la agricultura ecológica está atrasada y obliga a ocupar más tierras para producir la misma cantidad de alimentos.

Foto: efe

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El debate sobre las bioenergías

En su conferencia, García Olmedo destacó que el principal motivo para estimular los biocombustibles debe ser la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero. “Y hay que reconocer que en este momento el biodiésel y el etanol son una forma costosa de reducir esas emisiones”, aseguró García Olmedo.

Lo dijo porque está convencido de que la competencia con los alimentos es un problema serio, para un sector agroalimentario que necesita producir más carne, más granos y más leche, en el marco de un recurso suelo “que no puede estirarse mucho más”.

García Olmedo contó que hay dos trabajos científicos, que se publicaron en la revista Science, que concluyen que la conversión de selva tropical, sabana o turberas en superficies para producir biocombustibles generan una deuda de dióxido de carbono liberado que nos puede llevar muchos años en pagar. “Se duplicarían las emisiones durante 30 años y las aumentaríamos por 160 años”, especificó.

Su conclusión es que los biocombustibles pueden realizar un aporte importante para complementar la ecuación energética, pero no mucho más por ahora. “Y de ninguna forma puede servir de coartada para seguir desperdiciando energía”, aclaró.

Habrá que esperar la evolución de las bioenergías de segunda y tercera generación (que procesan residuos agrícolas, forestales, algas y muchas otras fuentes de alcohol, grasas y aceites) para poder estimar cuánto pueden reducir la dependencia de los combustibles fósiles.