Del paso fugaz de Carlos Delfino
“El idioma es lo más duro de todo”
El escolta santafesino, en una amena charla, se refirió a su equipo ruso; a la lesión y a la selección argentina. También hizo comentarios acerca del clima y las comidas.
Marcelo Mendoza
Carlos Delfino tuvo un paso fugaz por nuestro medio. Fue por espacio de 48 horas, un breve descanso a raíz del parate de la competición basquetbolística en Rusia, por lo que aprovechó la oportunidad para estar en el festejo de los 8 años de su hija Milagros, junto a familiares y amigos.
Con el escolta del Khimki, El Litoral mantuvo la siguiente charla.
—¿Cómo estás terminando la temporada?
—Bien. La tomo como positiva, porque hubo un momento que me asusté por la lesión; parecía que se terminaba y volví, comencé a tener confianza y minutos en cancha. Ahora me siento mucho más comprometido, justo cuando falta la parte más importante del torneo.
La temporada del equipo y mía fue de muchos altos y bajos; pero estamos motivados para tener un buen cierre. Mucho tuvo que ver el tema de las lesiones y el período de adaptación; nos quedamos en las puertas de la Eurocopa y ésta es la última cosa que nos queda para finalizar bien la temporada.
—¿Por qué esa irregularidad del equipo?
—Tiene la irregularidad de un equipo nuevo. Ha cambiado a varios jugadores que eran pilares y todavía no están ensamblados los que son más nuevos. Para peor, en el momento que comenzamos y empezaron los pequeños problemas se cambió al entrenador.
También aparecieron las lesiones; hemos tenidos tres jugadores con lesiones de rodilla, dos con lesiones de hombro. El equipo nunca logró esa fluidez necesaria; ese andamiaje que te lo da el trabajo diario y el hecho que estar conociéndote y compitiendo.
También mucho tuvo que ver el cambio de entrenador. De uno al que le gustaba correr mucho y libre a otro al que le gusta correr pero con una definición un poco más esquematizada, con un libreto, en forma ordenada
—¿Qué es lo que más cuesta: el clima, la distancia, el idioma?
—La distancia no, porque uno ya está acostumbrado, pese a que siempre extraño estar en Santa Fe. El idioma, creo yo, es la peor de las cosas: uno pierde saber qué dicen los compañeros, qué dice la gente o los periódicos. Uno está un poco aislado; es la parte más dura de todo. Intenté aprenderlo pero no pude.
En cuanto al frío, creo que me estoy acostumbrando, por lo que no pasa nada al respecto. El hecho de jugar ochenta partidos en cuatro meses, hacerlo un partido por semana o a estar dos o tres semanas sin jugar, por ahí a uno le cuesta estar trabajando mucho en el taller.
—¿Hay alguna comparación de la liga rusa con alguna otra europea?
—Se asemeja mucho a los primeros tiempos en que jugué en la Liga Italiana, que era bastante larga.
La rusa es una liga con árbitros muy especiales; en la que los equipos tienen muchos extranjeros, a pesar de que siempre tiene que haber dos rusos en cancha. Hay que estar volviendo a aprender algunas cosas; es como cambiar el chip de nuevo. Ahora estoy bien, ya pasé la parte peor.
Aquella final perdida
—¿Cómo quedaron después de perder la final de la Eurocopa?
—Con un triste sabor amargo. Una vez en el hotel, creí que había estado dormido, que había soñado y que recién tenía que partir a jugar; son cosas que pasan. Los malo es cuando te suceden en una final, tan cerca de lograr el objetivo y cuando reías que tenías todo controlado.
Se aprende mucho, a no confiarte, a estar concentrado los cuarenta minutos. Ojalá nos sirva para el futuro; fue un golpe muy duro, que nos tocó mucho. Lo mejor era volver a la cancha lo más rápido posible y nos costó. Y en el primer partido de los play offs estábamos todavía medio pavos, con falta de confianza. Pero creo que finalmente pasamos la prueba.
—¿Se ven finalistas?
—Sí, creo que podemos llegar alto pero hay que cambiar un poco la mentalidad. En Rusia se preguntan quién va a salir segundo, detrás del CSKA. Este último equipo viene saliendo campeón desde hace varios años pero nosotros, los que venimos de afuera no le tenemos respeto. Queremos salir campeones, no importa el equipo que esté por delante.
—¿Cómo ven el básquet argentino?
—Lo respetan mucho, en líneas generales al deporte argentino. No solamente el básquet el tema de charla en idioma español sino también el fútbol. Me he cruzado con algunos futbolistas pero no tuve una larga charla por el tema de los torneos, el frío y los viajes. La vida social mía fue muy dura aunque es la primera vez que en una temporada salgo tres veces.
—¿Extrañas nuestras comidas?
—A las comidas rusas, directamente las esquivé, porque son muy picantes, distintas y no sabía en qué consistían. Tuve la suerte de haber encontrado un restaurant argentino que se llama El Gaucho, un poco recomendado por Wolkowiski y otro por Marco Pozeco. También van los americanos, casi todos los días. Moscú es una ciudad muy grande, donde se puede conseguir cualquier cosa. No me ha faltado ni la carne argentina ni el dulce de leche. He tenido todo para tratar de sentirme como en casa.