Nydia Andino habla de la vida

Recientemente, se presentó en el Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas un nuevo número de los fascículos creados por el crítico Domingo Sahda. En este caso, la artista es la talentosa y creativa Nydia Andino. Aquí, la reproducción de algunos textos.

Domingo Sahda

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Ex profeso quiero hablar de obras y no exclusivamente de pinturas, las que con ser lo preeminente en esta exhibición (presentada en el MMAV) no son lo único. Se muestra además una carpeta de bellas serigrafías, además de pequeñas piezas modeladas y un muy interesante video en torno de la obra, razones y procesos creadores de la expositora, quien muestra y se muestra en todo su potencial expresivo, aleccionador para muchos otros.

La voluntad de trabajo y la íntima convicción del valor que reviste ser uno en la multitud diciendo su verdad caracterizan a esta muestra. Andino se lanza a concretar la pieza única, la pintura, y no vacila, ante la edición múltiple de la serigrafía. Explota el plano y bucea en la tridimensión. La aventura de crear está aquí manifiesta. La muestra que se exhibe está bien dispuesta, provocando la impresión de museo vestido de fiesta en la que los esplendentes colores se desprenden de la superficie de los cuadros y asaltan al paseante urgiéndolo en el trayecto, que se va ralentando paulatinamente ante cada descubrimiento plástico.

Pintura exuberante la de Nydia Andino, de valoración y afirmación genuina del pintar como camino de develamiento de la escena del mundo; así, sin proponerse demostrar ninguna teoría. Intuye y opera. Para ella la pintura es pintar y no un teorema a demostrar. Ningún tinte le es ajeno a esta paleta saturada hasta el paroxismo. No obstante ello, en ningún momento aparece el color como vertiente turbia de pigmento desbordado. Su estridencia simula la vida que estentóreamente se muestra tal cual según autora la percibe, sin medias tintas o veladuras ambiguas.

Nada de esquemas compositivos recetados. Nada de preceptivas de academia. Se trata de vibrar en una comunión expresiva que recuerda la luminosidad del mediodía. Lejos de prolijidades y retoques, la artista plástica se expresa, busca, construye, tacha, dibuja sin paralizar el ritmo zigzagueante del pincel, que en su ritmo enfebrecido ocasionalmente se aturde a sí mismo. La forma contrastada es la excusa para la oposición cromática que elude los pasajes. Algunos cuadros -retratos- se deslizan levemente hacia el comentario predeterminado, cediendo en la audacia de pintar por la necesidad de describir más prontamente el gesto es retomado.

El acto de crear

Andino habla de la vida desde su taller, y su alfabeto y escritura es el color que a punta de pincel subraya, logrando en algunas piezas asomarse a la maestría del acto de crear a pura intuición, sin tapujos. Con la astucia del niño, la artista plástica provoca con su obra, y así, las texturas visuales logradas estallan con la densa materia que se recorta, enlazándose con el plano siguiente, por oposición o contraste. Los cuadros se construyen por progresivos acoplamientos de áreas planas, en tanto que la línea se constituye en perfil o arabesco, en sintonía con la intencionalidad de quien expresa su vibración y la traduce. El humor, la socarronería, como bien se dice en la presentación del catálogo, sobrevuela y se asoma aquí y allá, con aire de graciosa broma, señalando cosas, así, como al pasar. Lo dicho está hecho con la frontal seguridad de quien se atreve a ser ella misma. Con sus más y con sus menos hace de la obra, aun sin proponérselo, un comentario sobre la vida urbana, tocando con su mirada, transformando cada perfil en la seguridad de que la línea o el surco del pincel lanzados al espacio detendrán la fuga del tiempo. El gesto de la pintura constata el profundo sentimiento de tocar fondo al crear sin ataduras.

Las serigrafías conforman una carpeta de trabajos en los cuales idéntica imagen se transforma y por obra de los procesos propios del género se muestran como delicadas obras; sin desdeñar ni torcer el discurso formal o cromático induce a la mirada a recorrerlas, gratificándose en sucesivos hallazgos de acordes de color y desenfadada resolución en el plano. Estas piezas no exigen ni pretenden disquisiciones sesudas. Son. Y como tales se juegan a todo o nada. Con estas serigrafías, tanto como con las pinturas aludidas, Nydia Andino no revoluciona el arte pictórico, pero sí airea el espacio.

Las piezas modeladas de reducido tamaño e interesante resolución trasladan, con economía de significantes compositivos, a la tercera dimensión, la iconografía bidimensional, exigiendo a la densa materia y a la refractación de la luz que definan el carácter de las mismas. Adquieren una proyección expresiva con visajes propios dentro de la economía con que están hechas. Párrafo especial merecen cuatro dibujos-collages con que la autora ilustra un apartado de la obra literaria “Tacuara y Chamorro”. La poesía que rezuman los mismos hace pensar acerca de tanta obra gráfica estereotipada que ilustra asuntos similares al que nos referimos, desaprovechando resoluciones como las que Andino propone, las que trasuntan el ángel de la infancia. La grácil elegía que se desprende de los mismos nos muestra cómo se puede hablar del lugar desde una mirada original que no pide prestada su imagen a la ramplonería mercantil, acertando en lo esencial.

La exposición en su conjunto se percibe como sólido esfuerzo de quien, en la madurez expresiva, continúa explorando hipótesis plásticas, sin extasiarse ante sí misma ni posar de artista.

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Nydia Andino habla de la vida

“Aquiles en la costanera de Santa Fe”. Acrílico sobre madera.

Nueva edición de Creadores santafesinos

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ADEMÁS

Aires de frescura

Domingo Sahda

El Litoral-Julio 2001

¿Por qué es buena esta pintura? Porque respira aires de segura frescura, porque no es obra insuflada de presunciones doctorales ni fruto de sesudas cavilaciones. Como río que fluye incontenible, dándose a uno u otro lado, así aparece la obra expuesta. Provocará algún desconcierto, ¡cómo no!, sobre todo en quienes piensan al arte plástico como un aplicado “deber”. Pero no nos engañemos, tampoco estamos frente a una obra de improvisada tesitura o de ejecución superficial. Hay un corazón que bate al compás del trazo que deja el pincel. Y esto no es una frase dicha al garete en tanto se la asocie al “objeto-caja” cuyo título dice: “Si lo deseas, levanta la tapa”. Un corazón modelado y pintado está ahí, a la espera. Eso es lo que guarda el pequeño cofre, colofón de la exposición “Flor de ilusión”. Trabajo y persona en unidad total. Tómelo o déjelo.