DESTINOS

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La Iglesia de Santa Maria della Salute, uno de los principales edificios del barroco veneciano.

Mitos y realidades de una ciudad única

Atrincherada en su belleza y sus rituales centenarios, Venecia derrota el paso del tiempo.TEXTOS. NIDIA CATENA DE CARLI.

Venecia tiene la extraordinaria particularidad de ser bella, magnífica, única e irrepetible. No existe otra que pueda compararse a esta ciudad laberíntica, cuyo diseño urbano se parece a un espléndido encaje hecho de agua, piedra, aire de mar y casi quinientos puentes y puentecillos que unen los ciento dieciocho islotes que la conforman situados en una extensa laguna que se codea con el Mar Adriático.

Conocer Venecia es un desafío, casi un reto para el viajero. Más aún, tratar de descubrir los innumerables misterios que se intuyen ocultos, en esta atmósfera plena de encantos que a uno lo rodea al recorrer sus callejuelas estrechas, con casas de tres a cuatro pisos, que se aprietan entre sí por la escasez de espacio, con ventanas antiguas que se abren a poca distancia una de otras, donde la llamada “vida privada” no es tan privada.

Naturalmente en Venecia no existe ningún automóvil, los únicos objetos con ruedas son las carretillas de los cargadores, algún que otro ciclista y los triciclos de los vendedores ambulantes que pasan atestados de mercaderías rumbo a sus puestos en el malecón.

Todos los servicios públicos son singulares y apropiados a sus características. Como ejemplos pueden citarse la magnífica red de autobuses acuáticos vaporetto que transportan millones de pasajeros al año o, si no, las románticas góndolas casi siempre paseando a una pareja de tímidos japoneses.

Resulta insólito encontrar semáforos en la intersección de algunos canales, lugar desde donde la policía vigila y moviliza en pequeñas lanchas rápidas o simplemente en botes a remo.

UNA CIUDAD DISTINTA PARA GENTE DIFERENTE (1)

La gente que vive en Venecia tiene caracteres muy propios, diferentes al resto de Italia como su aspecto, sus modales, su forma de pararse y de caminar.

El dialecto es tan fuerte y tenaz que ha dejado sorprendido a los lingüistas que se embarcaron en la difícil tarea de descifrarlo, para llegar a la conclusión de su compleja hibrides, pues tiene expresiones y palabras del griego, francés, árabe y hasta del alemán.

Escucharlos conversar o disentir vale la pena, siempre y cuando no nos quieran involucrar a nosotros en esa maraña incomprensible de palabras y expresiones. Por consiguiente, cuando hablan italiano suena muy distinto para los que estamos acostumbrados a la dulce tonada toscana o el simpático tono de la gente del lascio. En cuanto a otros atributos, el veneciano es discretamente amable, reservado, cortés y ceremonioso.

Lo más bello de los venecianos son sus ojos, de un color que recuerdan las aguas de los mares que por más de mil años surcaron y se enseñorearon... Su mirada de expresión a veces límpida, a veces enigmática, y en ocasiones sagaz y calculadora.

LA PIAZZA SAN MARCO

Venecia no es una ciudad grande, pero la masa compacta de las sestieri, los seis distritos de origen: San Marco, San Polo y Santa Croce, Cannareggio, Dorsoduro y Castello guardan tantas venecias como canales.

Pero la ansiedad del viajero lo lleva primero, sin dudas, a Piazza San Marco. Hay que ver y recorrer esta inmensa plataforma de piedra abierta al cielo y al agua, que Napoleón llamó al verla “El salón más bello de Europa”.

Para los Venecianos es simplemente “La Piazza” y no “campo”, como se denomina a las otras plazas de Venecia, ésta da una idea del rango primordial que ocupa para sus habitantes desde tiempos de la República, cuando se constituyó en el centro político y religioso de la ciudad, escenario de todos los hechos significativos que jalonan la historia de Venecia.

Actualmente, sigue siendo el enclave predilecto de los visitantes del mundo entero, que naturalmente se sienten atraídos tanto por la piazza como por los monumentos que la circundan, entre los que se encuentran el “Campanille” donde Galileo probó su telescopio, la torre guía de los navegantes que se desplomó en 1912 y se reconstruyó años más tarde, dándole las mismas dimensiones y diseño. Pero, sin dudas las joyas máximas son la “Basílica de San Marco” y el “Palazzo Ducal”.

LA BASÍLICA DE SAN MARCO

Es el monumento arquitectónico religioso más convocante de Venecia. De esto pueden dar cuenta las filas interminables de turistas y fieles, que desde hora temprana esperan con emoción poder transponer los portales de la entrada.

Fue construida para guardar y venerar el cuerpo y las reliquias de San Marco traídas desde Alejandría en el siglo IX. Su núcleo tuvo como patrón una basílica románica comenzada en el 830, luego destruida por un incendio en el 976, más tarde reconstruida y ampliada. Para tales fines, el Dux Pietro Orséolo II hizo venir de Oriente la más calificada mano de obra; es así como llegaron los mejores obreros, artesanos, orfebres y pintores de aquellas lejanas latitudes.

Su mandato era claro: la Basílica de San Marco debía exceder en belleza y magnificencia a Santa Sofía de Constantinopla. Con este fin impartió órdenes precisas a los buques venecianos que recorrían el Mediterráneo: cada uno de ellos debía rendir cuentas, aportando algún elemento precioso para ser incorporado a este sagrado edificio.

Por esta razón, su espléndida fachada ostenta objetos bizantinos, románicos, góticos y renacentistas. Entre ellos se destacan una artística puerta que perteneció al templo de Santa Sofía. El grupo de caballos de bronce dorado que se encuentran en un balcón central pertenecen al arte griego (siglo IV a.J.C.) y, así, centenares de objetos de las más diversas latitudes ornamentan esta fabulosa obra.

En el interior de este templo podemos ver numerosos testimonios de veneración religiosa, tales como un altar de granito traído de Tiro en el siglo XII, desde el cual -se dice- Jesús habló a la muchedumbre, también la pila bautismal, en la que se narran episodios de la vida del Bautista.

El lugar más venerado de la basílica es el Presbiterio, donde está situado el Altar Mayor que contiene, detrás de una reja tenuemente iluminada, el sarcófago con los restos de San Marco y la célebre Pala de Oro, una verdadera obra de arte de la joyería veneciana (S.XIV). Tiene forma rectangular y están engarzados en ella un sinnúmero de piedras preciosas y ochenta esmaltes; fue realizada en el siglo XIV por el reconocido artista G. Boninsegna en el siglo XIV.

El refinado arte del mosaico se despliega rutilante con sus destellos dorados, cubriendo una superficie de 4.000 m2, y se realizaron a lo largo de 700 años.

A pocos metros de la entrada de la basílica se encuentra el “Reloj de los moros” que desde hace nada menos que cinco siglos nos da la hora de cada día con pasmosa puntualidad. A las figuras masculinas que hacen tañir las campanas se las llama “moros”, debido a la pátina oscura que fue cubriendo sus cuerpos a través de los siglos.

La maquinaria del mismo es una obra genial ya que, además de marcar las horas y los días, señala el curso de los planetas y las estrellas.

Los visitantes que pasean por la plaza se apresuran cuando llega la hora en que los “moros”, puntualmente, comenzarán con su fatigosa tarea de hace siglos.

(1) De “Narraciones Peregrinas”. N. Carli.

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Navegando por la vía más importante de Venecia, el Gran Canal.

EL ARTE EN VENECIA

El arte veneciano, vinculado en sus orígenes a las formas inspiradas en el oriente bizantino, se fue abriendo nuevos caminos, ya con el gótico florido, típico de numerosos monumentos de la ciudad, ya con el estilo renacentista que -especialmente en pintura- dio algunos de los mayores genios del arte italiano: Giovanni Bellini, Antonello da Massina y, más tarde, Giorgione con quien se abre el clásico siglo XVI.

De Giorgione arranca el gran Tiziano y sucesivamente triunfan: Tintoretto, Veronés, Lotto y muchas glorias más que han dejando su impronta.

Surgen también grandes maestros en arquitectura con Jacobo Sansovino, Bannicheli y el grande entre los grandes: Andrea Palladio que llevará el triunfo del Renacimiento véneto a Venecia y a las villas de tierra firme.

Resulta insólito encontrar semáforos en la intersección de algunos canales, lugar desde donde la policía vigila y moviliza en pequeñas lanchas rápidas o en botes a remo.

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típica postal de la ciudad de los canales. Foto: Gustavo Vittori.

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