EDITORIAL

Reflexión de O. Arias sobre Latinoamérica

Oscar Arias es el actual presidente de Costa Rica, un verdadero oasis de democracia en una región que inventó a los dictadores bananeros de derecha e izquierda. La estabilidad institucional de este país se corresponde con una economía que equilibra la iniciativa privada con precisas regulaciones estatales y la ausencia de un ejército nacional. Como suena. En Costa Rica, como consecuencia de las permanentes actividades facciosas de los militares en cierto momento de su desarrollo histórico, se decidió prescindir de las Fuerzas Armadas. Curiosamente, la ausencia de militares en una región que durante décadas fue un volcán no afectó la seguridad interna. Todo lo contrario. Asimismo, el país no perdió identidad ni soberanía, pero ganó en recursos económicos.

Oscar Arias se hizo presente en la Cumbre celebrada en Trinidad Tobago. Allí abundaron los discursos de los mandatarios, habitualmente ceremoniosos y retóricos, plagados de lugares comunes y buenas intenciones. Sin embargo, esta vez ocurrió algo distinto. La nota no la dieron las histéricas parrafadas de Chávez, ni las habituales tardanzas de la presidente argentina para sacarse una foto, sino el discurso de Arias, diciendo que ya era hora de que los países de América Latina asumieran sus responsabilidades y dejaran de echarles todas las culpas de sus desgracias a los Estados Unidos y al imperialismo.

En un texto muy bien elaborado, Arias recordó, por ejemplo, que las universidades de América Latina son más antiguas que las de EE.UU. Señaló que, a mediados del siglo pasado, muchos países al sur del Río Bravo eran más ricos que Corea o Singapur. Observó que, a principios del siglo XX, Portugal, España, Italia y Grecia estaban muy por debajo de los principales países de América Latina en los índices sociales de crecimiento.

Y así, repasando la historia, fue señalando cómo crecieron algunos países, cómo se desarrollaron otros y cómo los de América Latina se estancaron. “Algo hicimos mal” , concluyó Arias ante un auditorio donde predominaban mandatarios que siguen imputándole a EE.UU. la autoría de todos los males, un auditorio integrado por presidentes como Chávez, Ortega o la señora Kirchner que, entre otros, han transformado al relato antiimperialista en una excelente coartada para disimular carencias, corruptelas y ambiciones autoritarias.

Arias tiene autoridad moral para decir lo que dice. No se trata de un “gerente de los yanquis” o algo por el estilo. Fue dos veces presidente, sus gestiones a favor de la coexistencia pacífica le valieron el premio Nobel de la Paz, entre otras menciones honorarias. Su discurso da en el centro del verdadero debate que debemos sostener los latinoamericanos. ¿Qué hicimos mal? ¿Por qué tanta inestabilidad institucional? ¿Por qué la incapacidad crónica para generar riquezas?¿Por qué tanta corrupción? ¿Por qué tanta pobreza? ¿Por qué tanta falta de ideas para salir del cepo del estancamiento? Hacía rato que entre nosotros no se oía una voz tan clara, lúcida y madura.