Mesa de café

¿Emitir bonos?

Erdosain

Abel está nervioso. Radical de toda la vida, sus nervios están relacionados siempre con los problemas de su partido. Pide un café y lo toma de un trago como si fuera agua. Pide otro. José lo mira con una sonrisa. No es burlona pero sí irónica. Peronista de toda la vida, los problemas de los radicales lo ponen de buen humor. El que está eufórico es Marcial. Eufórico al estilo de Marcial -es decir, siempre contenido-, tratando de no perder la línea como él mismo dice. Conservador y liberal desde siempre, entiende que Reutemann es el candidato que mejor lo representa.

Abel lo llama a Quito y mientras espera al mozo comenta que las declaraciones del diputado radical Marcucci a favor de emitir bonos son el mejor favor que el oficialismo le hace a la oposición peronista.

—No entiendo que alguien pueda ser tan torpe -dispara. ¿No podría haber esperado que pasen las elecciones para hacer disquisiciones académicas sobre la historia de la moneda? -pregunta angustiado.

—Esto demuestra -contesta Marcial- que cuando nosotros decíamos que estaban administrando mal la provincia no mentíamos. Uno de los legisladores del oficialismo ahora dice que no sería inoportuno emitir bonos. A confesión de partes relevo de pruebas, sobre todo teniendo en cuenta cómo nos ha ido a los argentinos cada vez que nos pagaron con bonos.

—Pongamos las cosas en su lugar -digo. Tengo entendido que Marcucci es un diputado inteligente, con una trayectoria militante impecable, que trabaja en serio, que presenta proyectos razonables y que en este tema se ocupó muy bien en aclarar que la emisión de bonos sería para atender compromisos de las obras públicas, no para pagar sueldos y salarios. Incluso hizo una reflexión pormenorizada sobre las diferentes modalidades económicas en el tema. Básicamente, señaló que en situaciones de crisis es legítimo que el Estado emita bonos. Por supuesto que esto debe hacerse con consenso, controles y seriedad. Eso también lo dijo con toda claridad.

—Vos dirás lo que dirás -interviene José-, pero admitime que no es el momento para ponerse hablar de bonos, porque estas disquisiciones pueden ser importantes en un foro académico, por ejemplo en el Colegio de Ciencias Económicas, pero para la gente común el bono es mala palabra.

—Como dice el refrán: “Cuando uno se quemó con leche ve una vaca y llora” -sentencia Marcial.

—De todos modos -ataca Abel-, ustedes no se hagan los gauchitos. Ponen el grito en el cielo porque se prorrogó por 120 días el pago a algunos proveedores del Estado y cuando ustedes eran gobierno estuvieron hasta dos años sin pagar las certificaciones.

—Nosotros no emitimos bonos, responde José.

—No emitieron bonos -puntualizo- porque optaron por bajar los sueldos. Así cualquiera ordena las cuentas.

—Yo les recuerdo -insiste Marcial- que ya el ministro de Trabajo habló de emitir bonos. No es que quiera ser conspirativo, pero ¿Marcucci habla por cuenta propia o en realidad dice lo que el gobierno de la provincia quiere que diga? ¿lo suyo es una torpeza o un favor que le hace a Binner porque dice con palabras precisas lo que ellos todavía no se animan a decir?

—No comparto -manifiesta Abel.