Otro golpe en la zona de la costa

Quinta asaltada en el Leyes

Tres hombres armados que irrumpieron en una casaquinta convirtieron en pesadilla el sueño apacible de su propietario.

José Luis Pagés

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En medio de la noche Rubén Rappaportt (64) despertó a una espantosa realidad cuando en medio de la noche sintió que tiraban de sus brazos y piernas, más todavía cuando al abrir los ojos lo primero que vio fue el caño de un revólver que le apuntaba a la cabeza.

Rappaportt, vecino de Arroyo Leyes, estaba solo en su casaquinta ubicada a la altura del kilómetro 10 de la Ruta 1 cuando a las tres de la mañana del sábado fue asaltado por tres encapuchados, tres individuos que en medio de simulacros de fusilamiento lo golpearon una y otra vez, brutalmente.

El hombre que años atrás se decidió a dejar la ciudad para vivir en armonía con la naturaleza sufrió una experiencia inimaginable, algo similar a la vivida por su vecino, el dueño del aserradero Morini y su grupo de familia, pocos días atrás.

Pero en su caso, los delincuentes que no hallaron niños para amenazar, como hicieron en la casa de la familia Morini, por lo que Rappaportt entiende que se ensañaron con su persona. El hombre que hoy mostraba todavía las huellas de una golpiza brutal en el rostro, en el cráneo y ambos brazos, recuerda que en cuestión de segundos los malvivientes lo ataron de pies y manos para ponerlo en un estado de indefensión absoluta.

Lazo especial

“Me ataron con cuerdas y con nudos especiales, lazos que más se ajustaban y dolían cuando hacía algún esfuerzo para escapar de la situación”, dijo Rappaportt, y agregó que mientras estuvo a merced de los delincuentes el que parecía liderarlos entabló con él un diálogo enloquecedor.

“Me habían sacado el dinero que tenía en los pantalones, pero no estaban conformes. Me preguntaban dónde había más y enseguida me pegaban un culatazo en la cabeza. Yo respondía y cualquiera que fuera la respuesta, me volvían a pegar. El diálogo puntuado por los golpes -graficó Rappaportt-, fue terrible sobre todo cuando sentí que tenía la cara llena de sangre”.

“Por fin creo que se quedaron conformes con mi reloj pulsera, alguna afeitadora eléctrica y otras cosas relativamente caras y fáciles de cargar. Se fueron en mi camioneta y me dejaron abandonado, tirado en el piso”.

Abandonado

Agregó un familiar de Rappaportt que abandonado, “dolorido y confundido se arrastró hasta la puerta” y que así pasó las siguientes tres horas gritando y pidiendo auxilio a los vecinos. “Recién a las seis de la mañana lo escucharon y socorrieron”.

Como en el caso de Morini la camioneta que le robaron habría de aparecer abandonada unas horas más tarde en nuestra ciudad, al este de la planta urbana. La camioneta robada a Morini apareció en Vélez Sarsfield y Castellanos, mientras que la Eco Sport de Rubén Rappaportt, sería encontrada en una de las calles internas del barrio El Pozo.

La zona de descarte de los vehículos es la misma, y esto resulta tan llamativo como la vecindad de los blancos elegidos con escasos días de diferencia. La hora de los golpes, el número de encapuchados armados es igual en uno y otro caso.

Caso fatal

Vale recordar que poco tiempo atrás un hecho similar se produjo -también en horas nocturnas- en Angel Gallardo donde uno de tres encapuchados disparó al pecho del quintero Miguel Angel Roca, provocándole una herida mortal, precisamente cuando el hombre asaltado intentaba empuñar el arma que guardaba en la guantera.

Rappaportt, quien dejó la Recoleta santafesina harto de los ruidos molestos y asediado como la mayoría de sus vecinos por la banda del Poxi, llegó al Leyes en busca de paz y tranquilidad, pero tropezó con una realidad más dolorosa todavía.

El hombre, que no tiene armas de fuego y no aspira a formar en la sociedad del rifle, el vecino que no tiene otros perros guardianes que aquellos que junta en la calle, pobres falderos que encuentra abandonados al costado de la ruta, no piensa abandonar la costa, pero se pregunta ahora de qué modo pueden velar los vecinos por sí mismos, cuando la protección policial parece ausente.

El vecino de Arroyo Leyes hizo notar que su casa está ubicada a la altura del callejón Vidal, algunos metros al norte de la jurisdicción de la Comisaría 14a. de San José del Rincón y agregó que por ese motivo denunció lo ocurrido en la Subcomisaría 8a.

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Rubén Rappaportt, quien tiempo atrás dejó la ruidosa Recoleta santafesina y buscó refugio en la zona de la costa, tropezó con otra dura realidad.

Foto: Néstor Gallegos