El equipo tocó fondo con una producción lamentable en Caballito...
Unión fue un verdadero mamarracho
Fue 4-1 con todos los goles en el primer tiempo. En el segundo, ni Ferro quiso ni Unión pudo.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
No puede ser peor la situación de Unión. Un club dividido políticamente, sin el necesario equilibrio y solidez institucional, apremiado en lo financiero (no así en lo económico, según expresan los dirigentes), con un plantel que se cae estrepitosamente y abre dudas respecto del futuro y con una campaña que al concepto de fracaso se le agrega, ahora, la firme posibilidad de convertirse en la peor desde el descenso de categoría, superando inclusive a aquella que motivó la final ante Tristán Suárez por no bajar a la tercera categoría del fútbol argentino.
No puede ser peor la situación. La división política genera dudas e incertidumbres respecto del futuro. No hay chances —no se vislumbran al menos— de esforzarse, aunque sea en lo mínimo, para tratar de sacar el club adelante entre todos. La división política se acentúa en Unión como si se tratase de un período electoral y el actual no es un momento electoral, pues estatutariamente las elecciones se deben llevar a cabo el año que viene.
Así planteadas las cosas, la dirigencia tatengue, debilitada por lo que le pasó al presidente y líder natural (Juan Vega) y por los alejamientos de figuras importantes como la de Baldi y Decoud, se debate en un ámbito donde pretende preservar la estabilidad institucional (o el sistema, como prefiera llamarlo), pero cuenta con una avanzada muy dura de la oposición, que quiere quedarse ya mismo con el club pues considera extinguida la capacidad de maniobra de la actual comisión directiva.
Unión ha pasado por otros momentos malos como el actual. Y no es la primera vez que se le deben dos meses de sueldo a los jugadores. Es cierto que la situación no es normal, que no está bien que se le adeude al plantel y a los empleados del club y que comparar con otros momentos de penurias no sirve para progresar y salir adelante. Pero ya tuvo que aparecer un Luis Spahn para inyectar dinero fresco y pagar varios meses de sueldos atrasados, ya hubo otras comisiones que debieron vender jugadores o pedirle dinero prestado a cuenta de porcentajes de futuras transferencias de jugadores a empresarios (generalmente “malvendiendo” esos porcentajes) para conseguir lo que en el club escaseaba: dinero. O sea que nada de lo que le ocurre a Unión, afuera de la cancha y con esta pésima e inesperada campaña, es ajeno a su historia reciente y no tan reciente.
La cuestión es que todos sepan tomar distancia y prudencia para analizar debidamente la situación sin dejarse llevar por posturas personalistas o ligadas a la ambición del poder. Digo esto por el hincha, que está en carne viva y es el que más sufre por ver a su equipo tan caído en la tabla y sin ninguna ambición desde hace varias fechas. Porque ese hincha es el que hoy ve como salida cualquier cosa: que se vayan todos, que no quede uno solo, que venga una topadora y arrase con todo. Y esta no es la solución.
El resultado deportivo es siempre lo que vale
Desde la absurda salida de Quiroz, quien no sólo se equivocó en su función específica de entrenador sino que, además, luego hizo todo lo posible para irse del club (o para que lo “fueran”), Unión inició una debacle deportiva que no tiene final. Ni siquiera partidos que, a priori, eran accesibles para sumar, como enfrentarse con Tiro Federal y Defensa y Justicia en Santa Fe, terminaron cortando una racha sin victorias que se hace insoportable e interminable.
El único partido que Unión ganó de la mano de Catinot, fue en el último minuto y ante Almagro, hoy candidato de fierro al descenso. Es cierto que hubo partidos en los que no se jugó mal y se perdió injustamente (Atlético Tucumán) y otros, como el de Quilmes, que se empató con mucho amor propio. Esos se pueden sacar del contexto. Pero en 10 partidos, Unión sólo ganó uno. Y como en el fútbol mandan los resultados, hoy Unión pinta una imagen de caos porque el equipo no gana.
Es verdad que el análisis es mucho más profundo. Pero este equipo tiene a muchos jugadores que hace 10 ú 11 meses jugaban una Promoción para ascender, y hoy están a punto de convertirse en protagonistas de un plantel que puede quedar en la historia como el de peor perfomance matemática en la B Nacional, cuando se armó para salir campeón y ascender.
La jerarquía no la pierde el club, no la pierden los dirigentes, no la sufre (a esa pérdida) el hincha solamente. A la jerarquía también la pierden los jugadores, desvalorizados, reducidos en sus posibilidades futuras y hasta generando dudas respecto de sus verdaderas condiciones de garantía para convertirse, en el caso de los que se quedan, en la base para el plantel de la temporada que viene.
Una actuación desastrosa
Para no quedar como la peor campaña, Unión debería ganar los dos partidos que faltan (All Boys de local y Aldosivi de visitante). Y la pregunta es: ¿cómo hace Unión para ganar jugando tan mal como jugó ayer? Porque lo de Unión fue lastimoso. Un equipo equivocado desde el arranque, sin orden, sin templanza para disputar las pelotas divididas, superado por un adversario previsible (Trullet planta bien sus equipos cuando juega con un 3-4-1-2 y suelta mucho a los carrileros) y sin agresividad arriba. ¿De qué jugó Weiner?, ¿por qué Ferro nunca paró línea de cuatro en el fondo si Unión, supuestamente, atacaba con tres?, ¿por qué Unión marcó con tres atrás si el equipo desnuda fragilidades defensivas?, ¿por qué no se cambió en algún momento del primer tiempo, sobre todo cuando el equipo se puso 2-1 y estaba a tiempo de recuperarse?
Hasta Catinot entró en la confusión generalizada y ya ni los números ni la producción futbolística lo avalan. El “Titi” tuvo algunos aciertos cuando decidió incluir algunos chicos de abajo y darles continuidad; planteó bien algunos partidos (contra los tucumanos campeones) y le dio vigor al equipo para que reaccione y empate el partido en Quilmes. Pero lo de ayer fue lamentable por donde se lo mire. Un equipo insulso, desmoralizado, poco consistente en defensa y tremendamente pasivo en ataque, tanto que el gol llegó a través de un zurdazo impresionante de Pereyra que se clavó en el ángulo y apenas se generaron un par de situaciones que malogró Márquez adentro del área.
La involución va de la mano de los resultados y de la caída estrepitosa de un plantel que se destiñe, individual y colectivamente, a pasos agigantados, esperando la hora de terminar. Y muchos de irse. Algunos, porque su ciclo se ha cumplido y pretenden otros aires. Y otros, porque el nivel que tienen los hace indignos de ser tenidos en cuenta para ponerse la camiseta de Unión que, a la par de ellos, ha perdido prestigio con esta campaña.