PARA QUE LA EXPERIENCIA SEA EXITOSA Se necesitan dos o tres años
Traslado de boliches: la iniciativa en Córdoba
En la capital cordobesa se produjo la mudanza de un grupo de locales a una zona despejada hace trece años; fue motivado por empresarios del sector sin la intervención del municipio. Hoy dicen que fue muy positivo aunque aclaran que se necesita tiempo, dinero y legislación clara.
Salomé Crespo
Andrés Fernández Vidal es un joven empresario cordobés, propietario del boliche Carreras, uno de los ocho establecimientos que salieron del centro de la ciudad de Córdoba para instalarse en las inmediaciones del estadio Chateau Carreras, en el barrio conocido con ese mismo nombre.
Algo similar podría ocurrir en nuestra ciudad, si se concreta la propuesta del Ejecutivo hecha a los propietarios de boliches de instalarse en un predio a la vera de la Ruta 168, cerca de Alto Verde y en la avenida Gorriti. Con el proyecto, conocido hace unos días, se le buscaría solución a los problemas de convivencia entre los vecinos de la Recoleta y quienes frecuentan los locales nocturnos en nuestra ciudad.
Si bien el entusiasmo mediático y de los funcionarios ocupados en el tema parece haberse calmado, el conflicto nunca pierde vigencia y las noches en vela se acumulan a la vez que la paciencia se agota. En ese sentido, y en el intento de alejar la cuestión de la campaña política, mirar lo hecho en otras ciudades sirve como ejemplo.
Según Fernández Vidal, crear un “polo de diversión” es conveniente para los empresarios, para el Estado y para el público aunque destaca que es importante considerar el momento en que se concreta el paso y las condiciones, para evitar daños a quienes invierten en el negocio. Eso se traduce en: plazos razonables, dinero suficiente y apoyo legislativo.
En Córdoba, se hizo el primer traslado a un lugar sin vecinos hace trece años y el último a la misma zona referida anteriormente fue hace tres. “Fue programado y con tiempo”, señaló el cordobés que se dedica hace 17 años al negocio.
“Para el Estado es muy eficiente concentrar los boliches en un lugar para hacer los controles de tránsito, de alcoholemia, el de espectáculos públicos y de seguridad. A los empresarios les sirve posicionar un área de diversión, es más fuerte el marketing de zona que el individual y al público le resulta atractivo tener una buena oferta concentrada, si no les gusta un boliche, cruzan una calle y tienen otro”, detalló el empresario.
El espacio
Ubicarse en un lugar no urbanizado significa realizar obras de infraestructura que, en el caso de Córdoba, fueron financiadas por los mismos empresarios; aunque el acompañamiento del Estado es fundamental en cuanto a la legislación clara para regular la convivencia y los controles.
Las tierras en las inmediaciones del Chateau, actualmente lograron un valor inmobiliario que no tenían cuando se comenzó el traslado de boliches; hoy, es elegido como zona de residencia permanente entonces, dentro de unos años la actividad nocturna allí volverá a ser una molestia.
“Tal vez dentro de poco tiempo tengamos que mudar el entretenimiento a otro lugar de nuevo porque Chateau se pobló y hay que entender que todo esto es muy costoso. Lo que debería hacer la Municipalidad es no permitir la urbanización en lugares donde permite al entretenimiento, hacer zonas exclusivas, sino es un problema que cambia de lugar pero no se arregla”, explicó Fernández Vidal.
Al momento de instalarse es tan importante el espacio para el boliche como para el estacionamiento; en Córdoba se consideran por norma tres personas por metro cuadrado en el lugar donde se baila. El empresario cordobés explicó que para estacionar y circular un vehículo ocupa 32 metros cuadrados aproximadamente; se calcula que a un lugar con capacidad para 1.500 personas, el 60% va en auto, el resto en taxi u otros medios.
Si el estacionamiento se dispone sobre una ruta, ese espacio se vuelve obligatorio porque “los coches van rápido y no es bueno que la gente estacione de un lado de la vía y cruce para ir al boliche con unos tragos encima”.
Cuando se dispone la ubicación del boliche, es importante cuidar si se tienen vecinos cerca, el diseño del espacio y hacer los debidos tratamientos de acústica “para que la música no apunte a la gente, porque el beneficio de unos empresarios no justifica que le rompan la tranquilidad a la gente”, señaló Fernández Vidal.
Los plazos
El empresario cordobés remarcó una y otra vez la importancia de tener reglas claras que ordenen la instalación y la actividad después.
Luego, según Fernández Vidal, “el traslado de un boliche lleva un tiempo mínimo de dos o tres años”, sumando el plan de inversión, la construcción del edificio, el marketing y publicidad.
Después del retiro de los locales bailables, en la ciudad de Córdoba, no se permite la instalación de otro de igual rubro en el mismo lugar, aunque hay excepciones, señaló el empresario y agregó: “Debe haber una ordenanza que le garantice al empresario que la inversión de dinero, tiempo y trabajo valió la pena y será respaldada por una política a largo plazo”.
Antes de finalizar el diálogo con EL Litoral, Fernández Vidal aclaró que el negocio de la noche es de alto riesgo, por eso es común alquilar un local y no construir.
“No es conveniente frenar mucha plata en el activo inmobiliario, si se inaugura mal un boliche y no resulta en dos meses se pierde toda la inversión. También es difícil que funcione bien por más de 5 años”, justificó.
Según Fernández Vidal, “sólo el 20% de los boliches de una ciudad son rentables, es decir, del primero al tercero aproximadamente y el resto seguro está en una situación delicada”.