Al margen de la crónica

Un mito de los años setenta

“El mítico David Carradine fue encontrado muerto en la habitación de un hotel en Bangkok, donde participaba del rodaje de una película” anunciaron los medios de comunicación. Y la noticia debe haber conmovido a más de uno. No tanto por las circunstancias poco claras de su fallecimiento que en estos momentos se están investigando. Pero sí, en gran medida, por los gratos recuerdos que debe haber despertado en los nostálgicos la referencia a este actor que quedó intensamente identificado con el más famoso de sus personajes: el inolvidable el monje chino-americano Kwai Chang Caine, protagonista de una de las series más recordadas de la década del setenta: “Kung Fu”.

Producida entre los años 1972 y 1975 con un total de sesenta capítulos, la serie narra los viajes de un monje a través de la agreste geografía del Lejano Oeste de los Estados Unidos, en busca de un medio hermano. Frente a las adversidades usa como armas las artes marciales y la paciencia aprendida en el monasterio shaolín. A partir de una combinación irresistible entre el western y las artes marciales “Kung Fu” logró muchísimos adeptos, se convirtió en un ícono de la cultura popular y lanzó a Carradine al status de leyenda.

Es que, si bien se destacó más adelante en películas como “El huevo de la serpiente” (tal vez su mejor trabajo en cine, junto a Liv Ullmann dirigido por el gran director sueco Ingmar Bergman) “The Long Riders” y “Lobo solitario” entre otros, su rostro siempre quedó unido con aquel personaje.

En los últimos tiempos un admirador confeso de su trabajo llamado Quentin Tarantino lo sacó del ostracismo para brindarle el que sería su último gran trabajo como protagonista junto a Uma Thurman en “Kill Bill”, donde David Carradine logró un papel notable, lleno de guiños autorreferenciales.