uNO DE LOS PELIGROS DEL INVIERNO

Monóxido de carbono, gas de la muerte

Los casos de muerte por inhalación de monóxido de carbono son frecuentes en invierno. Como es muy tóxico y no se puede percibir por los sentidos, es fundamental la implementación de una serie de medidas de seguridad.

De la Redacción de El Litoral

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La noticia conocida en la víspera sobre la muerte de la joven Andrea Casey, estudiante de abogacía que residía en un edificio de San Luis al 3000 generó conmoción. Es que la causa de su deceso tuvo que ver con los riesgos de un escape de gas proveniente del calefón de su departamento.

Aunque el invierno todavía no comenzó, las bajas temperaturas ya se sienten. Con ello, el uso de calefactores, de estufas, de chimeneas, de braseros a kerosén y de hornos y hornallas de cocina aumenta y perdura hasta la llegada de la primavera.

Los casos de muerte por inhalación de monóxido de carbono son reiterados en todas las temporadas invernales. Y aunque ello no significa no utilizar los distintos artefactos para calefaccionar los ambientes de una casa, sí indica que a la hora de encenderlos se debe adoptar una serie de medidas de seguridad tendientes a proteger la vida. Ocurre que el monóxido de carbono es un gas muy tóxico imposible de detectar a través de los sentidos porque es incoloro, inodoro e insípido y además no genera irritación en los ojos, que se produce cuando la combustión del gas, ya sea envasado o natural, del carbón, de la leña y de otras fuentes de monóxido de carbono se realiza en forma incorrecta.

Medidas de seguridad

Litoral Gas difunde en su página web -www.litoral-gas.com.ar- una serie de recomendaciones a los fines de evitar decesos accidentales e intoxicaciones por la inhalación de monóxido de carbono. Ellas son: mantener los ambientes ventilados; no instalar calefones, estufas infrarrojas, catalíticas o de cámara abierta en baños, dormitorios o ambientes cerrados; tener en cuenta que la llama del gas debe ser siempre de color azul y nunca de color naranja; verificar periódicamente, sobre todo al comienzo de las altas temperaturas, las chimeneas, conductos y rejillas de ventilación para asegurar que no estén tapadas y tengan salida al exterior; hacer las correspondientes instalaciones y verificaciones de los artefactos con gasistas matriculados; y tener en cuenta que todos los aparatos deben estar aprobados por un organismo de certificación y tienen que ser colocados en lugares con buena ventilación.

El monóxido en el cuerpo

Todas las personas necesitan de oxígeno para vivir y es por medio de la respiración que éste llega al interior del cuerpo. Una molécula especial de transportación, conocida como hemoglobina, es la que se encarga de tomar el oxígeno y de conducirlo a través de la sangre a todas las partes del cuerpo que lo necesitan.

Pero cuando el aire que se respira no es oxígeno puro sino que está mezclado con monóxido de carbono, la hemoglobina transporta menos oxígeno al cuerpo y, entre otras consecuencias, el cerebro y el corazón dejan de funcionar normalmente ya que para poder hacerlo necesitan de mucho oxígeno. Es ahí cuando la persona empieza a tener síntomas, que pueden confundirse con los de alguna enfermedad y, por esa razón, resultar fatales, porque no se intuye que puedan ser debido a estar inhalando monóxido de carbono -sobre todo si se encuentra durmiendo-, tales como dolores de cabeza, mareos, debilidad, náuseas y vómitos, aceleración del ritmo cardíaco, convulsiones, paro cardiaco, visión borrosa, pérdida de la audición, desorientación, pérdida del conocimiento y fallas respiratorias que conducen a la muerte.