Artes Visuales

Dos propuestas

Por Domingo Sahda

Desde pocos días atrás se encuentran en exhibición dos colecciones en el Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas, peatonal San Martín 2068, Santa Fe, que ameritan ser visitadas y apreciadas con cierta morosidad a fin de constatar paso a paso procesos y productos de alta calidad plástica. Un recorrido atento que impone aquello que se nos muestra y que va destinado esencialmente a nutrir nuestra percepción sensible e inteligente acerca del poder de convocatoria contenido en los trabajos planos, adosados a las paredes del recinto. Al margen de las técnicas de representación contrastadas, en todos los casos hablamos de la Imagen como núcleo convocante provocador de procesos de movilización intersubjetiva.

Estas muestras llevan por título, la una: “Historias de Luz”, y su autor-creador es Roberto Guidotti, quien está acompañado por la curaduría de Alberto Monje, quien prologa el catálogo con un denso análisis centrado en el origen, sentido y proyección de la fotografía como lenguaje de absoluta contemporaneidad y que es el núcleo de estas “Historias de Luz”. El catálogo de mano nos avisa, desde un modesto ángulo de la otra muestra que se exhibe en la sala Susana Bachini, muestra patrimonial constituida precisamente con obras —dibujos— de la colección perteneciente al Museo Municipal. La misma lleva por nombre “Testimonios en Blanco y Negro-El Dibujo como objeto de reflexión”. Esta muestra ha sido curada por el Prof. Abel Monasterolo quien anexa una breve y precisa conceptualización en torno de la disciplina plástica que compone la muestra. “Historias de Luz” órbita en torno de acentos luminosos contrastados a las sombras, más o menos densas, según cada proposición expuesta, configurando ocasionales brillantes acentos contrapuestos. Y ello vale tanto para las oposiciones acromáticas como a las resoluciones en las cuales el color-luz oficia de sujeto determinante. Las proposiciones fotográficas expuestas se constituyen ocasionalmente en desafíos interpretativos, toda vez que se pretende observar imágenes precisas de directo reconocimiento. El fundido de las áreas de color crea territorios de subjetiva irrealidad, de un cierto y ambiguo misterio que ancla la mirada reteniéndose en leves, casi imperceptibles acentos que cobran vigencia progresiva en tanto la mirada del espectador va desmenuzando paso a paso cada tramo de cada propuesta, enriqueciendo-se progresivamente. La hermeticidad, lo inesperado, se dan cita en la construcción de las imágenes que se sostienen por lo que sugieren, por el modo en cómo se dan.

Guidotti conduce la mirada hacia aquello que lo obsesiona. La misteriosa presencia de la imagen, que aún siendo ocasionalmente la luz focalizada en reiteradas tomas, es recortada desde distintos ángulos guiándonos hacia diferentes apreciaciones interrogativas, casi como un juego para entendidos. Enigmático juego de presencias y ausencias que destilan una cierta poética de lo infinito, de lo impreciso pero asechante. La muestra en sí misma ensancha los límites de la imagen fotográfica, ese recurso artístico cuyo amplísimo repertorio representacional reposa en el hacer del hombre y su necesidad para contar el mundo en tanto se cuenta a sí mismo de diversos modos y con diferentes niveles de riesgo y audacia.

Desde el inicial Daguerrotipo, en los comienzos del siglo XIX la aparición de la fotografía entró en competencia con las artes plásticas con su empuje actualizador a contramano del desdén académico. Lo cierto es que ambas áreas de la expresión se basan en la luz y la mirada para construir la imagen, núcleo fundante de ambas. Ha transcurrido un largo tiempo fructífero para ambas. Ocasionalmente se mixturan en nuevos caminos, adoptan rutas contrastadas, mas, nuclearmente responden a una misma incógnita sensorial-perceptual-emocional-temporal. Sólo las separa, quizás, el enfriamiento inevitable de su técnica; directa en la pintura-pintura, indirecta en la fotografía.

La muestra que ofrece Guidotti desafía límites convencionales y rutinas icónicas internalizadas, obligando a la inquietud, a la conmoción y a los interrogantes antes que al estático embeleso. Sus imágenes se emparientan ocasionalmente con cierta percepción surrealista de cuño abstractizado donde todo se aproxima al ser y prontamente se diluye para ser otra cosa. El color y sus desdibujamientos crean síncopas visuales, insinuando aquí y allá sin recortes tajantes que en otros trabajos sí aparecen de modo definido. Muestra que encierra sesgadamente un estudio reflexivo en torno a la imagen y su representación mecánica.

La muestra resulta impecable en todo su recorrido, haciendo justicia a su denominación. Son historias de luz, de ese resplandor inmaterial e inasible que nos permite construir imaginarios visuales. Proposición y elusión se dan la mano, invitando al diálogo silencioso.

“Testimonios en Blanco y Negro-El Dibujo como objeto de reflexión”

La excelente colección de dibujos pertenecientes al patrimonio que atesora el Museo Municipal se ofrece en un recorrido de excelencias. Buen trabajo del Curador en ofrecer al público la colección —quizás también otras a futuro—, un loable proyecto superador de la idea de ese espacio: sentido como “El Museo Municipal como Galería de Arte”.

La posibilidad de fruición de obras colectadas y preservadas, a contramano de la desidia en su cuidado puesta de manifiesto en repetidas y anteriores gestiones que sólo se afincaron en prometer lo que no cumplieron, permite valorar aquello que está colectado y pertenece al dominio público de la ciudad. Enhorabuena por esta iniciativa que ojalá se sostenga a título modélico para unos y otros. Como es de sentido común, “hechos son amores”.

Así las cosas, el Dibujo, ese maestro mayor del arte plástico se impone en cada trabajo a la vista. Nada de improvisaciones temperamentales ni borroneos efímeros. Voluntad creativa puesta en evidencia, oficio del mejor, coherencia discursiva con el modesto y augural Punto y Línea, esas invenciones mayores de la inteligencia humana están presentes en cada pieza a la vista. Visita obligada para quienes se sienten o se suponen artistas plásticos, recorrido obligado para quienes sienten que esos documentos del tiempo, de la historia, frágiles en su consistencia, resultan esenciales pues son huella de la cultura de la que somos actores partícipes, por acción u omisión.

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Fotografías de Roberto Guidotti.

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Dibujo de Mele Bruniard.