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Entre la zoología, la biología y la genética

Serpientes que, como las que vieron alguna vez los alucinados exploradores de los océanos, existen en las aguas tropicales del Indo-Pacífico; moscas atraídas por el alcohol; insectos que vuelan con branquias; animales asimétricos: curiosidades que no sólo son anecdóticas, sino que ofrecen un interesante material para los biólogos y genetistas, ya que profundizan o corrigen descubrimientos y teorías propuestas por los estudios de la evolución de las especies.

“El gusano que usaba el caracol como un taxi”, de Juan Deutsch, propone una serie de apasionantes “historias naturales”, que siguen la tradición inaugurada por Aristóteles con su “Historia de los animales” y alcanzan su ápice con la célebre “Historia natural, general y particular”, de Buffon. Vale acotar que en tiempos de Aristóteles el término “historia” comprendía la acepción de “búsqueda” o “investigación”. “No se trata en modo alguno de procesos históricos, de algo que se desarrolla en el tiempo. Está claro que antes de Lamarck y Darwin no se hablaba de evolución, de inscripción en el tiempo de la “historia natural’”, especifica Deutsch.

Las doce historias que nos cuenta amenamente Deutsch hablan, entre otros, del gusano Caernohabditis elegans, que vive también en los jardines domésticos, muy pequeño (1 mm), tanto machos como hermafroditas, con una cutícula dura que les permite sobrevivir a la corrosiva enzima de los caracoles, y gracias a ellos logra transportarse a grandes distancias, ya que, “como todo el mundo sabe, el caracol se desplaza con menor rapidez que una liebre o una tortuga, pero ciertamente más lejos que un nematodo. Así, pues, puede servir de taxi al nematodo y transportarlo a través de distancias que resultan inaccesibles para el nematodo “peatón’”.

Deutsch no da nada por sentado, y a cada paso explica los términos a los que debe recurrir. El clon, por ejemplo: “La palabra proviene, como muchos otros términos en biología, de la palabra griega homónima que significa “retoño’. La etimología nos revela el origen vegetal del término. Pensemos en una planta de frutillas. No se multiplica por reproducción sexuada a partir de su fruto: los tallos, los estolones, se lanzan desde el arbusto para enraizarse un poco más allá y engendran un segundo arbusto. Del mismo modo, del alcaucil comemos la flor. No cultivamos los alcauciles a partir de semillas, sino de gajos. Tanto en el caso de la frutilla como en el del alcaucil, hablamos de reproducción vegetativa, y es una reproducción conforme: todos los descendientes nacidos por reproducción vegetativa tienen el mismo potencial genético, el mismo genoma. Un clon es una población de individuos que salen del mismo individuo por multiplicación vegetativa. Así, pues, un frutillar o un campo de alcauciles son clones”. Publicó Fondo de Cultura Económica.

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