“La profecía del no nacido”

Lo innombrable que viene desde el pasado

Ignacio Andrés Amarillo

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Cuando el guionista Kevin Williamson se metió con el gore en “Scream”, desnudó sus códigos; parecía que no se podía hacer más películas del género, pero Williamson escribió “Sé lo que hicieron el verano pasado” y logró el milagro, desmerecido por mediocres secuelas.

Luego el terror estadounidense entró en crisis, y fue el momento de la fantasmagoría nipona, llena de espíritus vengativos, almas en pena, cabellos largos y fluidos chorreantes. “La llamada”, “Agua turbia” y “El grito” fueron algunas de las obras que se adaptaron con actores anglosajones para el público internacional, siendo tal vez “El grito 2” (escrita por Stephen Susco y dirigida por el autor de la primera, Takashi Shimizu) la mejor combinación de Oriente y Occidente, con un guión que combinaba historias aparentemente simultáneas.

Las puertas del otro mundo

En “La profecía del no nacido” (“The Unborn”), David S Goyer (guionista y director) construye una historia en el estilo y la estética antes mencionado, mezclando a la Kabbalah, Joseph Mengele y la ultratumba.

Casey Beldon (Odette Yustman), una bonita universitaria, comienza a vivir una serie de sueños y sucesos cotidianos que empieza a comprender como “mensajes”. “Jumby quiere nacer pronto”, dice el niño que cuida algunas noches, antes de golpearla con un espejo.

El cambio de color en un ojo tras el golpe la lleva a indagar secretos familiares, que involucran el suicidio de su madre y el origen de ésta, que era adoptada. Así, Casey se enterará de que sufre una maldición familiar: un Dibbuk (un espíritu con la entrada al cielo negada) se vinculó a su familia en tiempos de Auschwitz y desde entonces sólo quiere volver a este mundo. Por supuesto, todo esto está explicado muy rápido, para simplificar y no quemarle las sorpresas, estimado lector. Sólo agregaremos la importancia que tendrán en la historia la anciana Sofi Kozma (Jane Alexander), el rabino Joseph Sendak (Gary Oldman) y el novio de Casey, Mark Hardigan (Cam Gigandet).

Algunas idas y vueltas

El filme se mueve entre la soleada vida juvenil del terror adolescente (la chica bonita como víctima de lo más terrible es una de las claves, siempre presente hasta en productos dudosos como “Jeepers Creepers” o, al extremo, “Freddie vs. Jason”) y la oscura (y siempre azulada, valga agregar) estética de los filmes consignados al principio.

La puesta logra el objetivo de atrapar y por momentos asustar, a pesar de que la trama termina enróscandose en algunos momentos y aflojando en el tramo final, especialmente a partir de la apoteosis (el exorcismo). La resolución de la historia termina siendo previsible pero tal vez inescapable a partir de los hechos narrados.

La musa

Odette Juliette Yustman no es un nombre conocido en la industria. Esta flaca bellísima puede exhibir como dato curioso que fue una de las niñitas de “Un detective en el Kinder”, y que su principal rol fue el de protagonista en “Cloverfield”.

Más allá de sus dotes actorales, es indiscutible que Goyer construyó la película en torno a ella, poniendo una alta carga de “erotismo casual” en la mayor cantidad posible de escenas. Así, el director se regodea (ya desde el afiche) en mostrarla en lencería, en prendas muy ajustadas o directamente exhibiendo toda la piel desnuda que Hollywood puede permitirse.

Tal vez sea ella el elemento visual más atractivo de un filme que se propone entretener y lo logra, pero que no quedará en las retinas de los fanáticos del género.

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REGULAR

“La profecía del no nacido”

“The Unborn” (Estados Unidos, 2009, en inglés y hebreo). Guión y dirección: David S. Goyer. Con Odette Yustman, Gary Oldman, Meagan Good, Cam Gigandet, Jane Alexander y Carla Gugino. Formato scope. SAM 13 con reservas. Duración: 87 m. Se exhibe en Cinemark.

Lo innombrable que viene desde el pasado

El rabino Sendak y la atribulada Casey deben enfrentarse al poder de lo no humano a través de un exorcismo en la tradición de la Kabbalah.

Foto: Gentileza Rogue Pictures