No es sustentable

Talar la Amazonia no es buen negocio

Jean-Louis Santini

Arrasar el bosque amazónico para cultivar soja o criar ganado no genera ninguna ganancia económica duradera a sus habitantes y amenaza el planeta, concluyó un equipo internacional de investigadores.

La Amazonia es la región de Brasil menos desarrollada económicamente, pero de una inmensa importancia para el medio ambiente y el clima terrestre, ya que contiene el 40 % de los bosques tropicales del mundo.

Los investigadores analizaron 286 municipalidades amazónicas con diferentes grados de deforestación. Estudiaron los cambios en la longevidad, la tasa de alfabetización y el ingreso per cápita de sus habitantes y concluyeron que la calidad de vida había mejorado rápidamente en el inicio de la deforestación.

Estas ganancias económicas se explican porque estas poblaciones aprovecharon recursos naturales como la madera de aserradero, los minerales y las superficies convertidas en pasturas para el ganado o campos de cultivo de soja, subrayó Ana Rodriguez, del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva de Montpellier (Francia), principal autora de esta investigación divulgada por la revista estadounidense Science.

Los mayores ingresos generados por estas actividades, combinados con nuevas rutas construidas, incrementaron el acceso a las escuelas y los cuidados médicos, lo que produjo una mejora general de las condiciones de vida, añadió.

Pero los resultados del estudio muestran que estas mejoras no son duraderas y que el nivel de desarrollo vuelve a caer por debajo del promedio nacional brasileño una vez terminada la explotación de los recursos naturales producidos por la deforestación, según las conclusiones.

“Constatamos que la deforestación produce inicialmente una mejora de los ingresos, de la esperanza de vida y de la alfabetización, pero estas ganancias no se mantuvieron”, subrayó Rob Ewers del Imperial College of London (Gran Bretaña), uno de los autores del trabajo.

Todo tiene un precio

La baja del desarrollo económico que se produce en las zonas de deforestación una vez que se agotan los recursos es a menudo seguida por el abandono de estas tierras. Desde inicios de los años ‘90, un tercio de las superficies taladas para ser convertidas en pasturas ha sido abandonada.

Este fenómeno se ve agravado por el incremento de la población que migra en esas zonas como ganaderos, agricultores, campesinos sin tierra o buscadores de oro que intentan enriquecerse rápidamente.

“El modo de desarrollo actual de la Amazonia no es deseable humanamente y es potencialmente desastroso para las otras especies y el clima terrestre”, deploró Andrew Balmford, profesor de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña), otro autor del estudio.

“Invertir esta tendencia deberá basarse en la promoción del interés para las poblaciones que viven fuera en el mundo de mantener intactos los bosques tropicales”, añadió.

“Eso será muy difícil financieramente y desde un punto de vista práctico”, explicó.

No obstante, las discusiones actuales que preparan la conferencia de la ONU sobre el clima en Copenhague, en diciembre, podrían encontrar una solución.

La idea es que los países industrializados paguen a otros países más pobres como Brasil por mantener el dióxido de carbono (CO2) almacenado en sus bosques tropicales.

La deforestación tropical es responsable de aproximadamente 20 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según los científicos.

Desde 2000, 155.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical han sido talados, según los autores del estudio.

Talar la Amazonia no es buen negocio

La deforestación produce ganancias fugaces y pone en peligro a numerosas especies cuya subsistencia depende de los bosques. Foto: Archivo El Litoral