En recuerdo de Sara Faisal

Ana María Zancada

En nuestra sociedad hay presencias vivas a pesar de que las personas físicas ya no estén más entre nosotros, pero sí la obra que desinteresadamente legaron a la comunidad donde les tocó vivir. Tal el caso de la Dra. Sara Faisal.

Proveniente de un familia numerosa de inmigrantes libaneses, cursó el secundario en Adoratrices para luego pasar a la UNL, donde obtuvo su título de abogada y, luego, el doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Su actividad como docente abarcó todos los niveles, desde el secundario hasta universitario.

Que haya tenido la iniciativa de formar la Asociación Femenina de Profesionales cuando ni siquiera la mujer podía acceder al voto habla de su empeño visionario. Precisamente ella, junto a otras entre las que podemos mencionar a la Prof. Teresa Coronel, la Dra. María Luisa Müller de Bonet, escribana Elda Martínez Yándolo, hubo muchas más; todas pertenecientes a la Acción Católica, comienzan a reunirse en la casa de Sara, en Bv. Gálvez y Las Heras, bajo la dirección del padre Valentín Cisera como asesor.

Así es como el 17 de agosto de 1945 y bajo el lema sanmartiniano: “Serás ser lo que debas ser y, si no, no serás nada”, surge a la vida santafesina la Asociación Femenina de Profesionales, que fue el nido de todo lo que vino después, como fue la Universidad Popular de la Mujer donde se enseñaban Dactilografía, Mecanografía y Economía Doméstica, todas materias de capacitación para la mujer.

Dado el puntapié inicial, ya nada conseguiría parar el ímpetu de la Dra. Faisal. Su fervor y entusiasmo la llevaron, junto al grupo de mujeres, a interesarse en la educación preescolar, en un momento en que ni siquiera se consideraba su importancia en la formación del niño.

En Buenos Aires, existía el único jardín que funcionaba en el país, el Sara Eccleston. Ni lerda ni perezosa, allá fue Sara con el grupo de pioneras. En una noche copiaron los programas y se interiorizaron en el desarrollo y la aplicación de las actividades. Volvieron a Santa Fe y en muy poco tiempo el proyecto estaba concretado. Así nació el Profesorado de Educación Pre-Escolar en 1959, en el orden privado primero, debiendo luchar mucho tiempo para obtener el reconocimiento oficial.

Nada le fue fácil. Pero su profunda fe religiosa y una disciplina estricta de trabajo fueron el sostén de toda una vida de realizaciones. El Profesorado de Educación Pre-Escolar fue todo un logro. Había alumnas de todo el país, de lugares tan distantes como Salta, Jujuy o de países vecinos como Paraguay.

Así fueron naciendo el Jardín de Infantes del Profesorado, como departamento de Aplicación; luego, la carrera de Educación Especial para discapacitados leves y moderados y, después, el Instituto de Educación Especial.

Prácticamente no había recursos económicos, pero sí una convicción de estar en el camino correcto. Sara Faisal reunía a su alrededor al equipo que respondía a su enorme fuerza de trabajo y dedicación. Tenía la virtud de detectar dónde estaba la fortaleza y, a partir de allí, delegaba la tarea, pero con una supervisión y exigencia constantes.

Mientras tanto, atendía sus cátedras en la UNL y en la Universidad Católica de Santa Fe, donde llegó a ser decana en Educación, y los viernes viajaba a Rosario, donde dictaba cátedra de Sociología en la UN de Rosario.

No tuvo tiempo para su vida personal; su vida eran su trabajo, sus logros profesionales y los niños a los que iban dirigidos todos sus esfuerzos. Acostumbraba visitar diariamente todas las salitas e incluso participar en los juegos integrada en las rondas infantiles. Fue muy generosa en su accionar y contagiaba su entusiasmo. Su despacho, en la Asociación Femenina, era su verdadero hogar. Allí se organizaba todo con las personas que ella elegía. Daba libertad para trabajar, para crear, pero ella supervisaba todo personalmente, a la vez que exigía la responsabilidad en la tarea a cumplir.

Todo lo que se propuso lo consiguió, pero a fuerza de voluntad y trabajo. Sufrió mucho por la incomprensión de los que no alcanzaron entonces a dimensionar la trascendencia de su labor. Tuvo que golpear muchas puertas, convencer a muchas autoridades e ignorar envidias y celos de los que quedaban atrás.

Sara Faisal se proponía un sueño y luchaba por él. Eso dio sentido a su vida. Ayudó a que un grupo de niños con diferencias, muchas veces escondidos con vergüenza en sus hogares, vieran la luz de una realidad diferente, sintieran que también había un sitio para ellos, con amor y dedicación.

¿Qué misterio encierra una vida susurrada en la soledad de un corazón que latió para los demás en una completa postergación de su vida personal? Sara Faisal es evocada con cariño, respeto y admiración por todos los que tuvieron la suerte de ser sus alumnos, colegas y familiares. Ellos supieron de su vocación de hacer, de dar, de crear, de la firmeza en el momento de exigir, con la misma medida que usaba para sus acciones. Ella fue una perfeccionista, pero era la primera en dar el ejemplo.

De tal forma se brindó que, cuando murió, dejó a todos en tal estado de estupor que, al decir de muchos, se sintieron huérfanos.

Sara Faisal se descompuso dando su cátedra en la Universidad, el mismo día de su cumpleaños, el 23 de junio. Serían alrededor de las nueve de la noche.

Todo fue muy rápido. Murió en la sala de Guardia del Sanatorio Mayo a las 0,10 del día 24. Un infarto masivo terminó con tanta voluntad y deseos de hacer.

En el Diario El Litoral del 24 de junio de 1980 los santafesinos leyeron: “Hoy falleció en nuestra ciudad la Dra. Sara Faisal, dotada de un profundo espíritu cristiano y vocación de servicio”. Luego, una detallada numeración de sus logros: “Era Rectora del Instituto del Profesorado en Educación Pre-Escolar y Pedagogía Diferenciada. Había participado recientemente del 25º Congreso Mundial de la Especialidad, organizado por el Instituto Internacional de Sociología, donde se la distinguió designándola consejera del “Boureau’ de la entidad en representación de América del Sur. Su sepelio de efectuó a las 9 en el Cementerio Municipal”.

Sara Faisal hizo frente a todos los desafíos, cumpliendo con su destino hasta el último segundo. Dio a manos llenas, compartió su amor. Entregó su corazón como tantos otros que, empeñosos, lucharon y trabajaron toda una vida sin pausas, sabiendo que su obra se proyectaría mucho mas allá de su muerte.

(Agradezco los datos proporcionados por la Prof. Adela B. de Arias, Prof. Domingo Sahda, las Prof. Caty Candioti y Marta Stratta y la Sra. Mabel Alconchel).

1.jpg

El 24 de junio de 1980 falleció la Dra. Sara Faisal, una mujer que se entregó en cuerpo y alma a engrandecer el destino de su ciudad.

Foto: Archivo El Litoral