Llegan cartas

Boliches

M. Carlos Visentin.

DNI. 2.389.173, ciudad.

Señores directores: En editorial de El Litoral titulado: “Un debate necesario” publicado el día 2 de junio ppdo. merece una especial felicitación por la realidad que plantea acerca de los boliches, y la discutida y demorada solución que presenta.

La existencia de graves problemas para los vecinos en la zona de los boliches y la necesidad de tomar medidas no puede discutirse. Del punto de vista inmobiliario las propiedades han perdido su valor, no así el pago de impuestos, que por ser zona residencial y céntrica resultan de los más gravosos. Se agrega razones sanitarias, porque las inmundicias dejadas como “fin de fiesta” resultan asquerosas, los altos decibeles que no dejan dormir, la cercanía de centros de salud, de casa de duelo, etc. ha sido relatado con crudeza y realidad por el mencionado editorial.

Las propuestas del traslado -que hay que concretar a la brevedad- no convence a muchos, porque se trataría de “vestir a un santo y desvestir a otro”. No estoy en condiciones de opinar en ese aspecto, pero en lo que no tengo dudas es en otro aspecto, “tan importante” como los otros, y que paso a documentar.

En toda medida que el gobierno adopte, va a beneficiar a algunos y perjudicar a otros. También la juventud tiene derecho a divertirse y los dueños de los boliches a ejercer su derecho a trabajar. Todo eso es perfecto pero cabe hacer unas preguntas que formulo como ex educador y ex docente: ¿Esa generación de jóvenes que concurre semanalmente, tiene un buen futuro? ¿No es una generación humana perdida? ¿Están en condiciones físicas y psíquicas de estudiar o trabajar luego de esa “farra” semanal? ¿Se les inculca el hábito del trabajo y de buenas costumbres en esa noctámbula diversión? ¿No somos los adultos culpables de “todo” lo que ocurre en la venta de alcohol, drogas y sexo que todos los saben, aunque se quiera cerrar los ojos y los oídos a esa realidad?

En los países organizados la noche está para descansar y el día para trabajar, de modo que a mí entender el problema está en el “horario” en que se permite tan “sana” diversión. Tal cual están las cosas, hasta los policías no saben si quien transita las calles en la noche es un chico que viene de divertirse o es un pequeño delincuente armado de un revólver o un cuchillo para asaltar, total conoce mejor que nadie la impunidad que le dan las leyes. En horas en que las personas normales duermen, ¿hay que darle a la juventud “vía libre” o una especie de “zona liberada” porque a las autoridades le faltan los medios imprescindibles para fiscalizar tan masiva cantidad de párvulos?

Quien transite la zona de los actuales boliches a las 8 de la mañana los fines de semana quedará asombrado de ver trasnochados, niños y niñas que aún no han salido de la pubertad, junto a otros más adultos pero todos con un aspecto deplorable. Echarle la culpa a los padres es real, pero no salva la situación a las autoridades, que deben estudiar en profundidad este aspecto, que tiene ya carácter generacional.

La ley anti-tabaco molestó a muchos fumadores... pero les salvó la vida. ¿Hace falta algo igual?