La semana

El fantasma de la conflictividad laboral

F. C.

Tras las elecciones, la brújula informativa apuntó hacia la interpretación política de los resultados. Poco se habló de lo que está sucediendo en el campo empresario que, como todos los sectores de la vida nacional, también se enfrenta a un panorama distinto del existente antes del 28 de junio.

En esos ámbitos, se mantiene el convencimiento de que el gobierno central no tiene en claro un plan B para la economía y que, hasta ahora, la única propuesta es más de lo mismo. Ante la tozudez, o la miopía, el sector privado está desarrollando una estrategia propia, que pasa por consensuar contrarreloj en temas como inflación, salarios, desempleo, tarifas, paridad cambiaria y relaciones con el mundo exterior.

Ese consenso parte de entender que el pico de la crisis se está suavizando, al menos en ciertos sectores, tal como lo indican distintas mediciones privadas. “Casi todos los indicadores económicos exhiben una moderación en las caídas, lo que indicaría que ya podría haber pasado lo peor en términos de contracción del producto, el empleo, el consumo y los salarios reales”, dice un reciente informe del consultor Miguel Kiguel. En líneas generales, concuerdan con esa apreciación los analistas Ángel Broda y Dante Sica.

Pero para los empresarios el meollo es cómo se administrará el coletazo de la crisis que, como mínimo, continuará durante todo el segundo semestre. De allí su urgencia para convocar al Consejo Económico y Social. Una de las variables más temidas, porque puede desarticular cualquier combinación de opciones, es el incremento de la conflictividad laboral.

Según la Universidad Católica Argentina, el desempleo llega actualmente al 11,8 %. Esto equivale a 1.928.000 de desocupados urbanos, es decir, 565.000 desempleados más que los reconocidos por el Indec. Para la CTA, los despidos del segundo trimestre alcanzaron a 200 mil personas.

A las angustias de esa masa desempleada, se suma otro factor. “El tema más grave no está ligado sólo a cuestiones estrictamente económicas. Lo que ha crecido es un cierto estado de rebelión en el mundo laboral, que ni siquiera está promovido en forma explícita y, mucho menos, controlado por los sindicatos y sus líderes”, afirmó en junio Julián de Diego, experto en cuestiones laborales.

En tanto, el gremio de lo camioneros está exigiendo incrementos de 25 %. Ese porcentaje, representa casi el doble de la proyección inflacionaria de los estudios privados para 2009 (13 %), y casi 5 veces más que la ponderación del Indec, que la ubica en 5,5 %. Desde la otra vereda, los empresarios dicen que no pueden ir más allá del 15 por ciento.

Hasta ahora, el sindicato de camioneros, aliado político del gobierno y caso testigo para muchas paritarias, acataba las sugerencias oficiales sobre límites a los reclamos. Luego del abrupto cambio en el mapa político, no está claro hasta dónde se mantendrá ese acatamiento.