Niamey y Bilbao, dos modelos inspiradores

Arq. Mariano Busaniche

Ante una mirada constructiva, seguramente influenciada por la profesión, y los consecuentes procesos de reflexión a los que uno, al interesarse, puede ingresar, surgen preguntas y aspiraciones. Si el pensamiento girara en torno a lograr desarrollos económicos y culturales para la ciudad y que, a su vez, ésta se proyecte exteriormente, se hace necesario abordar el tema desde una posición de partida clara, esto es: conocer que la urbe puede convertirse en un real foco de atracción.

Un recurrente tema de despegue es el turismo; éste representa un real eje de crecimiento, es una inmensa industria capaz de mejorar los índices económicos de cualquier ciudad y que abarca casi todos los aspectos de la sociedad. Es acertado concebir a Santa Fe como un polo de oportunidades, que pueda ofrecer crecientes y logradas opciones, valiéndose de su historia, su posicionamiento nacional, su ubicación geográfica estratégica, de sus recursos naturales y humanos.

Hallar oportunidades detrás de los problemas es interpretar que los inconvenientes son problemas de planificación al confrontar diferentes soluciones posibles, relativas al aprovechamiento de recursos más convenientes y efectivos, de acuerdo con el contexto real en el que se actúa. Hoy, mientras emergen infraestructuras en la ciudad, se evidencia que para objetivos ambiciosos aún hacen falta mayores concreciones. Ahora bien, ¿por qué no abordar el tema desde situaciones escasamente exploradas?

A tal efecto, es pertinente observar el caso dado en una ciudad con características similares a Santa Fe. Me refiero a la ciudad de Bilbao. La situación actual se puede relacionar en ciertos aspectos con la de Bilbao a fines de los años ochenta, cuando, tras haber sido un polo industrial y portuario vital en España hasta los años setenta, comenzara a perder su ubicación como centro de atracción y desarrollo. La economía decrecía, las industrias se sometían a condiciones de mercado insostenibles y, consecuentemente, un gran número de ellas cerraba sus puertas, el puerto reducía considerablemente el volumen de transacciones intermedias (importaciones y exportaciones). En suma: la cuestión socioeconómica persistió en declive durante décadas. En los noventa, la ciudad de Bilbao comenzó a diseñar una estrategia de ordenamiento de su territorio; fueron las semillas del proyecto para recalificar y abrir la ciudad a Europa. El objetivo fue posicionar la ciudad en la región, hacerla abierta, plural, integradora y creativa. Social y culturalmente se trataba de ser parte de la vanguardia europea. Se promovió la entrada de divisas extranjeras (empresas con aporte de capitales) que, junto a una planificación estratégica orientada a crear nuevas atracciones y generar condiciones viables de desarrollo, determinaron el proyecto Guggenheim Bilbao.

El impacto que produjo el museo proporcionó un estallido comercial sin precedentes en España, y resultó así un real foco de crecimiento y desarrollo para la ciudad.

Lo relevante es cómo abordar circunstancias existentes que influyen en detrimento de condiciones de bienestar social, y especificar transformaciones, es decir, idear planificaciones estratégicas que, desde temáticas diversas, sea un museo excéntrico y multifacético o cualquier otra intervención, reactive actividades y economías que directa e indirectamente se desprenden de un hecho primario.

Desde los más complejos y ambiciosos proyectos actualmente en construcción, como la isla de cristal y el Gazprom en Rusia, el Penang Global City Centre en Malasia, el Regatta Hotel de Yakarta, hasta otros ejecutados en los más diversos contextos, se auspician logros importantes y sustentables en cuanto al impulso y crecimiento determinante a obtener, así desde el Chinli Kiosk, en Estambul, donde se reciclara un inmenso y antiguo palacio otomano que ofrece y expone una capacidad extraordinaria de actividades culturales y turísticas, dentro de un máster plan de reorganización urbana y recuperación de edificios históricos, hasta el Centro Cultural Niamey en Níger, en el que se plasma una idea fuerte de crecimiento y desarrollo, aun siendo un hecho aislado, aun en las difíciles condiciones económicas que un país africano enfrenta. En él se expone cultura; decenas de etnias, de lenguas, varias religiones, tradiciones, una población de siete millones de habitantes en un territorio grande como Francia, España y Suiza a la vez, la capital Niamey está situada en la región más poblada del país y es el santuario de la unidad nacional. Desde 1984 intenta evolucionar allí un centro cultural muy original, hecho por un catalán, sin calificación académica o universitaria, sin especialización disciplinaria, el cual simplemente se ha guiado por las necesidades y los problemas del país.

En veinte hectáreas de superficie, abarca un gran conjunto de problemas: museo etnológico al aire libre, jardín para los niños, jardín zoológico y botánico, espacio de esparcimiento y paseo, lugar para los desfiles de moda africana y europea, centro para la promoción de un artesanado de calidad que fabrica objetos útiles. Asimismo, es la mayor escuela de alfabetización y centro de difusión de programas musicales y conciertos. El mantenimiento corre por cuenta de la población, mediante llamamientos más o menos periódicos que se le hacen. Y funciona. Es éste un centro cultural en un país en el que no predomina el arte, en el que no hay obras importantes, en el que hay poca historia conocida, pero mucha historia oral. Es un centro que, después de veinticinco años de funcionamiento, recibe entre 400.000 y 425.000 visitantes al año.

Resulta necesario asumir compromisos entre gestión estadual y entes privados, para la promoción, financiación, ejecución y explotación de proyectos (con la opción de dar participación a instituciones como la universidad, con sus distintas facultades), proponiendo hechos conexos, que activen y promuevan una cantidad creciente de economías, y contribuir a la concreción de ambiciosos objetivos que otorguen aportes significativos hacia lo social y lo urbano. Hoy existen intervenciones, pero éstas resultan disociadas con acciones efectivas a escala.

La arquitectura y el urbanismo resultan herramientas necesarias para dar a conocer la ciudad al exterior, para contribuir en su evolución y a la calidad de vida de sus habitantes, y en tal desafío las directrices rectoras deben valerse de estas disciplinas. Ninguna planificación resulta definitiva para solucionar la complejidad de una ciudad, donde una sola gestión de gobierno difícilmente pueda diseñar, establecer, ejecutar y mantener soluciones transformadoras. Imprescindiblemente, debe existir una conciencia de continuidad entre las administraciones.

Trabajar a mediano y largo plazo resulta ser una forma segura de concretar objetivos ambiciosos; así lo exponen la experiencia y la razón. De esta manera, desafíos tan cargados de intuiciones, ideales, ingenio, inventiva y riesgos deben lograr ligarse con la racionalidad, que es saber observar experiencias específicas, sostener las acciones y los tiempos que demande obtenerlos.

Niamey y Bilbao, dos modelos inspiradores

El Museo Guggenheim, en Bilbao, un proyecto que resultó crucial para la ciudad.

Foto: Archivo El Litoral