“Darwin en Tierra

del Fuego”

Este libro, según confiesa la propia autora, fue escrito para aquellos lectores interesados en el joven Darwin y en su gran aventura en Tierra del Fuego, aquel “intenso y prolongado contacto con nativos durante la travesía del Beagle. Pretendo destacar las relaciones casi cotidianas de Darwin con el capitán Robert Fitz-Roy y con sus nativos fueguinos”. Para lograr estas metas la antropóloga estadounidense Anne Chapman comenzó a viajar desde mediados de la década de 1960 a Tierra del Fuego, trabajando con los últimos sobrevivientes selk’nam (onas). Aparte de este “Darwin en Tierra del Fuego”, que acaba de publicar Emecé, es autora de “Los selk’nam. La vida de los onas en Tierra del Fuego”.

En 1831, para su segunda expedición a Tierra del Fuego, el capitán Robert Fitz-Roy elige a Darwin como acompañante. No fue nunca una amistad idílica. El afán abolicionista de Darwin fue motivo de graves conflictos con Fitz-Roy, que defendía la esclavitud. Sin embargo, aunque Darwin creyese que era ínfimo el límite entre un estado de salvajismo y uno de civilización, al escribir acerca de los fueguinos no escatimó sarcasmos y desprecio. Los describió como “atrofiados, desdichados miserables, innobles salvajes infectos, las criaturas más abyectas e innobles que vi en mi vida” “Seguramente sentía una mayor compasión por los africanos porque habían sido arrancados de sus hogares y esclavizados, y probablemente porque no los consideraba caníbales salvajes como a los fueguinos”, apunta Chapman, que analiza los tres viajes de Darwin a Tierra del Fuego, entre 1832 y 1833.

El viaje de Darwin en el Beagle fue de suma importancia para el desarrollo de la ciencia, pero poco “sabemos poco acerca de los nativos, los fueguinos, a quienes Darwin conoció o sobre los cuales escuchó historias”. El barco devolvía a sus tierras a los jóvenes fueguinos que Fitz-Roy había capturado en su primer viaje: Fuegia Basket, York Minster y Jemmy Button, por quien Darwin muestra especiales signos de simpatía.

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