Quemarse con leche

Las movidas en la interna del gobierno nacional presagian cambios. Con los productores pensando en la gruesa, ¿habrá diálogo?

Federico Aguer

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Para los criadores de hacienda de la provincia de Santa Fe, la postergación de la medida que volvía a elevar el peso límite de faena a 280kg. fue la noticia de la semana. A causa del sostenido déficit hídrico hicieron mella en la SAGPyA las advertencias vertidas desde entidades como CRA, en donde se puso de manifiesto el quebranto económico, el clima adverso y la llegada del invierno como factores que limitan a la cría de una manera sin precedentes. Los efectos de una eventual implementación de esta medida habría hecho caer aún más los precios de la ternerada, traducido en un virtual aumento de los costos de la alimentación para feedloteros y criadores. Claro que para los primeros los precios regulados provocan un daño menor que para los últimos.

Más allá de la suspensión de la misma, el sector ganadero en particular sigue manifestando la zozobra de continuar con la actividad en este escenario de volatilidad e incertidumbre cotidiana, en donde las idas y vueltas oficiales caracterizan el quehacer cotidiano.

Según los trascendidos que llegan desde la casa rosada, los últimos cambios en el gabinete fortalecen la teoría de cambios en algunos temas de la economía central y en el tema retenciones. El mismo llamado de la presidenta al diálogo intenta reflejar un cambio en las formas, principal demanda del electorado en el último sufragio. Resta saber si la expresión presidencial expresa una autocrítica sincera o un mero formalismo político. Los productores ya se “quemaron con leche” y es lógica la desconfianza.

Por estas horas, todo parece centralizarse en la continuidad del polémico Guillermo Moreno, como si la supervivencia misma de la gobernabilidad dependiera de ello. Lo importante para el campo y el país todo no pasa por la presencia de un funcionario u otro. Se trata más bien de concretar el tan mentado diálogo en aras de plasmar algún proyecto de país para los próximos veinte o treinta años, en el que -como ya quedó demostrado- no puede quedar excluido el campo. El mensaje de las urnas denota un rechazo abierto a una forma de ejercer el poder, la que perjudicó sistemáticamante la concreción de tal proyecto.

Esa obstinación de creer ciegamente en sus propios prejuicios como verdades absolutas hace que los Kirchner sigan cosechando lo que sembraron: división, resquemores y sospechas, que opacan largamente todos los logros alcanzados por esta gestión.