Boleta única

El sistema electoral que

reclama la oposición

La iniciativa, presentada a principios del año pasado, fue reflotada en el marco del diálogo político. Las ventajas económicas y para la calidad institucional. Por qué se opone el gobierno.

De la redacción de El Litoral

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La apertura de la ronda de diálogo entre el gobierno y los partidos políticos que, más allá de la apertura temática que busca asignarle la oposición, fue convocada bajo la consigna de discutir un nuevo sistema electoral, sirvió para volver a poner sobre el tapete una iniciativa que hasta ahora mereció el absoluto rechazo del oficialismo: la boleta única.

Se trata de un proyecto impulsado inicialmente por legisladores del ARI, el socialismo, la UCR y el juecismo, y avalado por otras fuerzas como el PRO y el peronismo disidente. La idea es reemplazar la multiplicidad de boletas electorales con que cada elector se encuentra al momento de ingresar al cuarto oscuro, por una sola en cada categoría, donde figuren los candidatos de todos los partidos para ese puesto. El presidente de mesa debería entregarla a cada elector al momento de votar, para que ingrese con ella al cuarto oscuro, ponga una cruz en su candidato -como si fuera un “multiple choice” o la vieja tarjeta de Prode-, la meta en el sobre, y luego en la urna.

Antecedentes y ventajas

El sistema de boleta única comenzó a usarse en Australia en 1856, y el Estado de Nueva York comenzó a aplicarlo en 1889. Todos los países de América Latina lo adoptaron, excepto Uruguay que tiene Ley de Lemas.

La principal ventaja que señalan sus impulsores consiste en evitar que falten boletas de una fuerza política en particular dentro del cuarto oscuro. Y, particularmente, bloquea determinadas prácticas fraudulentas, empezando por el robo de boletas. Al tratarse de una boleta única, si no está la boleta de un partido, no está la de ninguno, por lo cual no existe el riesgo de que dentro del cuarto oscuro el votante modifique su decisión por no encontrar la boleta que buscaba.

Otro beneficio, con especial repercusión para los partidos chicos, es que les ahorra tener que hacerse cargo del costo de la impresión de las boletas, y también contar con fiscales en todas las mesas para controlar que no falten boletas. El Estado sería el garante de que todos los partidos tengan la misma posibilidad de llegar al electorado.

De hecho, el ahorro también será sobre la impresión de boletas en general, ya que bastará con que, en total, haya una para cada uno de los electores en todo el país -con algunas más como reserva- y no que cada partido imprima boletas de más para asegurarse de cubrir las expectativas de todos los potenciales electores.

En el cuarto oscuro

La mecánica del sufragio es muy sencilla: cada votante ingresará al cuarto oscuro y marcará una cruz en el casillero en blanco de la fuerza política que desee votar. Tendrá una boleta para cada categoría: presidente y vice, gobernador y vice, intendente o senador.

En los casos de listas más extensas de candidatos -como diputados o concejales- en la boleta figurarán los tres candidatos que la encabezan, pero en la pared del cuarto oscuro habrá un afiche con la nómina completa. Con este recurso se preserva la necesaria información para el votante, y se responde al argumento del gobierno de que “se oculta” al resto de los candidatos.

“No estaríamos hablando de una lista sábana, sino de una lista frazada que tapa la lista sábana, porque proponen poner sólo los dos primeros nombres de los candidatos y ocultar el resto de la lista”, argumentó en su momento el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Y aclaró: “Este tipo de boletas se utiliza sólo en países donde hay un sistema binominal, con dos candidatos, o uninominal, de un solo candidato. Si no, es de imposible aplicación”.

Los otros argumentos con los cuales el gobierno se opuso a esta modificación están centrados, principalmente, en la extensión que debería tener la boleta (ver En palabras). Aunque, según los miembros de la oposición, en realidad deberían buscarse en el reverso de las ventajas apuntadas: por un lado, las mayores posibilidades que le otorgan la estructura de que dispone y, por el otro, el amplio abanico de recursos clientelares o amañados de que disponen con la modalidad actual.

La propuesta, eso sí, presenta algún riesgo al momento del escrutinio, ya que podría pasar que al abrirse el sobre, las autoridades de mesa duden de dónde se hizo la marca, si no está del todo clara. Y no basta para acabar con otro tipo de vicios recientes, que podrían ser añadidos a la lista que acompaña este informe (Nomenclatura), como es el caso de las eufemísticamente llamadas candidaturas testimoniales.

Nomenclatura

La aplicación de la boleta única permitiría dotar de mayor calidad al acto del sufragio, al eliminar una serie de recursos que han funcionado como “vivezas” políticas y que, por la fuerza de la práctica, adquirieron denominación propia.

1 Listas colectoras. Son varias listas locales que llevan el mismo candidato a un cargo nacional. Esto no sería posible, puesto que sólo puede ir un candidato por partido político o alianza, como dice la Constitución. Y como habría una boleta única por cada categoría, tampoco varios candidatos podrían recolectar votos para una categoría superior.

2 Listas espejo. Es cuando dos partidos diferentes llevan un mismo candidato. Con la boleta única, solamente podrán hacerlo si constituyen una alianza.

3 Voto cadena. Es el resultado de la distribución de votos el día anterior del comicio. Ya no sería posible, porque el presidente de mesa le entrega la boleta sellada y firmada al elector, antes de que entre al cuarto oscuro.

4 Boleta sábana. El efecto de arrastre entre distintas categorías -por el influjo de un candidato en particular- no podría darse, ya que habrá una boleta para cada una.