Voces en escena

4.eps

Manuel Puig.

Foto: Archivo El Litoral

Por Julio Anselmi

“Teatro reunido”, de Manuel Puig. Entropía, Buenos Aires, 2009.

El certero tono en las voces de sus personajes es seguramente la quintaesencia estilística (y existencial) que caracteriza a la obra de Manuel Puig. La modulación, el léxico, lo sobreentendido, los lapsus, los ex abruptos conforman un habla que es siempre a la vez inventada y eco de una clase social, de un lugar y tiempo, y de géneros revisitados, de la literatura o del cine. Y así como su primera novela (“La traición de Rita Hayworth”) quiso nacer como guión cinematográfico, estaba signado que alguna vez la narrativa lo conduciría al teatro.

Es verdad que las voces, en sus novelas, no se remiten a comparecer en los diálogos, sino que intervienen con otras muchas formas de pronunciación (crónicas periodísticas, epístolas, comunicados, etc.). De alguna manera esa expansión busca comparecer también en sus obras de teatro, evidenciándose sobre todo en el forzamiento de los límites al subgénero en el que pueden aparecer incluidas (la comedia o el musical, por ejemplo).

“Teatro reunido” incluye la versión teatral de “ El beso de la mujer araña”, una adaptación de la novela homónima; “Bajo un manto de estrellas”; “Misterio del ramo de rosas” (a nuestro juicio la obra teatral de Puig más lograda); “Triste golondrina macho” y “Un espía en mi corazón”, inédita hasta hoy.

“Un espía en mi corazón” se incluye en el ítem de las comedias musicales de Puig, junto a “Amor del bueno”, “Muy señor mío” y “Gardel, uma lembrança”. Un abuelo cuenta a sus nietos una disparatada aventura acaecida hacia 1942, cuando Europa estaba en llamas. Los laboratorios secretos de la embajada alemana nazi en la Argentina construyen un robot idéntico a una muchachita, a la que finalmente matan, teniendo prisionero a su novio cartero. Dos modistas de barrio y una tijera que corta y confecciona mágicamente espléndidos vestidos, completan el delirio. El galán, el cartero será previsiblemente el abuelo que cuenta la historia y el amor con una de las modistas, ya anciana, será el gran cierre, todo entre irrupciones de tangos, trozos de óperas y temas de Feliciano Brunelli. Cada personaje es introducido con indicaciones que marcan el estilo de su voz, señalándose que debe sonar a la manera de Miguel Gómez Bao, Iris Marga, Virginia Luque, Olinda Bozán o Juan Carlos Thorry. La obra, de 1988, nació de un encuentro en Río de Janeiro, de Puig con la artista plástica Renata Schussheim, y estaba destinada a ser puesta en escena por el grupo Caviar, con Jean François Casanovas, pero el proyecto no llegó a concretarse.