Ramírez le dio desahogo a la gente de Racing...
Tito no lo gritó, hubo “miradita” a la hinchada
Antes del penal, que ejecutó brillantemente, el ex sabalero estuvo muy cerca de marcar.
Marcelo Goux va al piso para trabar con firmeza ante la arremetida de Ramírez. Ambos fueron compañeros durante más de una temporada en Colón. Inclusive, Goux comentó en medios porteños que “me está debiendo dos asados”. En la cancha, jugaron “a muerte”, cada cual defendiendo lo suyo.
Foto: telam
Enrique Cruz (h)
Dicen que “no hay peor cuña que la del mismo palo”. Tito Ramírez pasó de épocas en las que la hinchada lo insultaba aunque metiera goles, a otras en las que a fuerza de esos goles conseguía cambiar la imagen y ganarse, aunque más no sea, el respeto de la gente de Colón.
Muchos recordarán aquellos goles agónicos, algunos de ellos muy importantes y valiosos como frente al Boca que peleaba el campeonato. Y muchos, seguramente, le darán también el justo lugar a un jugador cuya venta implicó un ingreso muy importante de divisas a la institución.
Si Tito era combatido cuando se ponía la rojinegra, más allá de sus goles, ¿qué se puede esperar ahora, que está en otro club, y máxime metiendo un gol en tiempo de descuento ante su ex equipo?
Rubén Ramírez, el goleador que llegó desde Margarita y que en reconocimiento a su ídolo, el Bichi Fuertes, se puso la “20” que dejó libre Leandro González para estar a tono con ese número que tanto quiere la hinchada de Colón, tomó la responsabilidad de patear un penal ante su ex compañero, Diego Pozo, para marcar no sólo el primer gol de Racing en el torneo sino el del empate de un partido que a la Academia se le había complicado al punto tal que muchos de los miles y miles que le dieron un muy buen marco al cilindro, pensaban que otra vez se perdía.
Antes de esa brillante ejecución (fuerte y contra el palo izquierdo de un Pozo que eligió el otro costado), Ramírez había tenido otra oportunidad muy clara: centro de Rosano desde la derecha y Tito que quiso definir de taco, adentro del área chica, enviando la pelota afuera ante un Pozo que miraba parado el destino del balón.
Tito, que fue padre recientemente y que ahora usa vincha por su larga cabellera, salió corriendo hacia el costado luego de convertir el empate definitivo, no festejó el gol pero miró de reojo hacia los más de 300 hinchas de Colón apostados en la tribuna visitante, que seguramente se habrán acordado de sus ancestros, como ya ocurrió en la primera ocasión que le tocó jugar contra su ex equipo.
Antes del partido, Ramírez se abrazó con todo el cuerpo técnico de Colón, con Fuertes, muy especialmente, y con el resto de sus compañeros. Durante el partido, la lucha fue leal, como debe ser por otra parte, cada uno defendiendo lo suyo. Al final, en tiempo de descuento y a tono con tantos goles que Tito supo marcar con la rojinegra en la expiración de los partidos, llegó el gol que despertó bronca en la gente de Colón y alivio en la de Racing.
