La tragedia de Lapa

El entorno de Aeroparque sigue teniendo riesgos

El trágico accidente del avión 3142 de Lapa, ocurrido una década atrás, desnudó fallas de seguridad en el entorno. Algunas fueron solucionadas y otras todavía no.

Julia Izumi

CMI

Pasaron diez años del trágico accidente del avión 3142 de Lapa y algunos de los obstáculos que aquella noche contribuyeron a agravar las consecuencias del fallido despegue de la aeronave siguen intactos frente al Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery.

Si bien el campo de la Asociación Argentina de Golf ya no está allí fue trasladado hace ya más de un año a la localidad bonaerense de Villa Martelli- y no existe el green elevado sobre el que impactó el avión, las obras para la ampliación de la costanera generaron varios montículos de características similares, en los que se acumulan restos de material, tierra y escombros.

Además, el predio sigue vallado con una reja de color verde que impide el acceso a esos terraplenes, y que no está preparada para ceder ante un impacto, del mismo modo que la que protege el perímetro del Aeroparque.

La famosa casilla de gas sobre la que impactó el ala derecha del avión ya no está. Fue destruida por disposición del Tribunal Oral Federal 4, tras una inspección ocular realizada en marzo de este año, y luego de que en el proceso se advirtiera que había sido reconstruida, e inclusive ampliada, en el mismo lugar. Paradójicamente, siguen intactos, y a escasos metros, un gabinete de electricidad y el puesto de diarios que aquella noche fue arrasado por la aeronave en su carrera incontrolable. También sigue en pie la entrada a las piletas de Punta Carrasco, con sus tres casillas de ingreso, aunque el complejo no está allí porque no le fue renovada la concesión.

La estación de servicio Esso que se encontraba justo frente al Aeroparque fue desalojada por el Gobierno porteño durante la gestión de Aníbal Ibarra. El 31 de agosto de 1999 el avión de Lapa pasó a escasos 50 metros de ese lugar, considerado de altísimo riesgo por la Junta de Aviación Civil.

La situación es preocupante en la cabecera norte del aeropuerto metropolitano, donde todavía continúan intactos, y como si nada hubiese ocurrido, el restaurante Clo Clo, otra estación de gas, y una estación eléctrica.

Crítico pero no peligroso

La descripción convierte al Jorge Newbery en un aeropuerto “crítico pero no peligroso” como lo señaló el experto Alejandro López Camelo al declarar en el juicio oral y público que se lleva a cabo en el Tribunal Oral Federal 4.

Como consecuencia del accidente, la Nación, la ciudad de Buenos Aires y Aeropuertos Argentina 2000 lanzaron en 2004 un ambicioso plan de obras que incluía la reestructuración vial de la Costanera, la extensión de las pistas del Aeroparque para llevar la cabecera sur (por donde despegó el avión de Lapa) hacia los límites de los terrenos de Punta Carrasco, el corrimiento de las vías del Ferrocarril Belgrano hacia Lugones, y la desaparición de algunos centros gastronómicos y de recreación de la zona. La complejidad de la obra, las dificultades presupuestarias y las relacionadas con la coordinación entre los distintos organismos involucrados hicieron que las reformas se demorasen más de lo previsto al punto que hoy no tienen fecha de finalización.

En materia de seguridad operacional, la novedad consistió en el pase a manos civiles del control de la aviación comercial, deportiva y general. Así, se reemplazó el Comando de Regiones Aéreas (CRA) de la Fuerza Aérea, por la Administración Nacional de la Aviación Civil (Anac) cuyo titular es el mendocino Rodolfo Gabrielli. El organismo tiene a su cargo los sistemas de control, de habilitaciones y verificaciones, tres factores que tuvieron su peso en la concreción de la tragedia de Lapa, pero todavía se encuentra en una etapa de transición.

Algunas de las irregularidades detectadas por la Organización de Aviación Civil Internacional (Oaci) en una auditoría realizada a la CRA un año después del accidente del Aeroparque Jorge Newbery, no fueron corregidas aún. Fuentes vinculadas al sector señalaron a este diario que se mejoró la contratación de inspectores especializados y técnicamente calificados para las tareas de fiscalización del cumplimento de la reglamentación y las prácticas de seguridad un detalle sobre el que había advertido la Oaci- pero que las empresas aerocomerciales siguen sin contar con manuales de operación debidamente aprobados, mientras que los reconocimientos médicos realizados por el Instituto de Medicina Aero Espacial (Inmae) no se ajustaron a las recomendaciones del organismo.