Cumbre de presidentes sudamericanos

Unasur evitó la ruptura, al no condenar las bases de EE.UU.

Tras siete horas de tenso debate, los mandatarios respetaron la decisión del gobierno colombiano. Pero acordaron un documento en que rechazan la incidencia militar extranjera en la región.

Unasur evitó la ruptura, al no condenar las bases de EE.UU.

Ronald Venetiaan (Surinam), Alvaro Uribe (Colombia), Lula Da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Cristina Fernández, Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Fernando Lugo (Paraguay) y Hugo Chávez (Venezuela). Tabaré Vázquez (Uruguay) y Alan García (Perú) se tuvieron que ir antes.

Foto: EFE

Horacio Serafini/El Litoral

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CMI/DyN/EFE

Un acuerdo de compromisos mínimos, que se alcanzó después de un duro y prolongado debate público, logró salvar la cumbre de presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) convocada en forma extraordinaria para tratar el pacto que le permitirá a Estados Unidos utilizar siete bases militares en Colombia, lo que genera desde rechazos hasta recelos en la región.

El clima de tensión previo que hacía temer por un fracaso se diluyó a lo largo de más de siete horas de encendidas polémicas, con acusaciones cruzadas. Sobre todo entre el colombiano Alvaro Uribe, que en todo momento se negó a dar detalles del acuerdo con Estados Unidos, por un lado, y por otro, el ecuatoriano Rafael Correa y el venezolano Hugo Chávez.

Cuando la reunión amenazaba con volverse interminable, terció la presidenta Cristina Fernández, promotora de la reunión extraordinaria después del fracaso de la Unasur el 10 de agosto en Quito, a la que no asistió Uribe, para proponer una declaración que en sus principales trazos había sido acordada la noche del jueves con el brasileño Luis Inacio Lula da Silva.

No obstante, el desenlace no estuvo exento de tirantez. Cristina Fernández “les tuvo que dar un tirón de orejas”, al decir de una fuente diplomática argentina, a Uribe y a Correa, que se habían enfrascado en una confrontación de datos sobre lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, en discursos dirigidos a sus respectivas opiniones públicas internas, favorecido todo por la televisación en vivo de la reunión. Había sido una condición puesta por Uribe, que hasta presionó en ese sentido con un recordatorio a los periodistas antes de ingresar al hotel Llao Llao, con la cumbre ya comenzada.

Dudas al filo

Hasta el último minuto la posibilidad de la declaración estuvo en dudas. El boliviano Evo Morales insistía en incluir una condena al acuerdo militar colombo-venezolano y llegó a plantear un referéndum suramericano sobre el pacto. Un objetivo imposible, dado que todos asumen que el uso de las bases por parte de Estados Unidos es competencia soberana de Colombia, como lo dejó en claro Uribe, aun cuando detrás se escondan riesgos a la seguridad regional, en especial por parte de Venezuela y de Ecuador.

Sorprendió, en cambio, que Chávez no haya “desbarrancado”. La tarea de ablande al líder bolivariano la hizo Lula en un desayuno a solas. No obstante el venezolano apeló a un documento del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que desmiente el argumento de Uribe acerca de que el acuerdo es para combatir el narcotráfico y el terrorismo: una de las siete bases, Palanquero, daría autonomía a aviones de gran alcance capaces de cubrir sin necesidad de abastecimiento la mitad de Suramérica.

De ahí, por caso, la preocupación de Lula. El brasileño reclamó garantías jurídicas de que las bases no serán usadas contra terceros países. Están en juego las reservas de la Amazonia y las petroleras sobre el Atlántico.

Lula también insistió en una reunión urgente de la Unasur con el presidente Barack Obama, que apoyaron Cristina, Correa y Chávez, pero que objetó Uribe, inmutable y hierático en todo momento. La posibilidad de solicitar un encuentro con Obama quedó supeditada al informe que, según la declaración final, presentará el Consejo de Defensa de la Unasur sobre el análisis del mentado documento del Comando Sur y una “verificación” en el lugar de las características de las bases y el armamento que se desplegará en ellas.

Hacia una doctrina propia

El punto principal de la declaración aprobada, que apunta sobre todo a generar una “doctrina” sobre la seguridad regional, conjuga ese principio con el de soberanía que argumenta Uribe: “La presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad en la región”.

También consigna el documento que durante la primera quincena de septiembre se reunirán los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de la Unasur para empezar a “diseñar medidas de fomento de la confianza y la seguridad”, que incluirán “mecanismos concretos de implementación y garantías”, en base a los principios de soberanía, integridad e inviolabilidad territorial.

 

/// LA CLAVE

Resultado

El pacto que permite a Estados Unidos utilizar bases colombianas, provocó una crisis regional que ha acentuado los viejos conflictos bilaterales, especialmente entre los países andinos. Los socios de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) no lograron avances sustanciales, pero consensuaron un documento de mínimos que mantiene vivo el proceso de integración y avanzaron en la consolidación del Consejo de Defensa del organismo, ente impulsado por Lula, y que no es bien visto por Estados Unidos.

/// EL DATO

Desmentida

Estados Unidos aseguró que el documento que exhibió el presidente venezolano Hugo Chávez en la cumbre de Unasur es un informe de la Fuerza Aérea sobre planes de emergencias y ayuda humanitaria, y que en ningún caso contiene estrategias ni políticas del país. “No es un plan estratégico ni de políticas”, indicó a la agencia EFE un portavoz del Departamento de Estado, en referencia al documento que, según Chávez, revela las intenciones estadounidenses de establecer una base para operaciones antidroga y de “movilidad” en América del Sur.

/// análisis

Ni tanto, ni tan poco

H.S.

Pueden saber a poco las conclusiones de la cumbre extraordinaria de la Unasur para los que pretendían una condena al acuerdo por el que Colombia permitirá el uso de bases militares a Estados Unidos. Pero también a mucho para aquellos que presagiaban un revés para el organismo político regional.

La condena al acuerdo colombo-estadounidense, promovida por Venezuela, pero sobre todo por Ecuador y Bolivia, era un imposible. El compromiso de Cristina Fernández cuando logró la presencia de Alvaro Uribe había sido que no se lo convertiría en el acusado sentado en el banquillo. Y sucedió así, con el colombiano en defensa de una decisión soberana, pero que en momento alguno pudo conjugar ese principio con el de la seguridad e integridad territorial de los demás países de la región.

Tuvo el documento final, sin embargo, un pronunciamiento implícito contrario a lo que el grueso de los países, con sus más y sus menos, conciben como parte de la estrategia militar de Estados Unidos para la región, que amenaza en potencia desde la paz hasta sus recursos naturales. Se trata del tercer punto: la presencia de fuerzas militares extranjeras “no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad de la región”.

Es, por cierto, un compromiso insuficiente ante la urgencia, pero no menor. Junto con las otras decisiones, la Unasur comenzó un recorrido que apunta a crear una “doctrina sobre la seguridad” de la que la región carece, con un mérito adicional: a diferencia de doctrinas dominantes en el pasado, esta vez la autoría es regional.

Por primera vez, además, se puso en discusión abierta a nivel de los presidentes el uso de bases por una potencia extrarregional. Con el agregado de que, aunque con acuerdos mínimos, logró salvarse a la Unasur, que sin Colombia dejaría de serlo.

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