En su última novela

Saramago redime a Caín de

su tan publicitado crimen

El autor portugués y ganador del Nobel de Literatura, provocador desde el comienzo, acusa a Dios de ser el “autor intelectual” de la violenta muerte de Abel a manos de su hermano. Con esta obra, Saramago -ateo confeso- vuelve al tema religioso, que es su debilidad, casi veinte años después de “El evangelio según Jesucristo”.

Lola Cintado

Agencia EFE

El escritor portugués José Saramago vuelve a ocuparse de la religión en “Caín”, su nueva novela, que se publicará en octubre, en la que redime a su protagonista del asesinato de su hermano Abel y señala a Dios “como el autor intelectual al despreciar el sacrificio que Caín le había ofrecido”.

Su editor en portugués, Zeferino Coelho, la llevará a la Feria del Libro de Fráncfort el próximo octubre y a finales de ese mes estará en las librerías de Portugal, América Latina y España.

Será en Lisboa, en su presentación mundial, donde el Premio Nobel hable por primera vez de su nuevo libro.

Pero desde su casa de la isla española de Lanzarote, donde pasa el verano y ya prepara las maletas para volver a Lisboa, explicó a EFE a través del correo electrónico que lo que nos ha querido decir con “Caín” es que “Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?”.

Casi veinte años después de su discutido libro “El evangelio según Jesucristo”, que fue vetado por el gobierno portugués para competir por el Premio Europeo de Literatura, el Nobel luso hace un irreverente, irónico y mordaz recorrido por diversos pasajes de la Biblia, aunque no teme que vuelvan a crucificarle.

“Algunos tal vez lo harán -afirma Saramago-, pero el espectáculo será menos interesante. El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan, no me sorprenderé. Ya estoy habituado”.

No obstante, añade: “Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro”.

José Saramago no considera este libro su particular y definitivo ajuste de cuentas con Dios: “Las cuentas con Dios no son definitivas” -dice-, “pero sí con los hombres que lo inventaron.

“Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él”, señaló el autor.

Niega que la cercanía de la muerte, hace ahora un año debido a su enfermedad, le hiciera pensar más en Dios.

“Tengo asumido que Dios no existe, por tanto no tuve que llamarlo en la gravísima situación en que me encontraba. Y, si lo llamara, si de pronto él apareciera, ¿qué tendría que decirle o pedirle, que me prolongase la vida?”, se pregunta.

Y continúa Saramago: “Moriremos cuando tengamos que morir. A mí me salvaron los médicos, me salvó Pilar (su esposa y traductora), me salvó el excelente corazón que tengo, a pesar de la edad. Lo demás es literatura, y de la peor”.

Hace un año, el escritor sorprendió a sus lectores por la ironía y el humor que destilan las páginas de “El viaje del elefante” y ahora vuelve a las andadas con “Caín”. Para él es un misterio.

Y reflexiona: “No fue deliberado ni premeditado, la ironía y el humor aparecen en las primeras líneas de ambos libros. Podía haberlo contrariado e imprimirle un tono solemne a la narrativa, pero lo que está me vino ofrecido en una bandeja de plata, sería una estupidez rechazarlo”.

El escritor empezó a pensar en “Caín” hace muchos años, pero se puso a escribirlo en diciembre de 2008 y lo terminó en menos de cuatro meses. “Estaba en una especie de trance. Nunca me había sucedido, por lo menos con esta intensidad, con esta fuerza”, rememora para EFE.

Saramago, que una vez escribió que “somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada” y así sigue viéndose, escribe más y más rápido que nunca (tres libros en un año), quizás como la mejor manera de seguir vivo.

“Es verdad. Tal vez la analogía perfecta sea la de la vela que lanza una llama más alta en el momento en que va a apagarse. De todos modos, no se preocupen, no pienso apagarme tan pronto”, sentencia.

En su blog (blog.josesaramago.org) aparece el anuncio de la nueva novela y una carta de la presidenta de la Fundación Saramago, Pilar del Río, en la que anuncia a los lectores del Nobel que este “Caín” no los dejará indiferentes.

/// ADEMÁS

El personaje

José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998, nació en el caserío de Azinhaga, municipio de GolegÆ, en el distrito central del Ribatejo, Portugal, cerca del río Tajo, a 120 km al noreste de Lisboa, el 16 de noviembre de 1922.

Sus padres fueron José de Sousa y Maria da Piedade, una pareja campesina sin tierras y de escasos recursos económicos. Este origen marcaría profundamente el carácter y la tendencia político-teórica del escritor. El apodo de la familia paterna era Saramago (“Jaramago” en español, nombre de una planta herbácea silvestre de la familia de las crucíferas). El niño debería haberse llamado José Sousa, pero el funcionario del registro civil cometió un error de pluma y lo anotó como José “Saramago”. El registro oficial menciona el día 18 de noviembre, aunque fue el 16.

En 1944, Saramago comienza a escribir la que acabará siendo su primera novela: “Terra de pecado”, que se publicó en 1947 pero no tuvo éxito. Saramago escribió una segunda novela, Claraboya, pero directamente nunca fue publicada. Por espacio de veinte años no se volvió a dedicar a la literatura. “Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir lo mejor es callar”.

Sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. Consigue trabajo en una editorial (donde trabaja durante doce años). En su tiempo libre traduce: Maupassant, Tolstoi, Baudelaire y Colette, entre otros.

En 1969, se hizo miembro del Partido Comunista Portugués (cuando éste todavía era clandestino). Ese mismo año abandona su trabajo en la editorial para dedicarse plenamente a vivir de la escritura.

Su primera gran novela fue “Levantado do chÆo” (1980), un retrato fresco y vívido de las condiciones de vida de los trabajadores de Lavre, en la provincia de Alentejo. En los siguientes años, Saramago publica casi sin descanso: “Memorial do convento” (1982), donde cuenta las más duras condiciones de vida del pueblo llano en el oscuro mundo medieval, en épocas de guerra, hambre y supersticiones.

En 1984, Saramago publica “O ano da morte de Ricardo Reis”, y en 1986 “A jangada de pedra” (La balsa de piedra), donde cuenta qué sucedería si la península ibérica se desprendiera del continente europeo. Ese año (cuando tenía 63 años) conoce a su actual esposa, la periodista española Pilar del Río.

La novela “El Evangelio según Jesucristo” (1991) lo catapulta a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal (que se considera una república laica), cuando el gobierno veta su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que “ofende a los católicos”. Como acto de protesta, Saramago abandona Portugal y se instala en la isla de Lanzarote (Canarias). En 1995, publica una de sus novelas más conocidas, “Ensayo sobre la ceguera”. En 1997, publica su novela “Todos los nombres”, que gozó también de gran reconocimiento. En 1998, gana el premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer escritor de lengua portuguesa en ganar este premio. Desde entonces comparte su residencia entre Lisboa y la Isla Canaria.

Ateo confeso, colabora ocasionalmente en prensa, aportando su punto de vista, siempre agudo y comprometido.

Saramago redime a Caín de su tan publicitado crimen

José Saramago en su casa de Lanzarote y próximo a volver a Lisboa, donde en octubre se presentará su próxima novela: “Caín”.

Foto: Agencia EFE

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Irreverente. Como en casi todos sus libros, también en “Caín” están presentes el humor y la mordacidad que identifican la literatura del portugués.

Foto: Agencia EFE