Coyuntura

La recuperación en ciernes

Para el economista Aldo Abram existen signos positivos, pero no cree que lleguen más allá de 2010. Dice que, mientras no se recupere la confianza, la debilidad seguirá siendo estructural.

Félix Canale

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De paso por Santa Fe, para conducir un seminario de especialización periodística (ver aparte), el economista Aldo Abram dialogó con El Litoral sobre temas coyunturales y de proyección económica. Algunos tramos de la charla son los siguientes:

—¿La industria nacional, ¿está entrando en una meseta por el freno de la caída, o el amesetamiento surge de contrastar con meses de 2008 cuando el desempeño comenzó a caer?

—Hay una combinación de factores. Es cierto que se está comparando contra números que comenzaron a reflejar la crisis con el campo. Eso ha moderado la tendencia recesiva que reflejan el conjunto del la industria y la tendencia general de la economía para el segundo trimestre. Pero existe cierto repunte.

—¿Cuáles podrían ser las variables que apuntalen esa opinión?

—La fuga de capitales sigue mermando, porque el escenario internacional continúa mejorando, y porque, además, superamos el factor de incertidumbre que eran las elecciones. Eso hace que la gente consuma un poco más, invierta un poco más y deje un poco más de plata en los bancos, lo que se está notando con una cierta reactivación de los depósitos, y eso va a generar mayor financiamiento de la economía.

—Según la UIA,en junio la retracción industrial fue de -3,5 %, pero, más recientemente, el Estudio Orlando J. Ferreres mide una caída para el mes de julio de -9,5 %.

—Eso puede obedecer a otro factor. En la declinación de julio hubo un elemento que contribuyó a que la demanda interna cayera, más allá de que la economía mostró algo de mejoría porque la fuga de capitales se estaba moderando. Creo que los números de julio tienen mucho que ver con el tema de la gripe A. De todas formas, si no se genera un factor de incertidumbre más fuerte, estamos en un rumbo donde se modera la caída.

—Esa merma en la velocidad de caída, ¿puede significar que lo peor ya pasó?

—La moderación del retroceso puede ser una señal de que estamos tocando fondo y, quizás, a más tardar a principios del año que viene, comenzar a tener un proceso de recomposición.

—En esa recomposición, ¿qué pasará con la industria?

—Habrá incremento de la demanda interna, aunque una ayuda vigorosa provendrá de los requerimientos externos. Nuestras exportaciones industriales tienen una fuerte dependencia de lo que pase en Brasil. Luego del fuerte impacto de la crisis, Brasil está hoy en un proceso de salida y eso particularmente le conviene a nuestro sector industrial.

—Eso, ¿significa que somos Brasil-dependientes?

—Si hablamos en términos industriales, la respuesta es no. Nuestra industria, siempre en conjunto, depende del mercado interno. Debemos tener en cuenta que el 85 por ciento de toda la producción de bienes y servicios de la Argentina lo absorbe el mercado doméstico. Es una variable histórica.

Política

—Esto no quedará registrado, porque es más una observación personal que una pregunta periodística. Pero, tanto en el seminario como en esta entrevista, lo que usted dice siempre está tamizado por un pensamiento político. —Déjelo registrado (señala desde el grabador), por que esto es así. Todos los economistas estamos comprometidos en una ciencia, que estudia cómo se relacionan los seres humanos en la sociedad mediante la economía. En todas las ciencias sociales, cada uno utiliza el instrumento de interpretación de la realidad que considera más efectivo, para prever cuál será la reacción en los demás.

—Sucede que, en general, se cree que el pensamiento económico es aséptico; libre de connotaciones ideológicas.

—Eso no existe. Todo economista responde a algún tipo de escuela. Están los keynesianos, los monetaristas, los austríacos, los marxistas. ¿Cuál es el aséptico? Todos siguen alguna teoría, alguna forma de evaluación de la realidad.

—Ergo, no se puede ser economista sin asumir una posición política.

—Todo deriva en una posición política. Lamentablemente, la palabra política se ha transformado en una mala palabra. Se la relaciona con actividad partidaria. Existe otra dimensión, que es la política de las ideas. Cada vez que hablamos de temas que hacen a la relación de los seres humanos, nos estamos refiriendo a una política de las ideas.

Financiamiento

—Es un antiguo reclamo de los empresarios la falta de financiamiento. Al mejorar la economía, ¿puede pensarse en una recomposición del crédito para los sectores Pymes?

—Lamentablemente, no. Podremos estar un poco mejor, frente a lo mal que estamos ahora; una mejoría que puede llegar hasta 2010, porque no creo que dure mucho más allá. Los créditos dependen de los depósitos. Nos hemos dedicado a destruir la credibilidad bancaria y, al no existir esa credibilidad, la gente no pone la plata en los bancos. Se suma que estamos en situación de alto riesgo y, como consecuencia, los bancos tienden a prestar a quienes representan menos riesgo. Si hay poco dinero para prestar, la banca irá a lo seguro y prestará a las grandes industrias, en detrimento de las Pymes. La única forma de que mejore el crédito es que los bancos tengan un excedente de dinero y salgan a prestarles a las Pymes, porque las grandes industrias no pueden tomar crédito indefinidamente. Pero ese escenario se construye en el tiempo y, desafortunadamente, en este momento no lo estamos haciendo.

Los gurúes y el sentido común

Durante el seminario para periodistas organizado por Adepa, con la colaboración de El Litoral como diario anfitrión, el economista Aldo Abram mantuvo constante una línea de reflexión, que pasó por incitar a los profesionales de la prensa a no tomar a pie juntillas lo que los economistas dicen.

Pese a que él forma parte de ese grupo, insistió en que, con demasiada frecuencia, tales expertos exponen sus puntos de vista con un lenguaje críptico, lo que no forzosamente avala que estén en lo cierto.

“Cuando una explicación no coincida con lo que ustedes mismos experimentan en las relaciones económicas cotidianas, repregunten. La obligación del economista es explicar con total claridad sus puntos de vista. Si ustedes no lo entienden, tampoco lo entenderán los destinatarios de sus artículos”.

En otro momento, argumentó: “Toda la economía parte de nosotros mismos y, salvo raras excepciones, nos guiamos por el sentido común. Si ese sentido común no encaja con lo que el economista dice, lo más probable es que el economista esté equivocado. La economía no puede ir contra el sentido común”.

La recomendación estaba dirigida a quienes ejercen el periodismo, pero perfectamente puede ampliarse a cualquier ciudadano interesado en el tema.

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Abram. Toda teoría económica deriva en una posición política.

Foto: Amancio Alem

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www.ellitoral.com/ Blogs/ Empresarios & Empresas.