Emprendimiento en Helvecia

Miel orgánica en la costa

Luis Bonaza y Roberto Cariaga se iniciaron en la apicultura a principios de 2000 con una fuerte apuesta a la producción ecológica en la isla. Por otra parte incursionaron en la forestación, que piensan integrar con las colmenas.

Juan Manuel Fernández

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La zona de islas es, sin dudas, uno de los ambientes ideales para producir miel orgánica. El aislamiento de zonas contaminadas (sobre todo agrícolas u hortícolas) y la variedad de flores melíferas son algunos de los puntos más fuertes.

Algunos años atrás Luis Bonaza y Roberto Cariaga pensaron en emprender un negocio que les permita mantener el estilo de vida al que los acostumbró su Helvecia natal y calcularon que podrían montar algunas colmenas río adentro. Así se obligaron a sistematizar los viajes en lancha que hasta entonces eran por puro placer.

Ya llevan 3 campañas comercializando miel con doble certificación, orgánica y de comercio justo, mientras se mantienen empecinados en desarrollar todavía más el negocio y construyen ellos mismos una barcaza que les permita mejorar los traslados.

Pero ahí no terminan sus aspiraciones. También apostaron a la producción forestal, un rubro casi desconocido en la zona, con la implantación de algunos lotes con eucaliptus y pinos, aunque por el momento la integración con la apicultura es incipiente ya que los árboles son muy jóvenes. “Tanto la parte forestal como la apícola son dos rubros que nos gustaron siempre”, confiesa Luis, mientras Roberto suelda los chapones que van dando forma a la futura embarcación de carga.

Mercado estable

Dicen que se orientaron a la producción orgánica para aprovechar las condiciones de la zona. “Acá no tenemos pradera. Si querés hacer alguna floración en particular, como el eucaliptus, hay que hacer trashumancia”, precisó Luis. De todos modos, ya están pensando en el aprovechamiento que le darán al monte propio.“Son dos cuestiones que nos gustan de alma: en esto hay que tener pasión en lo que se hace”, agregó.

Algunas situaciones particulares contribuyeron al desarrollo del emprendimiento: cuentan con un aserradero que les permite fabricarse su propio material; la capacitación constante les dio herramientas técnicas para el manejo; apicultores amigos de Ceres les enseñaron a organizar grandes cantidades de colmenas “en forma rápida y eficiente”; y la asociación a la cooperativa Cosar, que les facilita asesoramiento técnico y la venta de su producción.

Pero no hay que olvidarse del negocio; y en ese sentido, la venta de miel orgánica —orientada a la Unión Europea— les garantiza un piso de u$s1.90 a 2.00 el kilo en forma casi permanente. El diferencial es considerable, excepto cuando la miel convencional alcanza picos de precio y la brecha se achica casi hasta diluirse. De todos modos se trata de un mercado extremadamente volátil, por lo que la producción orgánica garantiza estabilidad a largo plazo.

Esfuerzo especial

El emprendimiento comenzó hace 5 o 6 años en dos zonas de isla diferentes de las que obtienen mieles de distinta coloración y hoy cuentan con 350 colmenas repartidas en 5 apiarios (más 200 convencionales en tierra firme). La última campaña, caracterizada por la sequía, lograron un promedio de 25 kilos. Pero en las buenas consiguieron hasta 45, un número que actualmente es difícil de conseguir incluso en la pradera.

Para disminuir el riesgo que representan las crecidas del Paraná, en algunas islas Luis y Roberto utilizaron un tractor y una pala mecánica para elevar la cota armando lomos sobre los que montaron los apiarios. Esto les permitió pasar la crecida de 2007 sin tener que trasladar las colmenas.

Además de los mayores costos que implica la producción orgánica tienen el desafío permanente de la logística, que los obliga a combinar traslados acuáticos y terrestres, además del esfuerzo físico de cargar y descargar la cosecha sobre la lancha.

El optimismo y las ganas caracterizan a estos emprendedores costeros. “Estamos queriendo llegar a un esquema de 1.000/1.200 colmenas orgánicas”, se entusiasma Bonaza, que también es comerciante y un activo participante de la vida social de Helvecia.

en algunas islas utilizaron un tractor y una pala mecánica para elevar la cota armando lomos sobre los que montaron los apiarios

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el dato

Cera: la clave para crecer

El crecimiento está limitado a la producción de cera propia, ya que no se puede incorporar material convencional. Por lo tanto, la escala de crecimiento no supera el 10 o 15% anual. Por eso, “el consejo es empezar con la mayor cantidad de colmenas que se pueda, sobre todo en la etapa de transición (del proceso de certificación) que son los primeros dos años”, recomienda Luis Bonaza.

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“Tanto la parte forestal como la apícola son dos rubros que nos gustaron siempre”

Luis Bonaza

Apicultor de Helvecia

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Ricos recursos. La flor del ubajay es una de las abundantes fuentes de néctar y polen en territorio insular.

Foto: Juan Manuel Fernández

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En tierra firme. El proyecto se complementa con unas 200 colmenas convencionales que piensan integrar a otra la forestación con eucaliptus.

Foto: Juan Manuel Fernández

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ADEMÁS

Entre los muchos requisitos que demanda una certificación de producción orgánica, los artículos sanitarios son —lógicamente— un aspecto delicado. Por un lado, la utilización de sustancias naturales permitidas es menos efectiva que los medicamentos; pero por otro también las exigencias de los mercados son diferentes y en uno se puede ingresar y en otro no.

Por ejemplo, Bonaza y Cariaga curan las colmenas en la isla con ácido fórmico (lo aplican con almohadillas) y también con oxálico o timol (un aceite esencial a base de hierbas aromáticas). Pero la efectividad en el control de varroa es tan moderada que tienen una mortandad promedio del 25% en cada campaña. Mientras tanto, las normas norteamericanas no admiten el tratamiento con los ácidos fórmico y oxálico, por lo que sólo pueden colocar la producción en el mercado europeo.

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