Subsisten entre ocho y diez puestos
Comercio informal en calle San Jerónimo, un problema histórico
A pesar de las políticas de distintas gestiones municipales, la actividad se mantiene o aumenta en una ciudad sacudida por sucesivas crisis económicas y un alto índice de desocupación. La venta informal es una alternativa.
De la Redacción de El Litoral
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Los alrededores de la Plaza del Soldado Argentino es la zona histórica por excelencia en la ciudad donde ocurre y prolifera el comercio informal. Obstaculiza el tráfico vehicular y de peatones, que a veces ponen en riesgo su vida para esquivar los puestos.
Si bien el municipio -incluso administraciones anteriores- realizó gestiones para ordenar la actividad allí, en la Plaza Alberdi, en la Feria Popular Rivadavia y en los trueques, en el área mencionada se mantiene y reaviva la informalidad.
La mayoría ofrece productos traídos de la megaferia La Salada, ubicada en el partido de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. “El imperio de lo trucho” nutre de mercadería a los comerciantes informales y a los regulares, sólo que en algunos casos la calidad de los productos hace que pocos lo noten.
Jorge Ruiz Díaz es vendedor callejero desde hace 20 años, cuando quedó desempleado. Hoy está instalado en la vereda de calle San Jerónimo entre Salta y Mendoza junto con otros siete u ocho puestos. “En algunas ocasiones hay más, pero son excepcionales, como Navidad, Día del Padre o ese tipo de fechas”, le respondió a El Litoral cuando lo consultó sobre su situación y agregó que “estamos acá los que tenemos una especie de permiso de palabra de la Municipalidad”.
Jorge se diferencia del resto de los puesteros de los trueques y de los que están ubicados en la Feria Popular Rivadavia porque comercializa, “aunque tengamos una parada fija, lo que se ve” (algunos pocos discos compactos y DVDs).
“Es verdad que tenemos mercadería trucha, pero no creo que esto dañe la industria discográfica, por ejemplo. Lo que vendo sale 7 u 8 pesos y en un local formal cuesta 30, 40 ó 50”, detalló el vendedor, quien reflexionó: “Si nos compran a nosotros, es por algo...”.
Ocupación obligada
Los puesteros de calle San Jerónimo se niegan a incorporarse a los ubicados en la Feria Rivadavia porque la competencia es despareja. “Hay que ver la cantidad de mercadería que tenemos nosotros y lo que tienen esos puestos. ¿Dónde se vio un vendedor ambulante con una camioneta de 80 mil pesos? Yo puchereo; ellos, no”, refirió Ruiz Díaz. A su vez, mencionó que los que se fueron del Parque Alberdi a la Feria Rivadavia “hicieron un recontra negocio porque aprovecharon que la Municipalidad quería sacarlos antes de la carrera del TC. Entonces, lo que pidieron se lo dieron”.
En tal sentido, cabe recordar que el municipio afronta desde el año pasado un alquiler mensual del salón de calle Rivadavia que ronda los 15 mil pesos y que, según el acuerdo alcanzado, deberá hacerlo por tres años más.
Ruiz Díaz también se alejó de los trueques de la ciudad: “Trabajan dos veces por semana, son víctimas de las crisis, amas de casa con el marido desocupado”.
El vendedor aclaró que aceptarían trasladarse a un nuevo lugar en donde poder seguir trabajando; “sólo queremos un espacio razonable”, mencionó. En algún momento solicitaron la esquina de 9 de Julio y Salta, donde finalmente se habilitó la construcción de un supermercado.
Actualmente, la actividad en las veredas de calle San Jerónimo es controlada por el municipio. “Tenemos un buen vínculo, nos exigen que no agrandemos los puestos”, dijo Ruiz Díaz.
Finalmente, el puestero dijo que con el resto de los comercios del lugar tienen una buena relación, “excepto con algunos que cada vez que no venden nos echan la culpa a nosotros y dicen que esto queda feo”.
Comercio formal
Jorge Baremberg integra la Asociación de Amigos de calle San Martín y es vicepresidente del Centro Comercial. Sobre la venta callejera puntualizó que “estamos convencidos de que no debe existir esa actividad”. A su vez, aclaró que se denominan “ambulantes” pero no circulan, “están instalados en un espacio físico concreto y público al que obstaculizan”.
Respecto de la procedencia de lo que ofrecen, Baremberg ironizó: “Los entes de control pescan en una pecera, nos vienen a buscar a nosotros, se nos exige, estamos instalados con un domicilio legal, con número de Cuit... y a la venta ilegal nadie la controla.
“Si se ve circular un auto sin patente, se lo para y se piden los papeles; lo mismo se debe hacer con los vendedores informales y preguntarles de dónde sacaron lo que venden. Además, ocupan un espacio público. Es una cuestión de gestión”, puntualizó.
En comparación con unos años atrás, según Baremberg, la actividad informal crece. “No sé si son votos de hoy o de mañana, pero siempre la respuesta es: “Hoy no’, y todos sabemos que la procedencia de la mercadería es de La Salada”.
Por su parte, el presidente del Centro Comercial, Daniel Bustamante reconoció en el negocio ambulante como la forma más primitiva del comercio. Pero aclaró que actualmente, “son los que alimentan la ilegalidad en la actividad”.
“Todos sabemos quiénes son y que están ubicados en calle San Martín, San Jerónimo y las perpendiculares, pero no se interviene”, protestó.
Muchos locales de la zona, si bien aparentan formalidad, ofrecen mercadería de la denominada trucha, que son la copia de los modelos de primeras marcas.
En calle San Jerónimo, entre Salta y Mendoza, los puesteros despliegan la mercadería y dificultan la circulación de peatones y automovilistas.
foto: amancio alem