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Pasen y lean...

El acercamiento del niño y su familia al libro es uno de los grandes desafíos del docente hoy. Con esta experiencia de promoción de la lectura del Jardín de Infantes 28 Libertador San Martín, saludamos a los maestros que ayer celebraron su día.

TEXTOS GABRIELA REDERO / FOTOS GUILLERMO DI SALVATORE, NÉSTOR GALLEGOS Y GENTILEZA JARDÍN 28

“Para comprender el libro hay que tocarlo, olerlo, sentir su textura, ver sus colores, sus dibujos, apreciar su confección, su simpleza y a veces la complejidad de sus palabras, que por no pertenecer a nuestra región o cultura, nos desafían a viajar mentalmente a lugares lejanos, extraños o mágicos. Cuando nos internamos en la biblioteca, el viaje es inexorable y nos lleva directamente a comprometernos, a responsabilizarnos con el libro, a soñar con él y, por último, sin lugar a dudas, a amarlo”.

Con estas palabras, la comunidad educativa del Jardín de Infantes Nº 28 Libertador General San Martín invita a conocer su proyecto de promoción de la lectura en el nivel inicial, que se ha transformado en columna vertebral de la formación que esa institución brinda a los niños santafesinos de 4 y 5 años, que -en su mayoría- provienen de barrios postergados del oeste de la ciudad.

“Al leer en voz alta también estamos jugando, dejando de lado el hecho de la lectura como tal, nos convertimos en actores e intérpretes de variadas aventuras que nos llevan a entender qué se lee, sin sentirnos juzgados o presionados, porque en definitiva, estamos leyendo a nuestros hijos y con ellos compartimos un momento único y lleno de fantasía”, explican las docentes, principales impulsoras de esta idea que no sólo alcanza a sus alumnos, sino que involucra directamente a las familias.

“Hacer de la escuela un ámbito propicio para la lectura es abrir para todos, alumnos y padres, las puertas de los mundos posibles, es inaugurar un camino que todos puedan recorrer para llegar a ser ciudadanos de la cultura escrita”, sintetizan en los fundamentos de este proyecto puesto en marcha en el año 1998 y que luego fuera implementado como línea curricular del Jardín.

El puntapié inicial lo dieron con la creación de una biblioteca ambulante “María Elena Walsh”, que surgió de la iniciativa “Los libros van y vienen a casa”. La primera actividad con la que motivaron a los niños fue una visita a la biblioteca del jardín, para que conozcan cómo funciona, ya que en el sondeo de saberes previos habían detectado que ninguno de ellos había concurrido nunca a una biblioteca. Pero el convite no fue sólo para los chicos, ya que se incluyeron clases abiertas para que los padres contaran cuentos a sus hijos en las aulas.

El paso siguiente fue crear una biblioteca propia en la sala, donde los mismos niños ejercieron el rol de bibliotecarios, para distribuir el material que los padres habían donado. Como el interés por este espacio fue creciendo notablemente -tanto como el patrimonio de la flamante biblioteca-, en los ciclos lectivos que vinieron se amplió la iniciativa a las salas de 4 años. Y, para redoblar la apuesta, se creó la Biblioteca de Adultos, partiendo de la base de que de un adulto lector se logrará un niño lector.

Un clima lector

Cuando este proyecto se puso a consideración de la familia del jardín, fueron los padres quienes reflejaron su importancia. Varios expresaron que sólo a través de los libros y diarios que retiraban de la biblioteca podían estar informados, puesto que de otra manera no tenían acceso a ese material.

Tras extender la experiencia a las salas del turno tarde, con la colaboración de un grupo de alumnas de 5to. año del Bachillerato con Orientación Pedagógica, se establecieron contactos con el Departamento de Literatura de la Provincia, que cuenta con una Noti Valija, a fin de brindar material literario de mayor calidad.

Mientras el trabajo en la escuela fue tomando fuerza día tras día, surgían diferentes actividades que crearon puentes hacia otro tipo de indagaciones en la búsqueda permanente por enriquecer el patrimonio. Incorporan permanentemente nuevas publicaciones, de acuerdo a los intereses que van manifestando los padres, quienes además colaboran en el mantenimiento del patrimonio: confeccionaron bolsas y cajas para proteger los libros y revistas al ser transportados.

Cuando este proyecto estaba ya encauzado, el río Salado inundó a los barrios del oeste de la ciudad e hizo naufragar a la biblioteca ambulante María Elena Walsh. Pero un subsidio de la Fundación Navarro Viola permitió recuperarla luego de la inundación, y el 2 de diciembre de 2003 se reinauguró la biblioteca, con lo cual se recuperó un proyecto vertebral del Jardín 28.

“Con este proyecto se ha tratado de convertir a la institución escolar en un ámbito propicio para la lectura desde antes que los niños sepan leer en el sentido convencional del término, asumiendo como docentes el rol de intérpretes para que los alumnos puedan leer a través nuestro -explican los maestros-. La lectura cobró entonces en el Jardín una dimensión institucional, asumida por todos para revertir un problema: el de la ausencia del hábito de leer. Este proyecto permitió instalar en el Jardín un “clima lector”, extendiéndose hacia todos los hogares”.

La palabra es la herramienta

Desde que está en vigencia este proyecto, se han sucedido encuentros de lectura, visitas de la biblioteca ambulante a distintos espacios públicos (los chicos han acercado lecturas a los parroquianos en los bares del barrio), cafés literarios, encuentros con escritores de literatura infantil -como Zunilda Ceresole de Espinaco- y rondas de narración oral artística, con la visita de la narradora Joselina Martínez, entre tantas otras actividades.

“La estrategia por excelencia fue la revalorización del lenguaje literario como arte, con uso particular y diferente de su discurso en tanto hecho estético, lo que posibilitó el enriquecimiento de las manifestaciones orales y escritas de los niños, liberando la expresión, la acción, la palabra, y desarrollando el pensamiento crítico”, fundamentan los docentes.

“Si la palabra es una herramienta de la que nos valemos para tender hacia el mundo -un mundo habitado, lleno de “otros” que también tienden hacia nosotros-, el medio más importante de comunicación es el lenguaje -apuntan-. Según Vigotsky, “el lenguaje puede cumplir funciones diferentes; en principio, una función comunicativa, y luego otra referida a la propia regulación del comportamiento. Sirve como instrumento para producir efectos sobre el entorno social. Y puede, a su vez, plegarse sobre el propio sujeto; pero también puede adoptar una función reguladora del propio comportamiento”.

La semilla que da frutos

Para que el lenguaje y la acción puedan estar al servicio de las intencionalidades educativas, es conveniente construir un clima que permita una fluida intercomunicación entre los niños y éstos con los adultos como actores institucionales. “La institución escolar, cualquiera sea el nivel del sistema educativo al que pertenezca, es un centro de educación para alumnos, docentes y padres. De allí que el desarrollo de esta experiencia se ve favorecido por ciertas condiciones institucionales que propician los cambios, ya que se trabajó sistemáticamente desde la dirección para dar a conocer el proyecto por todos los medios posibles”, apuntan desde el Jardín 28.

“Este trabajo responsable y comprometido se ve hoy en los frutos que representa el avance de los niños en el acrecentamiento del vocabulario, la expresión de ideas con fluidez y soltura, una atención más sostenida, formulación de nuevas hipótesis de lectura y evolución significativa en la apropiación del código de escritura en plazos más cortos. Todo esto ha permitido, paralelamente, la construcción de un vínculo más estrecho entre el Jardín y la comunidad, concretando pequeñas acciones cotidianas que -sostenidas en el tiempo- involucran realmente a los padres en la educación sistemática de sus hijos”.

¿Por qué la lectura?

Este proyecto ha abierto varios caminos dentro del Jardín: “la reformulación de la mecánica de funcionamiento a partir del 2004 y la posibilidad de nuevos proyectos que apunten a dar una respuesta de equidad a nuestras familias, especialmente a aquellos que son semi analfabetos y no tienen posibilidades de acceder a una formación sistemática”, manifiesta la comunidad escolar; la ampliación de este mismo proyecto conectándolo con los lenguajes visuales y expresivos; un perfeccionamiento docente continuo que redunda en beneficios para los aprendizajes de los niños, se multiplica en las familias y permite la revalorización del profesionalismo en los maestros”, enumera la comunidad educativa.

Además, ha permitido modificar la identidad curricular del Jardín, a través de la utilización de la biblioteca como una herramienta eficaz para dar solución al problema que diera origen al proyecto. “Porque la escuela es el único lugar en el que sistemática y deliberadamente todos los alumnos que a ella concurren tendrá la oportunidad -a veces la única en sus vidas- y el primer derecho, a conocer y comprender el funcionamiento del sistema del lenguaje escrito de su lengua materna -argumentan-. Porque la lectura instaura, renueva y conserva el bien cultural, desde largo tiempo conquistado. Porque aún con la incorporación de los medios tecnológicos e informáticos, la lectura de la cultura escrita sigue siendo la llave que permite seguir abriendo las puertas a la información, cada día más compleja, cada día más cercana para algunos, tan distante para otros. De eso se trata: de poder acercar las distancias. Porque la lectura permite entrar y salir de los “mundos posibles”, entrar y salir del propio mundo...enriquecerlo.

Esta experiencia tiende a garantizar el contacto de los niños con los libros, con el objeto de que ellos puedan establecer la mayor cantidad de relaciones posibles, para acercarse a la construcción paulatina de significados. Se trata de que los niños lean para informarse, para entretenerse, para gozar con las palabras, para saber cómo hacer algo, promoviendo situaciones de lectura variadas, con libros y otros materiales escritos presentes en la sala, a su alcance, alentando la lectura y la búsqueda compartida de información. El deseo es que los niños convivan con los libros, que sientan que es un elemento querido y lo revaloricen. Que exista un lugar para él en su casa, en el aula, en el barrio... que el niño vea a los adultos leer con placer.

Un puente mágico

Sabiendo que lo específico de la Literatura Infantil no es alimentar al niño con una versión del mundo a su nivel, sino que lo que la caracteriza es haber convertido en rasgo estilístico la forma singularmente creativa que tienen los chicos de mirar, relacionarse con el mundo y expresarlo; y que si bien debe tener determinadas características que respondan a los intereses infantiles, pero no de un mundo a su nivel, sino de un universo mucho más rico, es que, en este marco, realizamos la selección de la bibliografía incorporada a nuestra biblioteca de alumnos.

La “buena literatura infantil” resulta fácil de reconocer, ya que prioriza el aspecto literario y no deja de tener en cuenta al niño como destinatario, sin subestimar en ningún momento su capacidad intelectual.

Esta auténtica literatura es siempre una invitación a encontrar el placer por debajo, por encima y dentro de las palabras, y es eso precisamente lo que pretendemos para nuestros alumnos, ya que la literatura no se enseña: “se vive, se disfruta”.

Sabemos también que en los hogares ha desaparecido en gran medida la oralidad cotidiana: son insuficientes los espacios para la “verdadera conversación”, el intercambio, y muy pocos los espacios para la narración oral artística, como entretenimiento gozoso y como peldaño hacia la lectura.

Un niño que escuche cuentos bien narrados, incorporará esas estructuras narrativas en forma intuitiva, ampliará su vocabulario, enriquecerá su imaginación y trasladará todo esto a su expresión oral y escrita, más tarde o más temprano.

Sabemos que un niño que descubra que esas historias que escucha “salen de los libros”, se transformará en un lector ávido, movido por el placer que esos cuentos le sembraron. Pero en esto es indispensable la habilidad del adulto, y desde nuestra institución estimulamos la ejercitación de la oralidad, propiciando situaciones comunicacionales verdaderas. Y pretendemos rescatar el arte de la narración oral, que es -ni más ni menos- que el viejo arte de “contar cuentos”, instaurándolo dentro de nuestro Jardín. Nos proponemos estimular, del mismo modo, a las familias de nuestros alumnos para que también lo retomen dentro del ámbito familiar.

Si se generan espacios importantes para escuchar cuentos desde la más temprana infancia y se mantienen durante toda la escolaridad, la narración se transformará en un puente mágico que cultivará la sensibilidad, despertará emociones, entretendrá y optimizará cualquier aprendizaje.

Todo esto, guía y orienta nuestro hacer pedagógico diario.

Fundamentos del proyecto “Promoción de la lectura en el nivel inicial”, Jardín de Infantes Nº 28

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La biblioteca ambulante María Elena Walsh nació en una sala del Jardín 28 y recorrió no sólo la institución, sino que llegó a los bares del barrio y a la propia casa de los chicos.

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Los chicos escriben (y dibujan)

Había una vez un nene que se llamaba Marcelino, tenía 5 años y le gustaban mucho las mandarinas. Un día, como estaba aburrido, le pidió a su papá que le comprara un barrilete. Su papá le preguntó ¿por qué un barrilete?

-¡Porque quiero volar hasta el cielo!

- Bueno hijo, vos encargate de comprar papel de colores e hilos.

- ¡A mí me gustaría de color rojo!

Cuando estuvo hecho el barrilete, Marcelino fue hasta la plaza a remontarlo, pero cuando se descuidó lo soltó y el barrilete voló tan, pero tan alto, que pronto no lo vio más.

Mientras volaba, se encontró con una mariposa.

- ¿Adónde vas?, le preguntó la mariposa.

- No sé, creo que estoy buscando a mi dueño...

Una mañana, en el patio de una escuela, ¿quién apareció?...el barrilete.

Los niños gritaba y corrían porque lo querían alcanzar.

- ¡Es mío, es mío, es mío!, dijo Marcelino, que estaba en el patio de su escuela. ¡Qué alegría!, ¡te encontré!. ¿Qué les parece si jugamos y compartimos el barrilete?.

- ¡Sí, vamos todos juntos!

Y colorín, colorado...¡este cuento se ha terminado!

“El barrilete rojo”, autores: niños de la sala verde, turno mañana, 2008

+ fuente

Proyecto de Promoción de la Lectura en el Nivel Inicial y sucesivos informes de los docentes

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Los niños asumieron el rol de bibliotecarios y distribuyen el material donados por los padres.

Más datos

La biblioteca

“Nuestra biblioteca se llama María Elena Walsh”, cuentan los chicos en El Pregón de la Sala Verde 2008, un periódico que reúne “historias de las salas del Jardín Nº 28”. “La biblioteca cuenta con una importante cantidad de libros, que le permiten a nuestros niños contar un material de consulta permanente. Hace muy poco extendió a los adultos la posibilidad de encontrar en este ámbito de cultura, un lugar donde hallar todos los elementos para informarse sin costo alguno. Agradecemos a la señorita Mary, impulsora de este equipo de trabajo, por tan valiosa información”.

Pregoneros

“La idea de editar un diario surge de un proyecto en conjunto con las salas de 5 años de ambos turnos -cuentan los chicos-. El proyecto se llama El kiosco de revistas del barrio del Jardín. Disfrutamos paseando por el barrio y conociendo qué pasa con la gente. Hasta que llegamos al kiosco y entrevistamos al kiosquero, Diego, quien nos contó que mucha gente iba a comprar a su negocio, en el cual vende todo tipo de revistas y todos los diarios”.