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Así luce de noche la parte central de la Isla de Manhattan.

Nueva York antes y después del 11-S

Conocida como la “Gran manzana”, es la mayor aglomeración urbana de Estados Unidos y uno de los núcleos comerciales, financieros y culturales más importantes del mundo. Es una ciudad que jamás pasa inadvertida.

TEXTOS MARIO A. LAGUZZA

Tuve la oportunidad de conocer Nueva York en el año 1988, donde permanecí por espacio de ocho días. Pero no fue ésta la única vez. El destino hizo que pudiera visitarla en cuatro ocasiones más: en 1991, 1993, 1995 y en 2000. Como se ve, todas anteriores -por suerte- a aquel fatídico año 2001.

¿Y por qué digo por suerte? Porque pienso -y así también lo debe suponer mucha gente-, que para los que conocimos la ciudad (y los Estados Unidos en general) antes de dicha fecha, la circunstancia de lo sucedido marca muy rotundamente un antes y un después en esta gran metrópolis en particular y en todo el país en general.

Las cinco veces que la visité puedo decir que me desplacé por todos lados y a cualquier hora, con total y absoluta libertad, sin que nada ni nadie me molestara o impidiera mis movimientos ni el de mis acompañantes. Jamás se me requirió el pasaporte, salvo en el hotel y en el aeropuerto, como trámite normal y rutinario. En cuanto a la policía y los guardias de seguridad, sólo permanecían allí observando que todo transcurriera con total tranquilidad y armonía.

Es una lástima, porque eso ya pasó y se perdió, y para los que pudimos vivirla y disfrutarla sabemos que hoy, después del 11 de septiembre de 2001, todo es muy diferente. Acá sí que cabe aquello de “todo tiempo pasado fue mejor”.

ASÍ LA CONOCÍ

Nueva York es conocida como la “Gran manzana”, la mayor aglomeración urbana de Estados Unidos y uno de los núcleos comerciales, financieros y culturales más importantes del mundo. La población de la ciudad sigue siendo una de las más variadas, tanto étnica como socialmente, en todo el país. Los habitantes de origen hispano equivalen al 25 por ciento de la población total.

Nueva York no es la capital de los Estados Unidos ni tampoco la de su Estado, pero nada ha podido privarla de su prestigio ni de su peso como una de las ciudades más importantes del mundo.

La Isla de Manhattan es de forma rectangular, con orientación norte-sur. Tiene 20 kilómetros de largo y tres de ancho. Pese a esas dimensiones es considerada como una suerte de símbolo o de punto neurálgico de Nueva York.

Esta ciudad sigue siendo el gran centro de las actividades financieras de un país que es, a su vez, el de más gravitación en el planeta. Por ello no es raro que se la denomine con frecuencia “la capital del mundo”.

Considerando la intensidad de su vida y la densidad de su población, Nueva York es una ciudad en la que no resulta difícil orientarse. La famosa Broadway es la única avenida que la atraviesa en diagonal. Todas las arterias que corren a lo largo de la isla, es decir de norte a sur, son avenidas. El Central Park, perfectamente rectangular, está en el centro geográfico de esta cuadrícula y sobre su lado Este corre de manera vertical -como una “columna vertebral”- la arteria fundamental de Manhattan, la Quinta Avenida, punto cero de los números de las calles y que divide la isla en dos: el sector este y el oeste. Estas calles, transversales a las avenidas, no tienen nombres sino números; la numeración comienza en el Bajo Manhattan, al sur de la isla, y se extiende hasta más allá de la número 170, en el extremo norte, después del barrio de Harlem.

Para el visitante recién llegado y alojado, antes de realizar su primera salida exploratoria, es conveniente tener y desplegar un mapa para reconocer y ubicar sus calles, avenidas y lugares en una ciudad casi perfectamente diseñada y de fácil orientación.

la ARQUITECTURA

Robert Moses fue el gran arquitecto que diseñó la actual fisonomía de Nueva York. Su mayúscula influencia en la concepción urbanística de la ciudad fue determinante, aunque estos edificios que “rascan” el cielo tan alto están concebidos a imagen y semejanza del “padre de los rascacielos”, Louis Sullivan, de Chicago, ciudad donde más experimentó esta variante arquitectónica.

Para la gran mayoría, Nueva York quiere decir Manhattan; y es en esta isla alargada donde recala cuanta persona llega a la metrópolis. Para entrar en ella, tendrá sí o sí que atravesar algún túnel o bien hacerlo por alguno de los grandes y espectaculares puentes colgantes. De concretar de esta última manera, si es la primera vez que viene, usted se deleitará con la fascinante silueta que ofrece la perspectiva de la Gran Ciudad, con la que soñó alguna vez, antes de tenerla frente a sus ojos.

El Bajo Manhattan es sinónimo de Wall Street, donde se encuentra la bolsa financiera de mayor gravitación en el mundo. También en la zona se encontraban las Torres Gemelas del “World Trade Center”, el par de edificios que por 28 años fueron los más altos de Nueva York. Tenían 110 pisos y 420 metros. Además, en la zona tenemos la histórica Iglesia de la Trinidad, el emblemático puente e Brooklyn, el Battery Park desde donde sale el Ferry a la cercana Estatua de la Libertad. Un poco más al norte del Bajo Manhattan se encuentran los pintorescos barrios de Chinatown y Little Italy (la pequeña Italia).

RASCACIELOS CÉLEBRES

Desde la calle 23 hasta la 59 se encuentra el sector medio (Midtown) de la isla. En esta zona es donde se concentra la mayoría de los rascacielos más famosos. El “Empire State Building” que hasta el año 1973 fue el más alto de Nueva York y del mundo, y desde el 11-S de 2001 vuelve a ser el más alto de la ciudad, tiene 380 metros y 102 pisos, y ofrece desde su observatorio mirador, una de las vistas más espectaculares de toda la ciudad y sus alrededores.

En la esquina de la legendaria calle 42 y Avenida Lexington se levanta la joya arquitectónica de los rascacielos Art Deco; se trata del Chrysler Building, de 329 metros y 77 pisos, que por sólo un año, hasta 1931, fue el más alto del mundo hasta que se inauguró el Empire State. Su caprichosa torre construida con arcos de acero forma parte de los puntos culminantes artísticos en el perfil de Nueva York. Durante las noches luce impecablemente iluminado el remate de su original y bella cúpula.

Sobre la Quinta Avenida y ocupando tres manzanas se levanta el conocido edificio de la RCA Rockefeller Center, un enorme complejo que en su punto culminante tiene 70 pisos. Es una ciudad dentro de la ciudad y se lo construyó en los años “30 según el concepto de combinar en un sólo complejo los hábitos de vivienda, trabajo, compra, alimentación y diversión. Aquí se encuentra de todo: oficinas y apartamentos, consultorios médicos, tiendas y restaurantes, espacios libres con plazas, fuentes y cascadas, cines y teatros, como el conocido Radio City Music Hall. Todo esto desarrollado tanto en el plano horizontal como el vertical.

Otro monumento a la riqueza es la lujosa torre de 68 pisos situada muy cerca del Central Park y sobre la Quinta Avenida, perteneciente al multimillonario Donald Trump. Entre muchos detalles del edificio, daré solamente éste: en su hall de entrada se encuentra una catarata de 60 metros ante una pared de mármol color salmón, frente a brillantes escaleras automáticas, dorados escaparates y ascensores de cristal.

Y así se podrían seguir nombrando innumerables rascacielos en Manhattan, que compiten por su grandiosidad, altura, lujo y extravagancia.

Una cosa muy curiosa es que esta grandilocuente reunión de inmensidades no produce ninguna sensación de agobio y, aunque parezca extraño en Nueva York, la contaminación atmosférica no es un problema. En los días sin nubes, el sol se cuela por entre los altos edificios hasta las aceras, debido a la amplitud y a lo ancho de calles y avenidas.

Estratégicamente ubicado en el corazón de la “city”, se encuentra ese enorme pulmón verde que es el Central Park, un rectángulo de cuatro kilómetros de largo por uno de ancho. Allí, todos los días y -particularmente- sábados, domingos y feriados, la gente corre y hace gimnasia, pinta cuadros, toma fotografías, se sienta a pensar, anda en bicicleta, toca el saxo o simplemente camina por los senderos arbolados.

Un lago artificial gigantesco, un castillo, canchas de tenis, un zoológico, juegos para chicos y presentaciones de obras clásicas en un anfiteatro, son algunos de los rincones que nadie que pase por aquí deberá dejar de disfrutar.

UNA EXPOSICIÓN DE CULTURAS

Si de bohemia e imágenes bellas se trata, nada mejor que el “Soho”. Aquí se concentra la mayoría de las galerías de arte moderno, edificios tradicionales, negocios de ropa exclusiva, restaurantes excelentes y locales de jazz. que son algunas de las atracciones que ofrece la zona, habitada por artistas de todo tipo.

Greenwich Village es otro reducto de intelectuales. Con edificios de los siglos XVIII y XIX, Mark Twain, Tennessee Williams, Eleanor Roosevelt o Dustin Hoffman, son algunas de las celebridades que vivieron allí.

En cuanto a museos y galerías de arte, Nueva York es una de las ciudades del mundo que cuenta con un importante número: 38 y 130, respectivamente. Famosos son el Museo Metropolitano de Arte (que es el tercero del mundo); el Museo de Arte Moderno (MoMa), el Museo Solomon R. Guggenheim, que fue diseñado por el famoso arquitecto Frank L. Right, y el Museo de Historia Natural.

La oferta de lugares para visitar la ciudad es variadísima, pero por breve que sea la estadía, Nueva York tiene circuitos obligatorios para el visitante primerizo, como ser: algunos de los museos citados, subir a alguno de los rascacielos “miradores” para apreciar la vista de la ciudad, visitar el Central Park, caminar por la Quinta Avenida, Broadway, Wall Street o algunos de los barrios nombrados, asistir a un musical en Broadway, conocer los teatros Metropolitan Opera House y el complejo del Lincoln Center, las Naciones Unidas, la catedral gótica de San Patricio, el Madison Square Garden y llegar hasta la Estatua de la Libertad en ferry desde el Battery Park.

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Frente al Central Park y sobre la 5ta. Avenida se destaca el Plaza Hotel.

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La visión de un periodista

Víctor Hugo Morales, periodista y relator deportivo

Amo las grandes ciudades. Me fascinan los lugares con movimiento intenso, con ofertas de espectáculos, con restaurantes donde se pueden probar los sabores de todo el mundo. Por eso desde hace más de 25 años, cuando puedo viajo a Nueva York, donde te encontrás con lo mejor de lo mejor en el rubro que se te ocurra. Es muy excitante estar en una ciudad en la que podés escuchar el clarinete de Woody Allen y más tarde asistir a una función de ópera con el mejor elenco o a un súper estreno. Y eso es lo que me atrae: que allí, cualquier presentación deportiva o cultural es siempre del más alto nivel.

La primera vez que llegué a N.Y. me impactó ver que la ciudad era más bella de lo que pensaba. Creía que no me iba a gustar porque los edificios se me iban a venir encima, que me iba a parecer un montón de cemento.

Sin embargo me pareció bella, con una extraña convivencia entre los edificios y los habitantes. Contra lo que uno imagina, en Nueva York siempre hay un pedazo de cielo para ver.

Creo que es una de las ciudades grandes con más cielo, quizá más que Buenos Aires.

Botes en el lago del Central Park, toda una postal de Nueva York.

EL ROCKEFELLER CENTER

La Comisión para la Conservación del patrimonio de la ciudad declaró a este monumental complejo compuesto por 14 edificios, patrimonio de la ciudad en 1985. Habían pasado más de 50 años desde que John Rockefeller Jr. comprara el predio para hacer un nuevo teatro de la Ópera. El proyecto no prosperó y entonces el multimillonario imaginó una ciudad dentro de Nueva York.

Veinte años después se habían construido 14 edificios unificados por un estilo, donde conviven oficinas comerciales, teatros, bares, locales fashion, una escultura de Noguchi, una tienda del Metropolitan Museum, una pista de patinaje sobre hielo, un estudio de televisión...

Si alguien tiene poco tiempo para conocer la ciudad, una buena alternativa es “internarse” en el Rockefeller Center y tratar de disfrutar cada uno de sus rincones.

Así la veo yo

Nelson Castro, periodista gráfico, de radio y televisión

“Quiero ser una parte de ella”, dice la canción inmortalizada por Frank Sinatra “New York, New York”. Y como fui una parte de ella durante los dos años y medio que viví en los Estados Unidos, cada vez que vuelvo disfruto y redescubro sus encantos y contrastes.

Al decir Nueva York uno debe ser preciso ya que en realidad de lo que se habla es de Manhattan, uno de los cinco distritos en los que se divide la ciudad.

Una de las cosas fantásticas que tiene Manhattan es que todo se puede hacer caminando, cosa que no sucede en otras ciudades estadounidenses, que están hechas para ser andadas en auto.

El sistema de transporte público también es muy bueno. Para el atribulado pasajero de Buenos Aires, tan acostumbrado al maltrato de viajar en colectivo, el hacerlo en los autobuses neoyorquinos puede parecer un oasis. no corren, respetan rigurosamente las normas de tránsito y no se mueven hasta que ascendió o descendió el último pasajero.

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La “Gran manzana” es la mayor aglomeración urbana de Estados Unidos.

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Panorámica del Bajo Manhattan, donde se destacaban las Torres Gemelas antes del trágico 11-S.