AL MARGEN DE LA CRÓNICA

En pocas palabras

Sólo quien haya atravesado por una experiencia similar podrá comprender lo que ocurre en estas circunstancias. No es necesario ser un entendido en la materia: simplemente alcanza con haber pasado alguna vez por la compleja tarea de armar una historia con pocas palabras. Pero no con cualquier palabra, sino apelando a aquella que, justa y sopesada, permita transmitir exactamente lo que queremos expresar, con las variantes y el tono necesarios.

Y cuando la imaginación falla, cuando la sobreinformación no alcanza, cuando los datos se cruzan pero no se encuentran, habrá que apelar a estrategias conocidas, como repasar mentalmente los temas conocidos para ver si al lado de algún casillero se enciende una luz que indique que justo allí se ha posado una idea. O tratar desesperadamente de producir asociaciones -no necesariamente lícitas- entre recuerdos y observaciones, para ver si aparece la conexión que alumbre la nota.

Sólo quien haya atravesado por una experiencia similar sabrá lo que es sentir en carne propia la corporización de la metáfora “estrujarse los sesos”, sin que caiga de ellos una gota de nada aprovechable. O sobreponerse a duras penas al temor, nunca acabado de definir, de que nuestra capacidad de producción intelectual -por modesta que sea- finalmente se haya agotado, o que seamos incapaces de generar algo sin repetirnos en forma irremediable.

No siempre es tarea fácil esto de encontrar una idea donde no la hay o transformar una sucesión de párrafos en un texto coherente, mucho menos original e interesante. Sólo quien lo haya intentado podrá comprender lo que significa la página (ahora pantalla) en blanco, lista para ser llenada de letras que se niegan a salir con cierto orden e interés de la cabeza.

En casos como éste, y bajo el apremio de las circunstancias, no queda más que asumir que la falta de tema es, en sí misma, todo un tema.