La semana nacional

Había una vez ...

Mientras el gobierno dedica su tiempo y sus energías a editar la realidad, la oposición se aglutina en torno de un impostor.

Sergio Serrichio

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CMI

Pocas veces como en los últimos días se vio tan claramente hasta qué punto cree el gobierno que puede borrar la realidad con la palabra y que sus estadísticas, anuncios y declaraciones son capaces de cambiar el sentido de las cosas. O, al menos, de mantener la mística entre los leales y engañar a los ilusos.

Así, por ejemplo, un día después de la irrupción de una legión de inspectores de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) en Clarín operativo que, realizado el mismo día en que el diario denunció irregularidades en un millonario subsidio oficial y en el contexto de la puja por ley de Medios que impulsa el kirchnerismo, no puede sino espantar a quienes aún dudan si creer o no en el argumento de que el objetivo del proyecto es la “democratización de la palabra”, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció por cadena nacional el envío al Congreso de otra iniciativa, la eliminación del Código Penal de la figura de “calumnias e injurias” de la prensa.

“Nunca ha habido mayor libertad para hablar sobre las autoridades que durante el gobierno de esta presidenta”, se jactó la mandataria, en ocasión del trigésimo aniversario de la histórica visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), que en 1979 prestó oído a las voces que se atrevían entonces a denunciar el terrorismo de Estado, mientras en el sur, Néstor y Cristina Kirchner comenzaban a amasar su fortuna inmobiliaria.

“Prefiero mil millones de mentiras que haber cerrado la boca de alguien”, dijo la presidenta, en uno de sus habituales ejercicios de victimización y virtud irredenta, y fue aplaudida por los visitantes de la Cidh y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Mientras, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, descargaba en funcionarios ignotos de la Afip la responsabilidad del rocambolesco operativo, del que el titular de la agencia, Ricardo Echegaray, dijo enterarse por TV. ¿Cómo es que el ultrakirchnerista Echegaray, un hombre que acompaña al matrimonio presidencial desde los tiempos de Santa Cruz, donde fue jefe de Aduanas, no sabía en qué andaban un par de centenas de sus funcionarios?

En estricta lógica, cabe considerar tres posibilidades: o el Estado de los Kirchner acosa enemigos designados, o responde a un jefe que no debe, o es una anárquica colección de chambones. Ninguna cuadra con la “recuperación” del Estado que, bien entrado en su séptimo año de gobierno, alega el kirchnerismo.

PARADOJAS PRODUCTIVAS

Parecido intento de exorcizar la realidad tuvo el anuncio presidencial de la devolución de las retenciones a la exportación a los pequeños y medianos productores de trigo y maíz.

Es cierto que se trata de una medida largamente reclamada por el campo. Pero también que llega cuando ya no quedan excedentes exportables de trigo gracias a la política agraria oficial -las últimas dos campañas fueron las de menor área sembrada en más de un siglo- y en el comienzo de una campaña maicera que, en el mejor de los casos, se acercará a la mitad de lo que era hace dos años.

Así es que el gobierno que “desojiza” de palabra, asistirá a un nuevo récord de la soja. La oleaginosa bien podría superar en el ciclo 2009/10 (ya amenazó con lograrlo en 2008/09) el 60 por ciento del volumen de la cosecha agrícola total.

Parece paradójico, pero ese logro no debe sorprender: es del mismo gobierno cuya política energética hizo que en 2008, cuando el petróleo alcanzó su más alto promedio anual y su pico histórico (147 dólares el barril el 18 de julio), la producción petrolera fuera 25 por ciento menor a 1998, cuando el oro negro tocó fondo: 12 dólares el barril.

Otro ejemplo de la voluntad K de editar la realidad fue la inflación “oficial” de agosto, difundida el viernes por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec): 0,8 por ciento, la mitad de lo que estiman consultoras privadas y cualquier bolsillo más o menos calibrado.

El tamaño de las mentiras oficiales en materia de precios se ve mejor en perspectiva. Como notó el economista Federico Muñoz, el gobierno pretende que creamos que entre diciembre de 2006 y junio de 2009 la Canasta Básica Alimentaria (CBA, el umbral de la indigencia), aumentó 7 por ciento, cuando según las direcciones de estadística de Chubut, Entre Ríos y Neuquén y según la Sociedad de Estudios Laborales, en esos 30 meses la CBA se encareció entre 61 y 67 por ciento.

LOS USOS DE LA CONFUSIÓN

Así y todo, la mentira y la confusión tienen sus usos. En los próximos días, cuando el debate por la ley de Medios se ponga al rojo vivo, el Congreso recibirá el proyecto de presupuesto 2010, cuyos supuestos incluyen la prórroga del impuesto al cheque, el más brutal ejemplo de cómo el fisco K, que se queda con más del 85 por ciento del tributo, posterga a las provincias.

A cambio de esa demora, que perfeccionaría las facultades delegadas que el Congreso ya le prorrogó para manejar las retenciones y los superpoderes que insistirá en conseguir, el Ejecutivo ofrecerá a las provincias aflojar la ley de Responsabilidad Fiscal, para que se sigan endeudando con la... Nación.

Esa bicicleta tal vez no alcance para evitar un futuro desmadre, pero mientras ruede estará vigente el dispositivo K de dominio político-dinerario. ¿Se animarán gobernadores y legisladores a cuestionarlo?

En todo caso, el panorama enfrente sigue siendo desolador. El jueves pasado, cuando Julio Cobos recibió en su despacho a la confundida dirigencia del radicalismo y el pro-peronismo, el país asistió a otro despropósito: el vicepresidente de la Nación, elegido junto a la presidenta al cabo de una campaña financiada con turbiedades y olor a medicamento, como líder y unificador de la oposición.

“Es un espanto”, dijo Aníbal Fernández. Y tiene doblemente razón. Porque lo es, y porque el hombre tiene al menos el derecho a tomarse un respiro del agobiante ejercicio de andar adornando todo el tiempo los espantos de un gobierno que parece no tener siquiera Gabinete pero del que él es, de todos modos, jefe de Gabinete.

Había una vez ...

En conferencia de prensa, la oposición cerró filas ayer contra el proyecto oficial de radiodifusión.

Foto: DyN

SIP

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó en un comunicado la “aparatosidad” con la que se produjo el operativo de la Afip en la sede de Clarín, acto al que calificó de “intimidatorio” y de formar parte de “una campaña de hostigamiento contra ese medio de comunicación”. ADEPA y ADIRA sumaron su repudio.

/// LA CLAVE

Cobos defiende su libertad

El vicepresidente Julio Cobos salió al cruce del pedido de renuncia que partió desde el gobierno nacional y del peronismo, al apuntar a “algunos funcionarios” que “quieren coartar” su “libertad” de “dialogar, pensar y expresarse”. Los cuestionamientos desde el oficialismo surgieron luego de la reunión que encabezó Cobos el jueves en el Senado, junto a líderes opositores para sentar su postura sobre la ley de Radiodifusión.

Los cuestionamientos a Cobos llegaron a través del jefe de Gabinete Aníbal Fernández y del titular del PJ bonaerense Alberto Balestrini, quienes acusaron al vice de “desestabilizar” al gobierno de Cristina Kirchner al reunirse con la oposición, y también pidieron su renuncia.

En respuesta a las acusaciones, Cobos se quejó de que “si el diálogo lo emprende el jefe de Gabinete o el ministro del Interior (Florencio Randazzo) es un hecho loable y democrático; mientras que si es el vicepresidente quien lo hace, desestabiliza y conspira contra el gobierno”.

Cobos también envió un mensaje al kirchnerista Agustín Rossi. “El presidente del bloque del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados debería -precisamente- abocarse a buscar consensos, no votos”, manifestó en un texto donde también condenó el operativo de la Afip en las oficinas de Clarín y pidió evitar el “apresuramiento” para tratar la ley de Medios.