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Hoy el tema es la vaca

Cuando un editor de esta Redacción pide a los gritos: ¡que alguien escriba para “la 2” así cerramos!, es mejor ni preguntar sobre qué tema porque la respuesta llegaría sin sorpresas: ¡qué sé yo!, ¡escribí sobre la vaca! Esa frase figurativa que reemplaza a “escribí sobre lo que sea, pero que sea de algo”, es escalofriante.

La pobre vaca sigue pagando culpas literarias. Cuando los que rondamos el medio siglo éramos chicos -sí, aunque no parezca, no nacimos así de viejos- en las clases de Lenguaje, la maestra -demasiadas veces para el gusto de sus alumnos- llegaba con una propuesta de ese tipo y ordenaba: “Tema de la composición: la vaca”. Y ahí aparecía gorda y mugiente, siempre blanca con manchas negras. Es que para aquellos chicos, las vacas sólo venían en esos colores, no las conocían marrones ni todas negras; eran blancas y negras. En la narración, a la que seguía un infaltable dibujo, la vaca era lo que hoy se conocería como un “grupo” multifabril, productor de zapatos, café con leche, portafolios, mangos de cuchillos, carteras, peines, además de carne (siempre costeletas), quesos, crema y, por supuesto, dulce de leche.

Según aquellos niños, todo eso lo proveía la que, luego supieron, era ni más ni menos, una Holando Argentino. La vaca era un tema recurrente año tras año y su vocación de servicio era memorada casi siempre en días de lluvia, cuando sólo iba al colegio, la mitad del curso. A la nota que exaltaba su utilidad, la seguía una “info” que mostraba su gran porte, con cuernos acordes por supuesto, e innumerables flechas indicativas que partían de su cuerpo señalando de qué parte salían carteras, costeletas, portafolios, zapatos y peines.

Pobre vaca. Jamás esos chicos se detuvieron a pensar en lo muerta que debía estar para que le salieran todos esos artículos. Con el tiempo, la vaca siguió siendo tema; aparecieron los vegetarianos y fue centro de debates entre los que atacaban a los carnívoros y los que defendían sus proteínas tenedor en mano.

Más tarde debió proteger su rango compitiendo con la soja, ese vegetal (que luego sería conocido como “yuyo”), que la desplazó de las preferencias alimentarias del mundo para beneplácito de su sacrificada existencia.

Siempre fue parte de la trama. Ya más cerca, el año pasado, para defender su valor, miles de criadores invadieron las rutas del país. Y hoy sigue siendo tema, a veces por la Cuota Hilton, otras por la enfermedad que la señala como loca, o por la aftosa, o porque no la llevan al mercado, o porque el precio de las costeletas aumenta en Liniers. La vaca fue, es y seguirá siendo todo un tema y por su trayectoria merece más respeto; más aún si se tiene en cuenta que muchos agoreros dicen que, en poco tiempo, será una rara avis en estas tierras. Se puede escribir sobre la vaca obviando órdenes peyorativas, ella está para mucho más que llenar el espacio de “la 2”. Es injusto que cualquiera se atreva a ningunear su trayectoria.