Especialistas de la UTN Santa Fe

Desarrollan calificador energético y ambiental

La herramienta posee características novedosas: permite evaluar el consumo energético en edificios -electricidad, agua, combustibles- y promover formas para un uso racional y eficiente de las fuentes no renovables. Se pretende minimizar el impacto ambiental ante la situación energética actual.

Luciano Andreychuk

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Como parte de un proyecto de investigación que ya lleva varios años de trabajo, el Grupo de Estudios sobre Energía (Gese) de la UTN Santa Fe ha desarrollado un calificador energético de edificios. La innovación permite hacer una “radiografía” energética, otorgando una calificación de acuerdo al uso de recursos energéticos -agua, electricidad y combustibles-, a partir de la cual se puede evaluar y mejorar la eficiencia energética de un edificio. A su vez, permite promover formas para un uso racional de los recursos energéticos que contribuyan a morigerar el impacto medioambiental.

El calificador, novedoso en el país, se propone como una respuesta que atiende la creciente problemática energética que enfrenta el país -con la extraordinaria demanda de fuentes no renovables-, y que se agrava tanto por factores urbanos -como el explosivo y hasta caótico crecimiento de construcciones verticales-, como culturales -el mal uso de las fuentes de energía, en función de hábitos y conductas irresponsables.

“La evaluación energética sobre un edificio -en lo que respecta a sus instalaciones, mantenimiento de equipos, emisiones de gases de efecto invernadero, etc- nos permitiría implementar medidas que permitan la reducción de los consumos, de electricidad, gas y de agua; pues no se trata de no consumir energía, sino de consumir menos (ahorro) y mejor (eficiencia). Además, esta calificación permitirá en un futuro certificar la calidad energética del edificio, lo cual influirá en el valor del inmueble, como sucede actualmente en otros países que utilizan estas herramientas”, precisaron a El Litoral Carlos G. Pacheco, Sebastián Russillo, Adrián D’Andrea y Darío Zeballos, los ingenieros del Gese que llevan adelante la investigación.

Metodología

La calificación se realiza en base a la evaluación de cinco aspectos centrales: Energía; Agua; Gestión y mantenimiento del edificio; Emisiones e Innovación. Cada uno de estos puntos se subdivide en numerosos ítems, que son otros aspectos también considerados en la evaluación energética.

¿Cómo se realiza la evaluación? Los especialistas van al edificio, verifican sus antecedentes de consumo. Reúnen los registros de consumos energéticos, facturas de energía, características constructivas, etc. Se hacen relevamientos de las instalaciones: qué equipos tiene el edificio, en qué estado se encuentran, potencias, etc. “Todo ello para tener un diagnóstico preciso de cómo funciona energéticamente la instalación. Se realizan mediciones de energía eléctrica, agua, niveles de iluminación y confort térmico, y verificaciones de consumo energético. Las mediciones son estacionales pues, como se sabe, los consumos varían en verano e invierno”, resumieron Pacheco y D’Andrea.

En base a todo eso, el calificador pondera si un edificio es -respecto de su estado energético- malo, regular, bueno o muy bueno. “A su vez, se sugieren acciones superadoras podrían llevar a una mejor calificación de ese edificio, como el cambio de tecnologías, un mejor mantenimiento, etc.”, afirmó Russillo.

Todo apunta a un uso racional de las distintas fuentes energéticas y otros recursos naturales. “También a la innovación relacionada con el ahorro de energía, o mediante la utilización de alguna fuente de energía renovable, como la solar térmica y/o eólica, dependiendo del caso”, enumeró Zeballos.

Un cambio

“Este desarrollo podría ayudar a que, por ejemplo, el edificio que obtenga una buena calificación, mejore su valor inmobiliario a modo de incentivo. Y viceversa para el que tiene una mala calificación. De alguna manera, sería bueno que en este sentido se penalice y se premie al que se preocupa por prolongar las reservas de los recursos. Se trata de evitar los derroches de energía”, coincidieron los expertos. “Pensemos en el agua, por ejemplo, que en unos años comenzará a ser un recurso escaso. Cuán importante sería cuidar nuestros recursos”, resaltaron.

Para Russillo, Pacheco, Zeballos y D’Andrea, “sería bueno promover algún proyecto de ordenanza a nivel local para establecer pautas sobre consumos de energía, sobre todo ante las situaciones tales como las sucedidas con el boom inmobiliario. Este calificador está en desarrollo, seguramente necesitará correcciones e incluso se podrá mejorar. Pero consideramos que es un puntapié inicial para cambiar positivamente la forma en que usamos nuestra energía. Se trata, en definitiva, de mejorar nuestra calidad de vida y pensar en el futuro de nuestros hijos”, concluyeron.

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Russillo, D’Andrea, Pacheco y Zeballos -ingenieros del Gese- explicaron a El Litoral los detalles, aplicaciones y beneficios del calificador energético de edificios.

Foto: Luis Cetraro

Cambio de hábitos y normativa

Con este calificador se pretende también un cambio de hábitos sociales que favorezca un uso racional de las fuentes energéticas, y que deberá está apuntalado por políticas de gobierno. “El Estado, las universidades, la parte empresarial y la sociedad, los colegios de profesionales y los especialistas en eficiencia energética, todas las partes deberíamos comprometernos más para mejorar nuestra forma de consumir las fuentes de energía”, coincidieron.

En tal sentido, sería necesaria una normativa legal que establezca pautas claras sobre la cuestión de los consumos energéticos. “Tanto la normativa como la legislación asociada a esta temática son escasas y resultan insuficientes hasta el momento”, apuntaron.

Sobre el proyecto

El desarrollo del calificador es producto de un proyecto de investigación -homologado por el rectorado de la UTN- que el Gese lleva adelante desde el año 2007. Antes, para ello, los ingenieros del Grupo realizaron varias auditorías energéticas. En nuestra ciudad ya se estudiaron y evaluaron varios edificios: el de la facultad regional, del Instituto Nacional del Agua, de la Escuela Nº 391 y el Palacio Municipal, entre otros.

/// LA CLAVE