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Ainelén, Rita y Lucía compartieron largas horas de charlas durante el trabajo.

Encuentro de generaciones para celebrar la vida

El cuento de una “abuela” inspiró a dos jóvenes estudiantes universitarias para producir un video, que luego fue premiado. Éste, a su vez, significó el puntapié inicial para un espectáculo literario-musical ofrecido en Bariloche.

TEXTO MARIANA RIVERA / FOTOS ALEJANDRO VILLAR Y EL LITORAL.

“Vivir en la tercera edad es un suplicio, un calvario, un infierno, un desastre. Por suerte, no siempre; de tiempo en tiempo, algunos oasis, paraísos y edenes nos dan sosiego y un cierto placer, además de ganas de seguir viviendo”.

Con esta frase comienza el texto de la escritora santotomesina Rita Bonfanti titulado “Impuesto a la supervivencia”, que muestra las cuestiones cotidianas que suelen experimentar quienes transitan esta etapa de la vida. Casi nadie o nadie los escucha -dice-, como si no supieran nada, a pesar de su experiencia; no hay cajas especiales para ancianos en supermercados ni bancos, de manera que no tengan que hacer largas colas de pie; o deben transitar por veredas rotas o sin rampas para su pausado andar.

El escrito inspiró a dos alumnas de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Lucía Stubrin y Ainelén Sedlacek, quienes realizaron un cortometraje para una de las cátedras, titulado “Geronte”, que intenta reflejar el lugar reservado para la tercera edad en nuestra sociedad.

Este video obtuvo una mención especial en la VIII Bienal de Arte Joven de la Universidad Nacional del Litoral, realizada el año pasado, en la categoría Video Documental (entre 19 y 30 años), por “el rescate de una experiencia de vida a través de una obra coherente y expresiva”, según consideró el jurado.

Posteriormente, en marzo de este año fue presentado como parte de un espectáculo literario-musical en la Biblioteca Popular Sarmiento de la ciudad de Bariloche, en el marco de la celebración de su 81 aniversario.

Lucía y Ainelén contaron a Nosotros cómo surgió la idea de hacer este video, que trascendió las fronteras de la ciudad. “Estudiamos Comunicación Social en Paraná y teníamos que hacer un video corto con una historia de vida. La contactamos a Rita y después de varias entrevistas que tuvimos con ella, nos mostró sus escritos. Ahí decidimos que, en vez de hacer una historia de vida -lo que es inabarcable en los cinco minutos que tenía que durar el corto-, partiríamos de uno de sus escritos (“Impuesto a la supervivencia”) para el formato del video que queríamos hacer”.

“En su texto es ella iba sancionando distintos impuestos que la sociedad debía pagar y explicaba por qué los ponía”, explican las jóvenes realizadoras. “Habla del por qué nos cuesta vivir a los viejos”, acota Rita, y cita un impuesto sugerido: “Impuesto al cruce de calles y avenidas: muerte, fracturas múltiples y otras menudencias. Los automovilistas, motociclistas y ciclistas piensan: “vieja más, vieja menos, no hace a la cultura argentina, pero sí a la economía”.

CONCIENTE DE LA EDAD

“Mostramos la temática de la tercera edad a través de una señora en su casa, cómo se desplazaba lentamente, su vida cotidiana. Por eso el video tiene un ritmo lento, propio de la persona que va contando esta historia, que se completa con su lectura de partes del texto y también muchos silencios”, reseñaron las estudiantes. Y advirtieron que “nos llamó la atención cómo Rita es consciente de su edad. Por ejemplo, tiene una cama ortopédica porque piensa que se puede enfermar y puede necesitar tener una cama de hospital. Esto es algo que nos gustó marcar en nuestro trabajo”.

“Les parecí un personaje raro”, acotó Rita, quien contó que cuando las chicas habían llegado a su casa a hacer las primeras entrevistas, ésta había quedado inundada luego de una lluvia fuerte. “Era un desquicio mi casa y les pedí que volvieran al mes siguiente, que iba a tener mi espacio más ordenado, pero me dijeron que no importaba; incluso hay una parte del video en donde ni tengo la prótesis dental, lo que me hace más vieja todavía”, contó risueña. Y las chicas se sinceraron: “Estábamos con el tiempo contado porque Rita se iba a Bariloche. Por eso, filmamos el video en dos días”.

POEMAUTAS

Rita Bonfanti acostumbra “huir” de los meses del verano santafesino y disfrutar del paisaje de Bariloche para pasar algún tiempo con parte de su familia, que reside en aquella ciudad. “Basta que yo pasee con mi sombrero y mi bastón por las calles de Bariloche, y empiezan los abrazos con la gente que me reconoce”, admitió con una sonrisa.

Sin descansar de sus actividades literarias, Rita se reúne con un grupo de colegas para intercambiar experiencias. “En Bariloche tengo un grupo de escritores y lectores que se llama “Poemautas con jurados”. Siempre que voy me esperan y nos reunimos todos los viernes a la tarde. Leemos nuestros trabajos y comentamos de autores. Una de las integrantes es Gloria Seghezzo, que es una especie de show-woman. Vio el video de las chicas y le pareció que se podía hacer algo que mostrara a la tercera edad productiva, como son los abuelos de Bariloche. Fue la encargada de organizar la puesta en escena del espectáculo literario-musical”, explicó la santotomesina.

Esta propuesta consistió en ir intercalando partes del video producido por Lucía Stubrin y Ainelén Sedlacek, la lectura de los textos escritos por Rita Bonfanti referidos a la tercera edad -como “Abuela ternura” o “Abuela se vende”-, y la presentación de dos parejas de baile de música folclórica, también de la tercera edad, dirigidos por una coreógrafa y folclorista jubilada.

MARIPOSA Y CÓNDOR

Durante el encuentro, una de las presentadoras consultó a la escritora santotomesina acerca de cómo empezó a escribir. Y ella contó: “Un día volví a escribir sin tener objetivos fijos. Grafiqué mis pensamientos, mis reflexiones, mis felicidades, mis temores y mis frustraciones. Escribí a borbotones, con estilo de escuela primaria. Después de años releí los escritos, acudí a literatos, tomé lecciones en talleres, corregí y me animé a grabar. Pronto saldrá el libro editado -que se publicará en Bariloche-. Me deslicé en soledades muchas veces; entonces mi refugio fue escribir y llorar en soliloquio. Otras, me hundí en nostalgias. Así quedé, casi inerte, en paro sensitivo, sólo mi corazón bombeaba y despertó al cerebro. Levántate y anda. Tienes dos tesoros de tu amor, respondía la parábola, y seguí de pie. Cambié el monólogo por diálogos, a diestra y siniestra, humanicé mi corazón y me enriquecí”.

Y concluyó: “Cada año soy otra, con el mismo alma y el mismo nombre. Volé galaxias, agujeros negros, novas y ascendí al nirvana muchas veces, muchas otras descendí del espacio interestelar a la dimensión terráquea. Repito estos viajes especiales muchas veces pero no soy astronauta, sí, mariposa para vuelos bajos y cóndor para llegar a las alturas”.

El espectáculo finalizó con la propuesta al público para que -entre todos- entonaran la canción de León Gieco “Sólo le pido a Dios”, a manera de celebración de la vida.

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Rita Bonfanti es llamada por diferentes escuelas para contar sus cuentos a los chicos.

EN PRIMERA PERSONA

“Abuela se vende”, se titula este cuento breve de Rita Bonfanti:

Fue sorpresivo y cómico que una señora me tomara del brazo y me dijera: “¡Qué poco valor le han dado, abuelita!”. “¿Por qué me dice eso?”, exclamé sorprendida. “Porque lleva usted una etiqueta al viento sobre su cuello trasero que tiene el número treinta y cinco, con el signo pesos.

Recién ahí me di cuenta de que había estrenado una remerita por la que había pagado ese dinero y, cambiando mi gesto por una sonrisa, le dije: “Por favor, sáqueme la etiqueta. ¡Ese no es mi precio! y además no estoy en venta”.

- Me lo imaginé, abuela, pero no sabía cómo avisarle que llevaba la etiqueta; no siempre los abuelos toman a bien una advertencia. Yo la vengo siguiendo desde el ascensor del edificio que compartimos desde hace años. Siempre la veía muy elegante, pero hoy....

- ¡Hoy la desconcerté!. Estoy muy olvidadiza y lo de la etiqueta es un aviso más de que pasando los años se pueden agudizar los olvidos. ¿Quiere usted sacarme por favor la etiqueta?. Voy a tomar el hecho con ironía y humor. ¡El tasador no me conoce bien!. Yo me cotizo a más precio, aunque... Parece que estoy en baja.

La señora me dio el cartoncito sonriendo, saludó y siguió su camino. Yo lo guardé en mi bolso, pensando que al encontrarlo entre mis pertenencias me haría recordar la anécdota para escribirla. Así fue. Aquí está mi cuento y mi reflexión.

Reflexión: es bueno asumir la realidad y no ponerse triste. Reírse de uno mismo. Los invito a compartir esta alegría. Es una suerte poder escribir todavía, pero me estoy preparando para otros olvidos. ¡Qué bueno poder reírme de ellos!. Ah, me olvidé de agradecerle a la señora.

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Las estudiantes de Comunicación Social de la UNER fueron premiadas en la última Bienal de la UNL.

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