II Jornadas de Actualización en Neuropediatría

Trastornos del desarrollo: las

madres advierten algo diferente

Aseguran que son las mamás las que consultan al médico cuando notan que sus hijos, por ejemplo, no hablan o no leen bien o lo hacen distinto. Docentes, pediatras y psicólogos, entre otros, deben colaborar en el abordaje integral.

Mariana Rivera

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“En la mayoría de los trastornos del desarrollo son los padres -aunque en especial las madres- los que primero se dan cuenta de que hay una diferencia en sus hijos. Vienen a consultar por la preocupación porque ven que son distintos. Se fijan que su hijo no habla bien o lo hace de manera distinta. Ellas tienen esa forma de analizar la realidad de una manera más amplia y consultan a la maestra, al pediatra, a la vecina, la prima o la amiga. No son ansiosas sino que se informan, escuchan y ven cosas diferentes”, admitió el Dr. Enrique Menzano, de Buenos Aires.

El profesional es neurólogo infantil y fue uno de los disertantes durante las II Jornadas de Actualización en Neuropediatría, que se realizaron recientemente en ATE Casa España, destinadas a médicos pediatras, docentes especiales, docentes, psicólogos, psicopedagogos, terapistas ocupacionales y fonoaudiólogos.

Y aclaró: “No vienen con el diagnóstico sino con la preocupación y por este motivo, los que estamos escuchando ese planteo (que puede ser la maestra, la psicóloga, el pediatra o el neurólogo) debemos ser responsables y saber entender si puede ser o sospechar un trastorno del desarrollo y ver cómo seguir adelante con ese niño”.

La actividad sirvió para actualizar los conocimientos de quienes integran los equipos de salud respecto de las principales áreas de investigación y trabajo en el campo de la neuropediatría: evaluación y diagnóstico; investigaciones neurobiológicas; entre otros temas.

El profesional también planteó que “uno de los grandes temas que siempre están en primera fila es si el chico es un poco más lento, o bien el chico al que le salen los dientes después, los chicos que aprenden a andar en bicicleta a una edad y otros a otra. Son una variante de lo normal, pero cuando hablamos de trastornos del desarrollo ya no estamos hablando de que es más lento o más rápido, sino que hay algo que interfiere, por qué esto no se está presentando en el momento esperado, qué puede ser antes o después”.

La clave -continuó- es que hay diferencias, que esto ya no es lo mismo más tarde o lo mismo más lento. Esa diferencia es bastante específica y se ve en Argentina, en México o en Europa. No es que ese chico sea diferente, porque los padres le enseñaron distinto o porque en este lugar las cosas se hacen así. Hay factores propios del sistema nervioso, que es el lugar donde se construyen estos aprendizajes, que habilitan redes de información diferentes.

En este sentido, advirtió que “un chico con una dislexia, por ejemplo, no lee más lento sino diferente; no puede de una manera efectiva correlacionar la forma de las letras, que no son dibujos para el cerebro, sino que son sonidos escritos, así como en un pentagrama, las notas musicales no son dibujos para el músico sino que, al verlos, escucha sonidos”.

Diagnóstico oportuno

Por otra parte, el Dr. Menzano planteó que “el denominador común de estos trastornos del desarrollo o madurativos, como se los denomina, es que los padres llegan con mucha angustia, porque se dan cuenta de que no funcionan muchas cosas, que tienen versiones contrapuestas. Esto genera una falsa dicotomía entre si algo ocurre por una causa psicológica o físico-biológica, lo que no es cierto porque nosotros somos uno”.

Por este motivo, sugirió que “hay que saber desterrar el “o’ de los trastornos del desarrollo: o psicológico, o físico, o emocional, u orgánico, e incorporar la “y’ en los lugares correctos. Si esto no ocurre, la psicóloga seguirá diciendo que es problema de ansiedad de los padres, o la maestra dirá que el problema surge de la casa porque el padre no está, o el neurólogo aportará su versión. Todo esto confunde, no suma, y nos paraliza a la hora de tomar decisiones”.

Y agregó: “El conocimiento científico ha ido avanzando y nos permite entender por qué un chico lee distinto y de qué manera podemos ayudarlo. De ahí que es importante que el diagnóstico del trastorno del desarrollo no es de llegada sólo decir este chico tiene dislexia o es autista, sino que a partir de allí tenemos que ver cómo ayudarlo. Cuanto más oportunamente hagamos el diagnóstico se podrá brindar un tratamiento y generar un cambio hacia adelante”.

Por último, insistió en que “también tenemos la gran noticia de lo que las neurociencias van logrando: como hablamos de desarrollo, el cerebro tiene toda una etapa para armarse y si uno interviene o hace un tratamiento de una manera oportuna, científicamente correcta y apropiada, estas cosas se pueden mejorar en gran medida. Le podemos decir al docente que se aproxime a la enseñanza de la lectoescritura con otros abordajes, o darle al chico con trastornos de la comunicación otras formas alternativas de hablar, etc.”.

 
Trastornos del desarrollo: las madres advierten algo diferente

El Dr. Enrique Menzano, de Buenos Aires, fue uno de los disertantes.

Foto: Guillermo Di Salvatore.

El Dr. Enrique Menzano es director asociado de la carrera de Neurología Infantil de la UBA; tiene a su cargo el Servicio de Neurología Infantil del hospital materno infantil de San Isidro y es docente en la Maestría de Neuropsicología del Hospital Italiano.

Otros expositores de las jornadas fueron los Dres. Luis Panico y Viviana Ríos; el Lic. Claudio Trivisonno, y la T.O. Adelita Pérez, de nuestra ciudad.

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