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Los lisos vienen marchando

Una sostenida presión de la demanda local obligó a la cervecera Cicsa a reformular su estrategia para la producción que se vende en barriles: duplicó su capacidad de envasado y triplicó la cantidad de barricas.

 
Los lisos vienen marchando

Cetta. Hoy por hoy, la calidad es algo irrenunciable, cualquiera sea la marca”.

Foto: El Litoral

 

Félix Canale

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Pese a todo, el año que transcurre no ha sido malo para Cervecería Santa Fe. Un dato preciso es que al sumar toda su producción (marcas Santa Fe, Heineken y Budweiser) la fábrica cervecera mantuvo un factor de ocupación de capacidad instalada de 81%, cuando las demás plantas de la compañía (Cicsa, filial de la chilena CCU), corren a una media de 50 a 55 por ciento.

Este desempeño se relaciona, a su vez, con mandatos del mercado. En principio, la marca Santa Fe, que sólo se distribuye regionalmente, muestra un crecimiento de 14 % mensual en los últimos 4 meses, acumulando una suba de casi 50 % por ciento en la medición interanual. Por su parte, la tendencia nacional que registra un creciente consumo de la cervezas premium, lleva a que tanto Budweiser como Heineken crecieran 15 % con respecto a 2008. Estas marcas extranjeras representan 40 por ciento de la producción de la planta.

Para entender el incremento de las premium a escala nacional, es necesario referirse a las marcas “de batalla” (Quilmes, Schneider, Isenbeck), que están creciendo, según el caso, a una ratio de entre 3 y 5 por ciento en el mercado total.

“Aparentemente, hay una fuerte segmentación hacia las premium y prácticamente se viene duplicando el crecimiento de la industria. Esto tiene que ver con que muchos consumidores han comenzado a pedir una determinada marca y no el producto como un genérico”, razona Eduardo Cetta, gerente industrial de Cicsa.

La región

Más allá de la tendencia nacional, la región capitalina muestra sus propios comportamientos. “En nuestra zona, el peso del consumo lo tienen Santa Fe y Budweiser. De cada 100 litros de cerveza que se venden, 70 son de nuestra producción”, afirma el ejecutivo.

Este predominio de mercado trajo aparejado algunos bemoles, particularmente con la marca Santa Fe. “En los dos últimos años, nos surgió un problema con la cerveza de barril. Entramos en un cuello de botella porque no había barriles en el mercado, y para un santafesino es inexplicable esta situación, máxime si la planta está en la ciudad. Salió en los medios. Lo concreto es que la demanda superó nuestra capacidad instalada en los veranos de 2007 y 2008”, dice Cetta.

También recurre a un ligero descargo: “Son pocos los lugares del país donde es costumbre tomar cerveza de barril, en una casa, para un festejo. Por contener una cerveza no pasteurizada, la limpieza de este envase requiere de un lavado especial y profundo. Cuando nos poníamos a hacer eso, nos quedábamos sin barriles”.

Inversiones

Como fuere, la decisión de la empresa apuntó a buscar una solución de fondo, invirtiendo algo más de 2 millones de dólares para atacar el problema. Parte de esa inversión se orientó a una nueva línea de envasado de última generación, con capacidad de llenado de entre 100 y 120 barriles por hora, que duplica la velocidad de producción de la línea anteriormente utilizada.

Otro tramo del dinero fue para el equipamiento en estos envases. “Dentro de lo que es el parque de CCU, ahora llegamos a unos 25 mil barriles, y de ese total 10 mil serán para nuestra planta. El año pasado estuvimos peleando el mercado con 3 mil”, explica.

Cerrando el círculo, se construyó una nueva cámara de frío (imprescindible para un producto no pasteurizado), que también duplica la capacidad de la anterior. “Con todo esto creemos que podremos satisfacer el mercado. Ojalá que no nos hayamos equivocado y otra vez nos quedemos cortos”, dice Cetta, a sabiendas de que si se equivocó, es porque la demanda está creciendo exponencialmente y eso no es mala noticia.

El plan

Dentro de la empresa ya se ajustaron detalles para una movida de marketing, de la que únicamente se informa que arranca el 30 de octubre y se mantendrá a lo largo de 6 meses. Ante la reserva, para no limar el impacto, sólo es posible armar un mapa con retazos.

En principio, la existencia de un Plan Liso, que debe su nombre a la medida de cerveza que sólo se llama así en la región capitalina, y dentro del cual deben incluirse las recientes inversiones para incrementar la producción en barriles.

Otra pieza: “Para CCU, Santa Fe es el bastión. Cuando llegó al país, se instaló en esta ciudad y sentimos orgullo de esa pertenencia. De allí que cada vez nos estemos mostrando más, decir lo bien que nos va en cuestión de negocios y en cuestiones de gestión”, anuncia Cetta. Inmediatamente agrega que “es por eso que a fin de mes arrancamos con un gran esfuerzo de difusión”. Ante la insistencia, admite a regañadientes que se trata de “instalar la palabra liso en el país”.

Es menos comunicativo aún, cuando se le pide la inversión que requerirá la acción de marketing. Pero desliza un dato: “Involucra a muchos actores de la ciudad y la región. El esfuerzo no será únicamente de nosotros, sino que estará compartido”.

Hasta aquí los retazos. Para el resto habrá que esperar que llegue el 30 de octubre. A fin de cuentas, faltan sólo 4 días.


Hacia la clase mundial

En el primer semestre, Heineken International premió a Cervecería Santa Fe como la segunda mejor planta en el continente. La distinción no se refiere a la marca que otorga el premio, sino a las cervezas locales. La competencia se establece sobre los estándares de calidad del producto, eficiencia de la planta, ahorro de recursos, productividad y seguridad industrial.

Según explica el gerente industrial de Cicsa, Eduardo Cetta, desde 2008 la planta compite con la marca Schneider, que es la que se comercializa nacionalmente. “Se envía una muestra mensual del producto, y a lo largo del año se va puntuando tanto la cuestión analítica como la sensorial”, indica.

En paralelo, se califica por indicadores clave, como el consumo de agua, gas y energía eléctrica, o la relación entre el volumen de malta ingresada y la producción final, siempre referenciado con plantas de clase mundial.

“Desde hace dos años a esta parte nosotros hemos mejorado mucho. En 2007, consumíamos casi 11 litros de agua por un litro de cerveza y hoy consumimos 7 litros. Una planta de clase mundial consume una media de 6,5 litros como máximo, es decir que estamos a 0,5 litro de lograr ese objetivo”, explica.

“Nuestra visión como compañía es ser una empresa de clase mundial, ése es el mandato de los accionistas”, dice. Luego agrega: “Este criterio se aplica a la totalidad de los productos que elaboramos. Una compañía alimenticia no puede tener dos estándares; para una marca trabaja con barbijo y para otra sin él. Hoy por hoy, la calidad es algo irrenunciable, cualquiera sea la marca”.