Rumbo incierto para la hacienda de la isla

Sin lugar para las vacas

La evacuación de ganado ante la llegada de la creciente se hace en forma ordenada. Sin embargo, hay una marcada escasez de campos que genera serias complicaciones: tropas pastoreando en banquinas, altos costos de pastaje y ventas forzadas a precio vil.

Sin lugar para las vacas

Inmovilizadas. Gran cantidad de tropas que salen de la isla utilizan cualquier espacio verde para pastorear, a la espera de una ubicación definitiva.

Foto: Juan Manuel Fernández

 

Juan Manuel Fernández

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Aunque las evacuaciones de hacienda desde las islas santafesinas ante la inminente crecida del Paraná se realizan a buen ritmo y en forma ordenada, igualmente se estiman perjuicios para la economía costera y, en particular, para los actores más débiles del sector: los pequeños ganaderos de subsistencia.

Conjuntamente, la Secretaría de la Producción de San Javier y la Sociedad Rural local calcularon en $ 14.000.000 las pérdidas por ventas forzadas de animales flacos. En tanto, la escasez de campos para ubicar el rodeo genera una cadena de contratiempos: abundan las tropas a la vera de las rutas, piden sumas abusivas por el pastaje y los compradores aprovechan la urgencia para comprar tropas a precio vil.

Economía golpeada

Rubén Favot, secretario de la Producción de la Municipalidad sanjavierina, sostuvo que “van a dejar de entrar provenientes de la ganadería de isla aproximadamente $ 14.000.000”. Para el cálculo se pensó que cada animal resigna una ganancia de 100 kilos a un valor promedio de $ 3,5 el kilo vivo de novillo gordo. “Esto se va a ver a futuro”, agregó el funcionario, quien, además, anticipó que “el mayor impacto lo va a sentir el pequeño productor, el que vive con sus 20 ó 30 vacas, pero también pesca, caza y habita en las islas”.

Datos estadísticos recabados por el Senasa en la última vacunación antiaftosa indican que el distrito San Javier contaba (hasta antes de la evacuación) con 41.000 cabezas en terrenos insulares, propiedad de 357 productores, de los cuales 286 (80 %) tienen hasta 200 cabezas. Dentro de este segmento, 162 ganaderos explotan 50 animales o menos.

Para el presidente de la Rural, Julio Hernán, la situación “es lamentable”, debido a que “la zona está pobre” por efecto de la sequía y los ganaderos, que se habían refugiado de la falta de lluvias en la isla, ahora no tienen dónde colocar la hacienda. “No se cuenta con campos suficientes, y por los que hay están pidiendo una barbaridad para pastaje, que terminará siendo hospedaje porque no va a ser con pensión completa, ya que van a sobrecargar los campos y los animales no van a tener para comer”, calculó el ruralista.

Los chicos, a la calle

Además de la vacunación, se exige que toda tropa proveniente de la isla se bañe contra garrapata para poder ir a campo firme. Por eso, en las últimas semanas se observó un continuo movimiento en el predio de la Rural sanjavierina, donde funciona uno de los baños habilitados en la zona.

Allí, algunos ganaderos de subsistencia dialogaron con El Litoral mientras esperaban el tratamiento de su tropa.

Mariano Meynet expresó su angustia: “En este momento, la estamos pasando mal porque los campos están pelados y tenés que regalar los animales... malvenderlos”. Por el momento, sólo evacuó novillos para venderlos y poder pagar pastaje. “Es un abuso; están pidiendo $ 50 por cabeza al mes. Y los campos no están buenos”, se lamentó el productor.

Por su parte, Josefa Ubiedo, que vive con su marido y 6 hijos en la isla, debió vender 50 animales “regalados” a $ 3 el kilo (todo su rodeo constaba de 250 animales). “No me queda otra, porque no conseguimos campo”, dijo la productora, que en la creciente pasada perdió 75 cabezas ahogadas, más otras 25 intoxicadas con mío-mío en las banquinas. Ahora, sin campo en tierra firme, volverá a esperar pastoreando en la calle “hasta que pueda llevar los animales de nuevo a la isla”.

Los grandes también sufren, pero menos

En tanto, los ganaderos de mayor peso también sufren contratiempos. Es el caso de la Estancia San Joaquín, propiedad de Adecoagro. Allí, en 2007 tuvieron serios perjuicios por la inundación y esta vez empezaron dos semanas atrás a evacuar las 7.000 cabezas que tenían alojadas en 18.000 hectáreas de isla, según relató Mariano García Ratti, encargado del área ganadera del establecimiento.

Para su fortuna, esta empresa cuenta con campo propio en tierra firme. Pero no es suficiente, por lo que también tuvieron que mandar tropas a faena y, en algunos casos, malvenderlas, como las vacas gordas que se pagaron como conserva a $ 700 cuando valían $ 1.200. “A los productores chicos, con suerte les pagaron $ 500”, aclaró Ratti.

El encargado de la estancia sabe que a la peor parte se la llevan los más débiles. “Al chico y al mediano esto los parte al medio; primero, les pegó la sequía, y ahora, no tienen islas. Para nosotros estas ventas significan desprendernos de invernada, pero para ellos es liquidar su stock”, reflexionó.


Insólito

Según Angel Girardi, de Aprocaboa, “para los que tienen animales en las islas el tema es más que preocupante. Lo que pasa es insólito: en el norte tenemos que sacar las vacas del desierto y en el sur se ahogan. No sé por qué nunca se hizo un acueducto en el norte de Santa Fe ni se apuesta a la ganadería en el sur. Hoy ya no quedan ganaderos, es todo soja”, resaltó.

/// EL DATO

Información a tiempo

En 2007, el pico de la creciente sorprendió a los ganaderos con gran cantidad de hacienda en las islas y, al momento de la evacuación, se perdieron muchos animales ahogados en los arreos.

Aquella vez, el error de cálculo se produjo debido a que Iguazú -el dato de referencia para anticipar el comportamiento del río en la zona- no mostraba niveles alarmantes y los productores creyeron que la suba no sería de importancia. Sin embargo, el agua ingresó al Paraná por el río Paraguay; cuando el pico arribó a Santa Fe, ya era tarde para evacuar “a nado” y la cantidad de barcazas no era suficiente.

Esta vez, los ganaderos contaron con la información a tiempo y comenzaron a tomar las medidas preventivas con antelación. El primer paso fue vacunar contra la aftosa (requisito indispensable antes de cualquier traslado) y aproximar el rodeo a los puntos de salida. Luego, cuando confirmaron la proximidad de la creciente, iniciaron la evacuación por arreo sin mayores inconvenientes, dado que el nivel del río lo permitía.