XIX aniversario del Museo Municipal

“El sentido de la vida: el sentido de la pintura”

Bajo este nombre, desde mañana el espacio de Piedras 7352 exhibirá una muestra retrospectiva de César López Claro, en el marco de los festejos por el 19º aniversario de su Casa Museo.

“El sentido de la vida: el sentido de la pintura”

César López Claro. Técnica Mixta Período Americano. 70 x 100 cm. 1962

Foto: Gentileza producción

 

De la redacción de El Litoral

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Una muestra retrospectiva de la obra de César López Claro, cuya curaduría estuvo a cargo de la museóloga Vanesa Carli, se inaugurará mañana a las 20 en el museo que lleva el nombre del artista y se erige en Piedras 7352. Titulada “El sentido de la vida: el sentido de la pintura”, la exposición se enmarca en el XIX aniversario de la revalorizada Casa Museo Municipal López Claro, y fue organizada por la Secretaría de Cultura municipal junto a la Asociación Amigos del Museo.

Con referencia al artista protagonista, la curadora remarcó que López Claro estuvo “plagado de triunfos, premios y también de luchas, sinsabores, soledades... por sobre todas estas circunstancias que rodean inevitablemente a un creador intrépido, López Claro arremete sin vacilaciones en la búsqueda del sentido de la vida que, para él, es el sentido de la pintura”.

Vale destacar que el acto inaugural contará con la actuación del grupo vocal “Voces de la laguna” y con la presencia de artistas y autoridades de nuestra ciudad.

Períodos

“La actividad de este artista comienza a muy temprana edad, allá en Azul, su ciudad natal, siendo inclusive alumno del taller de su propio padre: Alberto López Claro (Claudio Lantier) -explicó la curadora-. Aún pueden observarse en catálogos y también en esta retrospectiva algunas de sus primeras obras que pertenecen al período llamado Buenos Aires, abarcando desde los años 1928 a 1941, época ésta de un artista en formación, que al mismo tiempo comienza a cosechar premios de cierta envergadura como el 1º premio de Dibujo en el Salón Anual de Rosario”.

Continuando con esta historización, Carli sostuvo que “a partir de 1942 se traslada con carácter permanente a esta ciudad y comienza el llamado Período Litoral, abarcando aproximadamente hasta 1954. Esta etapa estuvo imbuida por el impacto que causa en su espíritu y en su paleta los colores y paisajes del Litoral; es también un período de descubrimiento de otros artistas, ya que, además de viajar por primera vez a Europa y visitar sus grandes galerías y museos, es invitado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana. En ese periplo, expone en Quito y Guayaquil además de participar en la 1º Bienal Hispanoamericana de Cuba”.

La museóloga comentó que “de 1955 a 1964 su pintura toma nuevos rumbos, plasmando ese nuevo universo que descubre a partir de sus asiduos viajes por América Latina. Su gente, sus paisajes, sus costumbres son abordados con agudeza y crítica, quedando reflejadas en la colección perteneciente, justamente al Período Americanista, del cual son testigos algunos de los murales emplazados en la Sala América de su casa-museo”.

Finalmente, Carli explicó que “desde 1965 hasta 1978 se aboca al Aformalismo y es merecedor de varios premios como el Gran Premio de la Sociedad de Artistas Plásticos de Buenos Aires y del Gran Premio Internacional SPA (Bruselas, Bélgica), exponiendo en varias galerías de los Países Bajos. Paralelamente, comienza a esbozar las primeras obras del período denominado Nueva Realidad, que contiene varias colecciones, entre ellas la serie: “Proceso al proceso’ y “Los Traperos’ ”.


Técnicas

Con referencia a las técnicas y estilos de López Claro, la curadora de la muestra retrospectiva que se inaugurará mañana sostuvo que “la incesante búsqueda de los medios capaces de representar su universo no sólo lo llevaron a apelar a la cerámica, escultura, bajorrelieve y al muralismo, sino también a descubrir en cada uno de estos soportes, además, desde luego, de la pintura y las técnicas más cercanas a sus propósitos. Puede decirse que no hubo método que López Claro no usara: desde una suerte de surrealismo (una especie de exposición trágica de la soledad y la muerte), hasta el aformalismo, el cubismo analítico, el collage (que remite siempre a lo cotidiano usando para ello objetos habituales en desuso), la trama lenta y milenaria del Perú para llegar a las arrebatadas denuncias cometidas por las ya mencionadas dictaduras”.

Carli concluyó afirmando que “de López Claro bien se puede decir que “no hay técnica que le fuera ajena’. Como buscador implacable no hay instrumento que no haya explorado con el fin de mostrar su inmenso mundo interior al que trató de representar de un modo casi maniático. Su tarea comenzaba cuando el sol nacía y terminaba, muchas veces, encaramado en altos andamios pintando un mural, cuando la luna y las sombras le impedían ver los colores”.