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Rosario siempre estuvo cerca

Las políticas proteccionistas son discutibles. Si bien su naturaleza protectora refiere al sostenimiento de la identidad, se establecen marcas de poder y de supervivencia sin más estímulo que la potencia del más fuerte. El proteccionismo genera estados dinámicos en los cuales lo que en un momento parece solidario puede, más adelante, trabar las posibilidades de otros que busquen otro tipo de participación.

En estado extremo, toda actividad comercial y productiva, se limita a reglas cerradas en la comunidad y se inhibe cualquier tipo de intercambio con el exterior.

La decisión de las autoridades comunales de adherir a la ley provincial que regula la superficie de futuros emprendimientos comerciales, sólo consigue que los santafesinos anhelemos obras que sí tienen otros lugares importantes del país.

Todas las ciudades modernas del mundo cuentan con grandes espacios destinados a la exposición y venta de objetos y diferentes tipos de servicios.

Un par de décadas atrás, una situación semejante se planteó en la ciudad. Ante la llegada inminente de los supermercados, los almaceneros plantearon una resistencia parecida; pero ganó la modernidad: hoy los supermercados son muy concurridos y los almacenes de barrio gozan de buena salud.

La intención del Concejo de adherir a la ley de regulación de grandes superficies comerciales, aleja la radicación de emprendimientos de dimensiones importantes y el vecino se pregunta qué y a quiénes se resguarda realmente. Rosario cuenta desde hace algunos años con varios exponentes de cadenas de hipermercados de capitales no locales y la construcción de sus magníficos shoppings produjo, además, que los negocios del centro mejoraran su aspecto y oferta; todos conviven más allá de miedos a la competencia y prejuicios.

Acá no pasa eso. Otra vez le damos la bienvenida al pasado. No hay progreso con prohibiciones; lo hay con iniciativas, ideas y controles. Promocionar productos regionales está bien; lo que está mal es que algunos decidan sobre la libertad de los ciudadanos de elegir lo que quieren, de comprar donde les convenga.

Aplicando una conducta igualitaria, cualquier negocio podría pedir el mismo beneficio para proteger su inversión ante el desafío de la radicación de otro de mayor envergadura y alejar los riesgos de nuevas competencias.

Mientras sueñan con tener la oferta comercial de las ciudades modernas, muchos santafesinos seguirán comprando en el almacén de la esquina y, cada vez que puedan, tomarán la autopista, porque, como dice Fito Páez en una de sus letras, “Rosario siempre estuvo cerca”.