Señal de ajuste

De la demencia senil al alfanismo

De la demencia senil al alfanismo

Los medios son responsables de sobredimensionar las reflexiones de Mirtha Legrand y Susana Giménez sobre la actualidad, sostiene el autor.

Foto: Agencia DyN

Por Roberto Maurer

 

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Desde hace años, los periodistas atornillaron en la sociedad la idea de que el mensajero no tiene la culpa, de que siempre es inocente, una teoría arbitraria y corporativa. ¿Acaso no existen mensajeros de mala entraña? Por ejemplo, los medios son responsables de sobredimensionar las reflexiones de Mirtha Legrand y Susana Giménez sobre la actualidad, y el fenómeno se repitió luego del reciente encuentro en la cumbre, donde, almorzando en el canal América, ambas repitieron banalidades, casi inofensivas, ya que el público no se identifica con los editoriales de las divas, aun cuando piense lo mismo, y tampoco tiene para elegir: en las clases dirigentes no encuentra opciones de discursos más profundos. Se suele decir que son charlas de peluquería, aunque, en rigor, su ámbito apropiado sería la verdulería, donde los encuentros son más efímeros y por lo tanto superficiales. Comentarios como “adónde vamos a parar” no se sustentan en una gran riqueza intelectual.

El público no está pendiente de las opiniones sobre inseguridad de las dos inexpertas en seguridad, solamente los periodistas lo están: el ascendiente del pensamiento político de Mirtha y Susana sobre las masas es nulo. En cambio, se prefiere en un todo al escándalo, y si es entre sábanas, mejor, como el diálogo durante el almuerzo acerca de la relación entre Susana Giménez y Juan Martín del Potro, en especial su respuesta a la pregunta de Mirtha Legrand sobre si, con sus 21 años, el tenista no era demasiado chico para la diva. “Depende de para qué”, fue la respuesta, ampliamente divulgada. Se podría sospechar que en esos días se aprobó la ley que redujo la mayoría de edad de 21 a 18 años, con el fin de adecuar la norma a las necesidades de Susana Giménez, que cada día mastica presas más tiernas, lo que, en un momento, podría crearle nuevos problemas con la Justicia. Si bien tiene derecho a picotear donde quiera, en tanto la legislación sobre menores la habilite, lo que resulta desagradable es el exhibicionismo de sus insinuaciones. Chiche Gelblung fue categórico: “Se trata de un caso de demencia senil”.

DEBEMOS TENER ENEMIGOS PARA SOBREVIVIR

Por su parte, Graciela Alfano estaría clínicamente cerca, pero sólo a primera vista, ya que se encuentra en la plenitud de sus facultades, según la cátedra de Jorge Rial, que el mismo día analizó en “Intrusos” los últimos sucesos que han venido alborotando al jurado de “Showmatch”, donde la vedette ha logrado convertirse en el centro de las situaciones escandalosas. En esas “noches difíciles”, como han sido denominadas, Aníbal Pachano, un jurado que alcanza un estado de descontrol en pocos segundos, acusó a la Alfano de haber dicho que tenía HIV, y la llama “mamarracho”, en tanto Silvina Escudero reveló que había sido amenazada de muerte, ella y también su novio Matías Alé, un ex Alfano. “Gracias a Dios no tengo ni siquiera el blanco de los ojos igual a Graciela Alfano”, afirmó despreciativamente Silvina Escudero mientras señalaba a Alfano con su índice.

¿Alfano, otra víctima de la deficiente irrigación cerebral que llega con los años? No, según el pensamiento fuerte de Rial, que sostiene que Graciela Alfano debe ser estudiada como una expresión de los tiempos del kirchnerismo. “Se siente cómoda en el caos, y si no hay caos, lo produce ella”, dijo Rial revelando la estrategia de lo que llamó “alfanismo”. He aquí la interpretación que ofrece Jorge Rial: “Ella necesita tener enemigos para sobrevivir, se siente cómoda en la trinchera y la pelea. Todo el tiempo está inventando complots. Graciela agarra un montón de piezas sueltas, sin conexión entre sí, y las organiza, tiene una inteligencia maravillosamente perversa. Ha logrado sacar de quicio a Pachano, y al propio Tinelli, inventa el caos y luego lo utiliza”.

Así, “hoy hablamos de la Alfano, y sube el rating, y mañana la Alfano se pelea, y sube el rating”. Pero Rial va más lejos en cuanto a los resultados de las conductas “alfanistas”, cuando recurre a la dialéctica más endemoniada: “A veces es mejor que no te quieran, porque esa gente es más fiel que la gente que te quiere, que después te termina puteando. Ella tiene un capital de gente que la odia, y que le es fiel en el odio”.