EDITORIAL

Balance nacional

El fin del año reclama un inevitable balance sobre la gestión del gobierno nacional. La política no suele desenvolverse en pleno acuerdo con el tiempo cronológico; pero por diferentes motivos, la sociedad lo suele tener en cuenta. Al respecto hay que decir, en primer lugar, que durante el año que termina, el gobierno ha acentuado sus errores de gestión y todo hace pensar que hacia el futuro insistirá con esta estrategia de ejercicio del poder que más de un analista ha calificado de “doble comando”.

En este sentido, las irregularidades institucionales que provoca la injerencia de Néstor Kirchner en el Ejecutivo nacional son cada vez más evidentes. En el oficialismo y en ciertos ámbitos de la opinión pública se ha producido una suerte de acostumbramiento a esta situación, la cual es anormal y preocupante.

El dato político decisivo para interpretar el 2009 ha sido el de las elecciones del pasado 28 de junio. Cabe recordar que, por razones de cálculo con respecto al impacto de la crisis internacional, el oficialismo adelantó la fecha comicial. El objetivo era ganar la elección legislativa y computarla como un plebiscito a favor de los Kirchner. A la manipulación del cronograma electoral se sumaron, en la provincia de Buenos Aires, las llamadas “candidaturas testimoniales” y el uso dispendioso de los recursos del Estado para favorecer la candidatura del marido de la presidenta. No obstante, el oficialismo fue derrotado en el orden nacional y particularmente en la provincia de Buenos Aires.

El mensaje del electorado fue a favor del diálogo, el consenso y políticas públicas más sensatas, pero los Kirchner se las ingeniaron para hacer una particular interpretación de lo sucedido en las urnas y persistir en sus errores. El diálogo político se transformó en una convocatoria vacía, y en su lugar se instrumentó un audaz decisionismo político cuyas manifestaciones fueron un conjunto de leyes obtenidas mediante procedimientos reñidos con el mensaje de consenso surgido de las urnas.

Desde el punto de vista económico, los Kirchner siguieron manipulando la realidad y echando culpas a la prensa por la resignificación de los relatos, teoría elaborada en las usinas intelectuales del poder para denunciar supuestos propósitos desestabilizadores.

Temas como la inflación, el endeudamiento, el costo de la vida, fueron y son digitados sin medir los costos permanentes de semejante método. El diagnóstico del gobierno sigue siendo equivocado, error que se amplía con la tendencia a fortalecer el círculo económico de los allegados al poder, sistema denominado “capitalismo de amigos”.

Por su parte, la oposición ha girado en una estrategia dual signada por la confortación y la permisividad. Equivocado o no, éste ha sido su principal comportamiento, muchas veces dictado por las circunstancias y las responsabilidades institucionales.

El horizonte que se abre hacia 2010 no autoriza a realizar pronósticos tajantes, aunque debe computarse a favor de la esperanza una mejor perspectiva económica alumbrada por la mayor actividad de gravitantes sectores.